Doctor, ¿puedo tener hijos?

Una sencilla ecografía ovárica mide la fertilidad de cada mujer. Podría realizarse durante la revisión ginecológica habitual, pero habitualmente no se hace.

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¿Y si una mujer conociera sus posibilidades de ser madre de forma natural en su visita anual al ginecólogo? Al menos, qué probabilidad tiene de concebir. Se tenga o no pareja, un trabajo estable o éxito profesional. Simplemente, saber cómo está su cuerpo para abrazar la maternidad. La pregunta no es baladí. Vivir un embarazo y alumbrar un hijo propio suele ser en muchos casos uno de los grandes deseos de las mujeres a lo largo de su vida. Pero también una gran angustia. ...

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¿Y si una mujer conociera sus posibilidades de ser madre de forma natural en su visita anual al ginecólogo? Al menos, qué probabilidad tiene de concebir. Se tenga o no pareja, un trabajo estable o éxito profesional. Simplemente, saber cómo está su cuerpo para abrazar la maternidad. La pregunta no es baladí. Vivir un embarazo y alumbrar un hijo propio suele ser en muchos casos uno de los grandes deseos de las mujeres a lo largo de su vida. Pero también una gran angustia. Cada menstuación es un paso más hacia la infertilidad. Suena cruel, hasta agorero, pero la naturaleza ha programado el cuerpo femenino para procrear solo durante unos años. Al menos, de forma natural. “Las mujeres nacemos con una reserva ovárica concreta, estimada en general en un millón de óvulos. En cada ciclo menstrual perdemos unos mil. De este modo, al llegar a los 35 años tenemos una reserva del 10%”, advierte Isabel Santillán, directora médica de Clínicas Eva. “Sin embargo, hay mujeres que no cuentan de inicio con esa cantidad o que a lo largo de sus ciclos agotan sus óvulos a mayor velocidad. Esto conduce al fallo ovárico prematuro: el ovario cesa su actividad antes de los 40 años”. Se desconoce por qué sucede. Se barajan causas genéticas, inmunológicas y otras variables. Ninguna definitiva. O, lo que es lo mismo, ninguna mujer puede descartar que le toque a ella esa mala jugada del destino.

Aunque no se puede detener el fallo ovárico precoz, la ciencia sí permite determinar qué probabilidades tiene una mujer de llegar a ser madre en cada momento de su vida fértil. “Se puede aprovechar la revisión ginecólogica rutinaria para hacer un recuento de folículos antrales (RFA), una especie de ‘bolsitas’ donde se alojan los óvulos y que son visibles en una ecografía vaginal. El médico solo tiene que contabilizarlos. Se extrapolan cuántos le quedan a la paciente y así se puede estimar cuánta vida fértil le queda”. El proceso es fácil pero no suele formar parte de la revisión anual, “más orientada a descartar patologías que a aventurar la fertilidad”. Teniendo en cuenta que en España las mujeres se estrenan como madres a los 31 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística, muchos ginecólogos creen que no estaría de más conocer el estado real de nuestros ovarios para tomar las decisiones oportunas como ponerse manos a la obra a buscar el embarazo o congelar óvulos a la espera de tiempos mejores. “Hay que ser realistas: si la reserva ovárica es pobre, por muy joven que sea la paciente debe ser consciente de que eso solo va a ir a peor. De ahí la necesidad de una mayor información al respecto, para que las mujeres actúen cuando aún hay tiempo. Por supuesto que siempre podrán recurrir a una donante, pero la mayoría prefiere primero intentar la maternidad con su legado genético”.

La ecografía es la forma menos invasiva de estimar la fertilidad. Otro modo es con un análisis de sangre para medir el nivel de la hormona foliculoestimulante (FSH, por sus siglas en inglés), responsable de enviar señales al ovario para que de comienzo la ovulación. Cuando quedan pocos folículos antrales, el cerebro detecta que algo no funciona bien ahí abajo y multiplica las órdenes. Obviamente, con escaso éxito. Por eso, envía más y más señales. Un nivel alto de FSH en sangre es un mal presagio. “Si los resultados de la analítica evidencian una alta prsencia de esa hormona (por encima de 10 mUI/ml) probablemente estemos ante una paciente con una reserva ovárica baja”.

Existe otra prueba diagnóstica más avanzada: medir la hormona antimulleriana (AMH). Es una sustancia que segregan los folículos ováricos y sirve para ver cuántos óvulos válidos quedan en los ovarios. “Solo suele realizarse a pacientes con historia previa de infertilidad, no en una revisión rutinaria”, apunta la doctora Anabel Salazar, directora de IVI Málaga y Benalmádena. “Si el RFA y AMH son bajos lo habitual es remitir a la mujer a la consulta del especialista en reproducción para completar los estudios”, apunta Salazar. “Cuando la paciente no es muy mayor (por debajo de 30-35 años) primero se aconseja buscar la gestación de modo natural durante un periodo de tiempo. Si en ese momento no contempla tener hijos se sugiere vitrificar los ovocitos”. Esta técnica de congelación los convierte casi en eternos. “Se extraen en quirófano, bajo sedación y en régimen ambulatorio. No se tarda más de 10 minutos, pero entre los previos y la recuperación posterior pueden estar en el centro alrededor de 2-3 horas”. En el momento en que su dueña decide que ha llegado la hora de llamar a la cigüeña, se descongelan, se fecundan y se implantan como en una fecundación asistida más.

Cuando una pareja busca desesperadamente el ansiado bebé siempre se plantea la misma pregunta: ¿Puede equivocarse la ciencia? ¿Qué margen de error tiene tanta estadística? ¿Estás condenada de antemano si la reserva ovárica es baja? “Mientras una mujer tenga reglas jamás tendremos una certeza absoluta de que no puede ser madre. Podemos prever que será difícil o que se le adelantará la menopausia, pero siempre hablamos de probabilidades. Nunca de certezas”, advierte Santillán.

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