Cómo el millonario Fernando Balmont, el ‘Amancio Ortega peruano’, planea conquistar España vendiendo cosméticos a domicilio
Fernando Belmont, fundador de la firma de belleza que sigue el modelo de Avon, pretende seguir alimentando su fortuna, una de las mayores de Sudamérica, con el desembarco en nuestro país de su imperio del maquillaje.
“Se vive, se siente, Fernando está presente”. “Te queremos, Fernando, te queremos”. Es 2016 y Juan Fernando Belmont, fundador del imperio cosmético peruano Yanbal, reaparece jaleado por sus empleados en la convención colombiana de la compañía tras superar una isquemia mesentérica, una especie de infarto del intestino, que casi le cuesta la vida. La estampa, producida en 2016, parece digna de una noche ...
“Se vive, se siente, Fernando está presente”. “Te queremos, Fernando, te queremos”. Es 2016 y Juan Fernando Belmont, fundador del imperio cosmético peruano Yanbal, reaparece jaleado por sus empleados en la convención colombiana de la compañía tras superar una isquemia mesentérica, una especie de infarto del intestino, que casi le cuesta la vida. La estampa, producida en 2016, parece digna de una noche electoral, en ese clásico momento en el que el triunfal candidato se asoma al balcón de su sede y celebra la victoria con el público congregado. Se podría decir que las allí presentes también eran militantes, no de un argumentario político sino de un modelo de negocio, y que, con aquel desacompasado coro femenino, tratan de rendir pleitesía a una figura que consideran casi divina. Una figura decidida ahora a que los próximos cánticos que le dediquen tengan acento castellano.
Belmont, una de las mayores fortunas de Sudamérica, ha dado un paso más en su expansión española. A través de la sociedad Mafer Real Estate, el presidente de la compañía de venta de productos de belleza por catálogo cerró durante el confinamiento la compra de una planta de oficinas de 500 metros cuadrados en el número 67 de la madrileña calle Serrano, según ha desvelado el diario Ejeprime. La adquisición, por valor de 6 millones de euros, se suma a unas oficinas enclavadas en la céntrica Avenida Diagonal de Barcelona, sede operativa de la compañía en España hasta la fecha, y a un centro logístico situado en un polígono industrial de Granollers. La compra se intuye como un paso más en la conquista del mercado europeo por parte de esta suerte de Amancio Ortega peruano, que ha forjado desde hace más de medio siglo una de las mayores fortunas del país, valorada en más de mil millones de dólares.
El aterrizaje de Yanbal en España se produce en 2004, apoyándose en la población migrante familiarizada con la firma y con una abrumadora mayoría de vendedoras de origen latino. Desde entonces no ha cejado en su empeño en hacerse un hueco en nuestro país, pese a que la venta directa por catálogo no cuenta con el mismo arraigo que en otros países de Sudamérica. En una entrevista con el diario El comercio en 2018, Jeanine Belmont, hija mayor del empresario y actual CEO, confirmó que estaban enfocando todos sus esfuerzos en la transformación de su modelo de negocio para adaptarlo al mercado español, apostando por la digitalización y la venta online.
Imitando el modelo de venta directa de multinacionales de la belleza como Avon o Mary Kay, Yanbal se basa en la venta de productos por catálogo puerta a puerta a través de un equipo de vendedoras bautizadas como Style Advisors. Organizadas en una estructura piramidal y dirigidas a su vez por diferentes directoras de zona, estas consultoras de estilo pueden conseguir un porcentaje de ganancias que va desde el 20 al 40%, dependiendo del total de ventas realizadas. La firma cuenta con más de 400.000 vendedoras repartidas en diez mercados de América y Europa, a las que ofrecen la posibilidad de cursar diferentes formaciones sobre gestión negocio, influencers o liderazgo. Según Loreto Sedó, Directora Senior de Yanbal Europa, la función de la marca es “empoderar a la mujer a través de la belleza”. Para lograrlo su catálogo congrega una amplia variedad de producto: del tratamiento facial al maquillaje pasando por las fragancias, el cuidado personal y hasta la joyería.
Fernando Belmont fundó Yanbal en 1967, inspirándose en el nombre de su Janine. Nacido en una familia limeña vinculada a la cosmética, este discreto empresario cursó sus estudios en la Universidad de Carolina del Norte y a los 19 años ya trabajaba para la célebre firma cosmética Helena Rubinstein. Durante la década de los setenta expandió su modelo de negocio a toda Sudamérica consolidándose como un gigante de la cosmética a nivel continental. Su hermano Eduardo fue su socio hasta 1988, cuando este decidió independizarse y crear Belcorp, competencia directa de Yanbal en el modelo de belleza bajo venta directa. “Pasión, obsesión por la calidad y cariño y dedicación por tu equipo”, son las convicciones que sus descendientes sostienen que el empresario ha mantenido y reclamado desde sus comienzos.
La compañía cuenta con seis plantas de producción, siete centros de distribución, un laboratorio de innovación de ingredientes en Francia, varios centros más de investigación y desarrollo en Estados Unidos y un equipo de diseñadores de bisutería en Nueva York. En 2017 su facturación a nivel internacional superó los 800 millones de dólares, pero la crisis del coronavirus ha impactado de forma severa en los resultados de la empresa que se estiman en una caída cercana al 20%. Este pasado mes de julio Yanbal confirmó el cierre de una planta de joyería en Perú y una apuesta decidida por la digitalización para que las consultoras puedan trabajar con un catálogo digital en tiempos de distancia social. Ahora se refuerza en España dispuesta a confirmar el poder prescriptor de una mujer a otra. No lo subestimen.