Este verano aburre a tus hijos, serán más creativos
Hablamos con expertos para saber qué hacer cuando llega el verano y los niños se llenan de tiempo libre. A veces en las opciones más sencillas está la solución.
Con la llegada de la vacaciones escolares millones de padres y madres de todo el mundo se desesperan y se preguntan si habrán acertado al diseñar las actividades estivales de sus retoños. Campamentos urbanos, rurales, museísticos, de idiomas. Cursos de habilidades “craft”, de deportes, de música. Apoyo académico de las asignaturas más flojas, talleres de cocina, de horticultura, visitas guiadas al zoo… la lista de propuestas puede hacerse infinita.
El problema es que semejante necesidad de ocupar el tiempo provoca un agobio igual de infinito en chavales y padres. Los progenitores des...
Con la llegada de la vacaciones escolares millones de padres y madres de todo el mundo se desesperan y se preguntan si habrán acertado al diseñar las actividades estivales de sus retoños. Campamentos urbanos, rurales, museísticos, de idiomas. Cursos de habilidades “craft”, de deportes, de música. Apoyo académico de las asignaturas más flojas, talleres de cocina, de horticultura, visitas guiadas al zoo… la lista de propuestas puede hacerse infinita.
El problema es que semejante necesidad de ocupar el tiempo provoca un agobio igual de infinito en chavales y padres. Los progenitores desean cumplir con el objetivo de estimular a sus hijos, motivarlos y ayudarles a descubrir sus talentos. Los pequeños llegan al verano con necesidad de descansar. Y los expertos llevan años insistiendo en que la mejor manera de unificar ambas exigencias –y aunque el estilo de crianza es un asunto que genera debate– pasa por facilitar que los niños conecten de nuevo con su creatividad. Pero, esta idea, nos devuelve al anterior bucle de actividades y estrés “porque con frecuencia se nos olvida que el aburrimiento es la clave del pensamiento creativo”. Así de rotunda se muestra por teléfono Nuria Pérez, que tras desarrollar su carrera profesional en el ámbito de la creatividad publicitaria en distintos países europeos, volvió a España hace tres años y creó el proyecto Sparks and Rockets dedicado a estimular el pensamiento creativo de los hijos a través de su conocimiento en disciplinas como el Branding y el Coaching, entre otras.
Los cuatro “killers” de la creatividad
Según las Pruebas de Torrance de Pensamiento Creativo –un medidor de la creatividad desarrollado en los años 60 que sigue siendo aceptado y empleado en todo el mundo como alternativa a las mediciones de cociente intelectual desde 1990– la creatividad está disminuyendo de forma creciente en países como Estados Unidos y se sospecha que también en muchos otros. Pérez atribuye este fenómeno a nuestro estilo de vida y subraya cuatro grandes errores que impiden que nuestros hijos desarrollen su instinto creativo. “Por un lado están esas agendas llenas de talleres, de tareas, de sobre estimulación. Es necesario que entendamos que los niños necesitan tiempo libre, fuera de cualquier actividad organizada para que puedan pensar y para que sus ideas emerjan”. También es importante que las tareas creativas no tengan el mismo sistema de recompensas que el resto de sus ocupaciones “porque entonces, el niño no estará motivado intrínsecamente sino que su motivación será extrínseca, perseguirá el premio y no la actividad, y esto es algo que inhibe profundamente el pensamiento creativo”.
Además, la experta insiste en que “hay que evitar estar encima del pequeño dando instrucciones o controlando su actividad constantemente o diciendo cosas como no te manches, no te equivoques, no falles. Hay que transmitirles amor por el error y por la aventura”. Y, por último, debemos tener cuidado de no limitar las opciones y la búsqueda de soluciones: “Hoy en día los niños están rodeados de normas, de juguetes con instrucciones, de soluciones aisladas y su creatividad solo se desarrollará completamente si les ayudamos a tener un mejor pensamiento lateral, con más enfoques y soluciones diferentes para un mismo problema”, asegura.
No hay que obsesionarse con las actividades. Los niños necesitan tiempo libre.
Corbis
Retorno de la sencillez
Durante los próximos meses, como cada verano, el asueto es la ocasión para propiciar que los hijos conecten de nuevo “con el genio creativo con el que nacen y que, hacia 3º o 4º de Primaria comienza a perderse” y la solución es sencilla, barata y su defensora lo tiene claro: “Recordar cómo eran nuestros veranos y tratar de que nuestros hijos tengan un verano parecido. Sin sentimientos de culpa ni frustraciones por nuestra parte, sin agobios ni actividad frenética para los niños”. A partir de esa idea, Pérez da distintas pistas desde su Instagram. Los lunes, con la etiqueta #trythisonmonday, propone actividades creativas muy sencillas en las que el disfrute comience a los tres segundos de comenzar la actividad. Los viernes, a través de #retrosummer2015, hace un guiño a las referencias generacionales de quienes ahora son padres y madres en edad de educar para que exploren, junto a sus hijos, los recuerdos de los veranos de hace décadas y comprueben que los niños se lo pasan de maravilla “sin necesidad de fiestas que parece superproducciones, galletas de concurso, ni padres y madres frustrados, ansiosos y con sentimiento de culpa por no llenar cada minuto de las vacaciones o no cumplir las expectativas, exigencias y perfección a la que se nos alienta desde las redes sociales. Hay que dejar que jueguen con un sencillo cubo de arena en la playa, que escalen muros de piedra o que se aburran hasta que tengan que inventarse algo por ellos mismos, como hicimos nosotros”, afirma.
Además, Pérez recomienda hacer de nuestro entorno el ejército con el que conquistar la creatividad de los niños y se declara “obsesionada con la necesidad de que los niños tengan más trato con los adultos. Que el niño recupere la sensación de que los mayores somos personas de las que pueden aprender. Nuestra generación estaba más en la calle, podía ver y hablar con el panadero, la abuela o el herrero. Pudimos observar el mundo y eso facilita encontrar el talento de cada uno. Pero ahora que todo tiene que estar organizado, a menudo se nos olvida tirar de los adultos que nos rodean para que enseñen cosas a nuestros hijos. Que ese amigo que viaja les enseñe sus fotos, que esa tía pintora les ayude con sus dibujos o les acompañe a un museo, que los abuelos puedan disfrutarlos y enseñarles lo que saben”. Que la vida de los niños, en definitiva, no sea una burbuja de colores y adornos perfectos sin espacio para el tedio, el error o la mancha, ingredientes que los adultos solemos evitar y que, sin embargo, pueden ayudarles ¿ y ayudarnos? a seguir creciendo entusiasmados.