Bibliotecas de ropa
Ser socia de una ‘fashion library’ es la última propuesta eco para renovar la imagen. Carné y cuota son la alternativa a la experiencia de compra.
A medio camino entre el alquiler, el trueque y la tienda de segunda mano se encuentra un nuevo mercado de moda que se inspira en el servicio de préstamo de las bibliotecas. Como estas, las fashion libraries (o clothing libraries), ya comunes en Países Bajos o Escandinavia, funcionan con un sistema de socios y una cuota (que suele ir de 15 a 35 euros mensuales), que dan acceso a unas tres o cuatro prendas por semana. Sus señas de identidad: tarifas más asequibles que las habituales en un alquiler convencional (la mayoría se nutre de donaciones, de particulares o de firmas, y...
A medio camino entre el alquiler, el trueque y la tienda de segunda mano se encuentra un nuevo mercado de moda que se inspira en el servicio de préstamo de las bibliotecas. Como estas, las fashion libraries (o clothing libraries), ya comunes en Países Bajos o Escandinavia, funcionan con un sistema de socios y una cuota (que suele ir de 15 a 35 euros mensuales), que dan acceso a unas tres o cuatro prendas por semana. Sus señas de identidad: tarifas más asequibles que las habituales en un alquiler convencional (la mayoría se nutre de donaciones, de particulares o de firmas, y establece sus precios en función de lo que cuesta la limpieza), opción a compra y un carácter ecológico.
«Nuestro objetivo es animar a la experimentación sin consumir de manera irresponsable», explica la alemana Christine Schorn. Hace cinco meses creó junto a su hermana Maria el espacio Ropateca (Ferlandina, 51. Barcelona), pionero en España. Su modelo fue la veterana Kleiderei, que abrió sus puertas a finales de 2012 en Hamburgo, que promueve el intercambio entre socias y ha creado una auténtica comunidad.
En Finlandia éste es un modelo de negocio cada vez más generalizado, con ejemplos en Helsinki, Tampere, Riihimäki o Järvenpään. En esta última abrió el año pasado Vaatepuu: «Una de las características principales de estos proyectos es no centrarse solo en las ocasiones especiales», explica Soile-Maria Linnenmäki, su dueña. «La idea es disponer de un armario comunitario para renovar el estilo cada semana de forma ética, sostenible y económica». Ésta sirve además de plataforma para los diseñadores locales, con más de 50 en su catálogo.
En L’Habibliotèque, en el barrio Le Marais de París, pueden encontrarse prendas de firmas como Cacharel o Karine Lecchi.
Atelier Tropique
Pret a Preter, en Toronto, es otra que también conecta a sus clientas con talentos emergentes: «Queremos eliminar la dependencia hacia las cadenas de low cost y ofrecer prendas de calidad a precios muy bajos», explica Carol Burbank, que empezó en enero a ofrecer este servicio pop up por diferentes puntos de la ciudad. Marcas como Levi Strauss le ceden sus modelos, pero también adquiere mucho material vintage. En De Kledingbibliotheek (Utrecht) dan un paso más al reciclar piezas de segunda mano en diseños exclusivos.
Ética con futuro
«Estas empresas conjugan la conciencia medioambiental con la actualización por temporada que está, hasta hoy, en el ADN de la moda», explica Gabriela Pedranti, profesora de Fashion Marketing and Communication en el IED Barcelona, quien les augura un buen futuro en nuestro país, ya que «España es miembro activo en el movimiento pro-sostenibilidad Fashion Revolution». Buenas noticias, si tenemos en cuenta que cada europeo desecha entre 7 y 10 kilos de ropa al año, según la UE.