Hoy es Blue Monday y no has cumplido tus propósitos de año nuevo
La mitad de la población se sumó al rito del ultimátum anual de automejora, pero sólo el 8 por ciento será capaz de vencer la paradoja cerebral de la fuerza de voluntad.
Y un año más, ya ha llegado el temido Lunes Triste (en inglés, Blue Monday), el que muchos aseguran es el día más deprimente del año. Según una ecuación (que incluye parámetros meteorológicos como la temperatura y las horas de luz, los días transcurridos tras las últimas vacaciones, etc.) inventada en 2005 por un psicólogo, Cliff Arnall, el tercer lunes de enero es la peor jornada del año, lejos ya de todo espíritu lúdicofestivo y, sobre todo, de toda esa motivación que traen las doce campanadas. P...
Y un año más, ya ha llegado el temido Lunes Triste (en inglés, Blue Monday), el que muchos aseguran es el día más deprimente del año. Según una ecuación (que incluye parámetros meteorológicos como la temperatura y las horas de luz, los días transcurridos tras las últimas vacaciones, etc.) inventada en 2005 por un psicólogo, Cliff Arnall, el tercer lunes de enero es la peor jornada del año, lejos ya de todo espíritu lúdicofestivo y, sobre todo, de toda esa motivación que traen las doce campanadas. Puede que el Lunes Triste no tenga una gran base científica, pero el ímpetu que lleva a los ciudadanos del primer mundo a matricularse en masa en gimnasios, romper cigarros y comprarse el primer fascículo que les hará desarrollar diferentes habilidades se ha esfumado casi por completo tres semanas después, según aseguran varios estudios. Y eso que el propósito de enmienda anual es una herencia directa del noble “voto del pavo real o del faisán que hacían los caballeros medievales en la última semana de Navidad, para renovar su compromiso con sus ideales.
Uno de cada cuatro fracasa año tras año
Según una investigación realizada en Estados Unidos por la Universidad de Scranton, el 45 por ciento de la población suele marcarse resoluciones con cada año nuevo (la primera del ránking es perder peso; le siguen ser más organizado, ahorrar, disfrutar de la vida y ponerse en forma), pero el 92 por ciento no consigue llevar esas intenciones a buen puerto. A la tercera semana del año, casi la mitad se ha rendido y, de hecho, un 24 por ciento falla una y otra vez, año tras año. Según ese mismo estudio, quienes forman ese mínimo 8 por ciento que cumple sus objetivos tienen algo en común: la concreción. Las personas que son explícitas en sus determinaciones tienen diez veces más posibilidades de lograr sus objetivos que aquellas que sólo las expresan vagamente. La encuesta Resoluciones de 2014, realizada por Redbull revela que hombres y mujeres son parecidos a la hora de establecer buenos propósitos (el 48 por ciento de ellas y el 40 por ciento de ellos las hacen), pero diferentes en sus fuentes de inspiración: para el 55 por ciento de las mujeres, la motivación está en la propia satisfacción de lograr la meta. Para ellos, esto es prácticamente igual de importante que la recompensa económica y el apoyo de su pareja. En lo que sí son iguales es en el realismo: sólo el 12 por ciento está convencido de que conseguirá sus expectativas. Tienen razón: según otro un estudio dirigido por el profesor Richard Wiseman, de la Universidad de Bristol, el 88 por ciento de quienes se proponen un objetivo de año nuevo fracasan.
¿Es imposible cumplir propósitos?
Uno de los obstáculos, no el único, es la elección de una fecha tan simbólica. Lejos de dar fuerza para su consecución, hace más dura la caída: de alguna forma implica que, hasta dentro de un año, no va a merecer la pena intentarlo. Además, no todo es achacable a la fuerza de voluntad: la propia estructura del cerebro hace complicado cumplir las metas si son demasiadas. Baba Shiv, profesor de la universidad de Stanford, realizó un experimento en el que a los participantes se les dividía en dos grupos: los del primer grupo debían memorizar un número de siete dígitos y los del segundo, uno de dos cifras. Se les hacía dar un paseo, tras el cual, debían elegir entre un pastel de chocolate y una macedonia de frutas. Los que debían recordar el número más complicado eran el doble de propensos a elegir el pastel que los del otro grupo; lo que, para el profesor, demuestra que nuestra fuerza de voluntad y capacidad de decisión son inversamente proporcionales a la “carga cognitiva” que manejemos. Y un número de siete cifras no es nada comparado con tres semanas de cansancio y preocupaciones de todo tipo.
Pero ¿qué pasa con quiénes sí cumplen sus propósitos de año nuevo? Según el estudio de Wiseman, los hombres lograban su objetivo con un 22 por ciento más de posibilidades si establecían metas concretos (desear perder dos kilos a la semana funciona mejor que querer perder peso a secas). Para las mujeres, el truco estaba en hacer público su propósito y conseguir la ayuda de su entorno, de esta forma tenían un 10 por ciento más de éxito. El profesor Wiseman ha especificado en su blog el decálogo para materializar esos deseos: establecer sólo un propósito; evitar resoluciones anteriores en las que ya hayamos fracasado; elegir algo que nos motive personalmente (no tiene por que convencer al resto del mundo); dividir la gran meta en pequeños pasos; contárselo a la familia y amigos; pensar a menudo en los beneficios que se obtendrán; darnos pequeñas recompensas; llevar un diario escrito (puede ser una app como 21habit); encajar los momentos de debilidad como un pequeño revés, no como un fracaso absoluto y, sobre todo, no esperar a que empiece un año nuevo.