¿Tiene sentido usar desodorantes distintos para ocasiones diferentes?
Hay personas que, dependiendo cuánto creen que van a sudar, optan por un producto u otro de su estante del baño. Tiene sentido si lo que se combina es desodorante y antitranspirante… y si se hace bien.
Levantarse, ducharse, secarse, echarse desodorante, vestirse. Esta rutina, con sus variaciones si, por ejemplo, nos duchamos por la noche, está tan interiorizada y automatizada que lo habitual es no pararse a pensar ninguno de sus pasos. Aunque los confinamientos y el teletrabajo hicieron que el consumo de desodorante bajase ligeramente en 2020 y 2021, los datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (STANPA) muestran un ...
Levantarse, ducharse, secarse, echarse desodorante, vestirse. Esta rutina, con sus variaciones si, por ejemplo, nos duchamos por la noche, está tan interiorizada y automatizada que lo habitual es no pararse a pensar ninguno de sus pasos. Aunque los confinamientos y el teletrabajo hicieron que el consumo de desodorante bajase ligeramente en 2020 y 2021, los datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (STANPA) muestran un crecimiento del 12% en el mercado de los desodorantes en 2022. Es decir, al volver al mundo hemos vuelto a preocuparnos por nuestro olor corporal. En esa rutina tan automatizada, hay personas que frenan un momento antes de aplicarse un producto en las axilas. Deben tomar una decisión extra: en su estantería hay más de un desodorante y, dependiendo de la ocasión, se pondrán uno u otro.
Es el caso de Antía, de 38 años, quien usa productos distintos dependiendo del momento del ciclo menstrual en el que se encuentre. “Tengo un olor corporal que personalmente se me hace muy incómodo. Sudo mucho y ese sudor cambia en función del momento del ciclo en el que me encuentre. La semana antes de la regla, y en la propia semana de la regla, el olor es mucho más fuerte (o, vaya, para mí es más fuerte, soy más consciente de mi propio olor corporal)”, explica. Hay estudios —aunque algo limitados— que confirman que, efectivamente, a lo largo del ciclo cambian tanto el sudor como nuestra propia percepción de los olores. En esos días en los que la entrevistada siente que huele más, tiende a usar desodorantes que bloqueen el olor o incluso antitranspirantes, pese a que siempre ha creído que son nocivos para la salud.
También Elena, que es profesora, usa productos distintos según la ocasión. “Uso uno de farmacia que me dio la dermatóloga para trabajar y otro normal para todo lo demás. Con el estrés y nervios sudo mucho”, explica. Con el deporte, en cambio, suda muy poco. En realidad, cree que usaría siempre el de la dermatóloga, que es un antitranspirante, pero es muy caro, así que en la parte de su vida en la que siente que no le hace falta usa un desodorante “normal”.
Esto de cambiar de desodorante según la ocasión ha sido ya bautizado por el medio de belleza Into The Gloss como deo cycling en un artículo en el que proponen usar desodorante o antitranspirante dependiendo de lo que nos depare la jornada. Por ejemplo, si nos toca hacer una presentación ante el CEO de la empresa recomiendan antitranspirante. Si simplemente vamos a salir a tomar algo con unos amigos opinan que con un desodorante al uso nos llegaría. ¿Tiene sentido hacerlo o es todo parte de otro intento de la industria para que compremos más productos?
“Lo primero que hay que entender es que el desodorante y el antitranspirante son dos productos totalmente distintos con finalidades distintas”, explica el dermatólogo Antonio Clemente, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). El objetivo principal del desodorante, señala, es enmascarar el olor, pero no hacer que sudemos menos. Para ese enmascaramiento, se utilizan o bien perfumes o ciertos compuestos que disminuyen la proliferación bacteriana (porque lo que huele no es el sudor, sino los desechos que producen las bacterias cuando lo descomponen). Aunque algunos desodorantes prometan reducir el sudor porque contienen sales de aluminio, el experto apunta que “se sabe perfectamente que las sales de aluminio en la aplicación por la mañana y en la cantidad que suelen tener los desodorantes, no tienen ninguna eficacia”. El antitranspirante, en cambio, sí tiene como objetivo disminuir la producción de sudor.
Con esta aclaración hecha, Clemente indica que usar uno u otro desodorante según la ocasión, “médicamente no tiene mucho sentido”. Sería simplemente por pura preferencia personal, como quien cambia de colonia. “Al final un desodorante no deja de ser un cosmético, un cosmético que tiene distintos perfumes, distintas texturas, distintas presentaciones… Si el usar uno distinto para cada ocasión obedece a eso, ‘oye, me gusta más este aroma para el gimnasio y este otro aroma para la oficina’, pues perfecto, sería como tener dos colonias. Pero en realidad no hay un motivo médico para que el desodorante tenga que ser diferente en diferentes situaciones”, detalla.
Lo que sí tiene sentido —y, de hecho, es más habitual— es combinar antitranspirante con desodorante, precisamente porque aunque muchas veces creamos que son lo mismo, no lo son. “Hay muchos pacientes que utilizan su antitranspirante cuando tienen exceso de sudoración y además utilizan su desodorante por la mañana, eso sí que tiene sentido”, explica Clemente. Esa combinación, eso sí, no puede depender de la agenda del día, ya que el antitranspirante tiene también sus tiempos y modo de uso.
“Para que realmente sea eficaz, hay que utilizarlo, siempre de noche y con la piel seca, durante un periodo de tiempo, para que vaya bloqueando las glándulas sudoríparas. No es una cosa tan inmediata como ‘hoy me lo pongo y entonces mañana no sudo y si pasado no me lo pongo al día siguiente sudo’, no es así. En realidad, hay que utilizarlo durante varios días hasta que se consigue ese bloqueo y luego el mantenimiento sí que se puede hacer dos o tres veces por semana. Se va buscando un poquito un efecto a largo plazo”, indica. De hecho, para él el antitranspirante tiene sentido principalmente para personas que tengan problemas de sudoración. “A alguien que no suda mucho, quizá no le haga falta”, asegura.
Cambiar a lo largo de la vida
Más allá de tener diferentes productos para diferentes ocasiones o épocas del mes, hay otras razones por las que las personas cambian de desodorante o antitranspirante a lo largo de la vida, con mayor o menor frecuencia. En los últimos años, la preocupación por la sostenibilidad que lo empapa todo ha servido para impulsar muchas líneas de desodorantes ecológicos o naturales. Además, como indica el farmacéutico Alfonso del Pozo, director del curso de Experto en Dirección de Marketing Cosmético y Dermofarmacéutico de la Universitat de Barcelona (UB), “se han introducido algunos miedos en la población” que asocian el uso de desodorantes con el cáncer de mama (un bulo que nació en un correo electrónico en el que no se citaban fuentes y que nunca ha sido probado científicamente).
“Este miedo y la sostenibilidad hacen que haya una mayor tendencia a utilizar desodorantes eco”, indica el experto, que opina que son en general menos eficaces. Los antitranspirantes, por su parte, según añade el dermatólogo Antonio Clemente, tampoco son malos, una creencia que también está bastante extendida. Como explica, la función del sudor es regular la temperatura corporal, no eliminar toxinas (para eso están el hígado y los riñones); además, tienen un efecto local, es decir, dejas de sudar por las axilas (o por donde te lo apliques), pero no por el resto del cuerpo.
Volviendo a por qué escogemos uno u otro producto, Del Pozo señala que en desodorantes y antitranspirantes lo que la gente busca principalmente es la eficacia. “Y, realmente, los desodorantes clásicos son muy eficaces”, indica. Aun así, también aclara que a la gente le gusta probar productos diferentes, porque además no todo le funciona igual a todo el mundo. “Depende del tipo de piel, de lo que sudemos, de la persona… Y también de la moda. Hay gamas de desodorantes en las que solo cambian los perfumes. Además de la acción de desodorante, de que no huelas mal, ese perfume añadido, si lo tiene, debe gustarte”, indica.
En realidad, si un desodorante (o antitranspirante) nos funciona y nos gusta, no tendríamos por qué cambiarlo nunca. “No pierden eficacia. A lo mejor con un antitranspirante o con un desodorante con perfume puede aparecer alguna sensibilización y dar alguna reacción, pero si no aparece ningún problema así, no habría por qué cambiar”, indica. “Otra cosa es que te aburras de uno y decidas probar otro. Pero es la única razón si el que estabas usando te va bien”. Es decir, cambiar de desodorante como quien cambia de colonia. O, por supuesto, si buscas un producto que, además de eficaz, sea más sostenible.