Pedir perdón a medias: ‘fauxpologies’ o el arte de la falsa disculpa a lo Will Smith
Disculparse sin ambages y sin excusas no es fácil. Hablamos con expertos en lingüística y psicología sobre disculpas que lo parecen pero no lo son.
La disculpa se ha convertido en un género propio dentro del ciclo de vida natural de las meteduras de pata de los personajes públicos...
La disculpa se ha convertido en un género propio dentro del ciclo de vida natural de las meteduras de pata de los personajes públicos: primero viene el error, ya sea este un bofetón en mitad de los premios cinematográficos más famosos del mundo o un desafortunado comentario en una entrevista cuyo fragmento se viraliza en un tuit. Después viene la indignación por parte de un público cada vez más amplio que se pronuncia a través de redes sociales. Y, por último, llega el sobrio comunicado, con esa disculpa dirigida a un abstracto grupo de personas que, con toda probabilidad, ya están centrando su atención en la nueva metedura de pata de otro personaje público.
Y, como todo género, las disculpas de los famosos también tienen subgéneros: es en esta división donde a menudo encontramos uno que no es una disculpa en absoluto, la ‘fauxpology’. Del francés ‘faux’ o falso y del inglés ‘apology’ o disculpa, la ‘fauxpology’ es un subgénero tan común que tiene incluso su propia entrada en Wikipedia, y que se define como una declaración en forma de disculpa que no expresa ninguna de las emociones comunes en una disculpa sincera, como el remordimiento o el arrepentimiento, sino que excusa el propio comportamiento lanzando balones fuera. Algunos ejemplos: Kim Kardashian diciendo “fue un comentario sacado de contexto, siento mucho que se haya entendido así” como respuesta a la reacción provocada por sus comentarios sobre el trabajo en una entrevista en Variety, donde dijo que su consejo para las mujeres emprendedoras es “que muevan el puto culo y trabajen, parece que ya nadie quiere trabajar en estos tiempos”. Will Smith, en su discurso de aceptación del Oscar a Mejor Actor, pidiendo “disculpas a la Academia y a mis compañeros nominados” tras el ya mencionado episodio del bofetón, para luego excusarse detrás de frases tan manidas como “la vida imita al arte” o “el amor te hace cometer locuras”. Y estos ejemplos son tan solo de esta semana.
Aunque los famosos puedan ser el espejo donde el resto de la sociedad se mira para señalar con saña las que quizás son sus propias flaquezas, las no disculpas o ‘fauxpologies’ no son propiedad exclusiva del universo de las celebridades, sino una práctica bien extendida entre aquellos que no pisan las alfombras rojas.
“Las ‘fauxpologies’ son una manera de quitarse de encima la responsabilidad de haber hecho algo mal”, explica a SModa la doctora Victoria Escandell Vidal, Catedrática de Lingüística General en la Universidad Complutense de Madrid, y experta en pragmática y análisis del discurso, “el admitir la culpa era tradicionalmente un ingrediente necesario de la dis-culpa. Con estos sucedáneos de disculpa, en cambio, las personas simplemente expresan un sentimiento (que la mayor parte de las veces ni siquiera es sincero), pero nada más: no asumen su error ante los demás, ni aceptan las consecuencias que de ello se derivan. Las fauxpologies incluso trasladan de alguna manera la responsabilidad al otro (es decir, a la persona que debería recibir la disculpa) por haber tenido la reacción negativa que ha tenido, insinuando que tal vez es excesiva”.
“Siento que te sientas así”, “siento que te hayas enfadado”, “lo siento, pero si no me hubieses provocado…”, son ejemplos comunes de disculpa falsa que transfiere la responsabilidad de la acción hacia la persona herida y que puede ser una conducta manipulativa: “Es una coacción: una forma sutil de obligar a la otra persona a comportarse de determinada manera”, explica a SModa la psicóloga Violeta Alcocer, experta en invervención psicológica con víctimas de violencia de género del centro de psicología y psiquiatría Hortaleza 73. “El proceso de pedir perdón lo tenemos mal entendido en nuestra sociedad, obligamos a los niños y niñas a pedir perdón constantemente, como si el perdón fuera un fin en sí mismo, cuando pedir perdón es pedir permiso para reparar”, continúa, “pero es que pedir perdón no obliga a perdonar, y en esta sociedad nos obligan a ofrecer un perdón en contra de las emociones”. En este proceso de reparación, según explica la psicóloga, la persona que pide disculpas tiene que entender qué ha hecho y por qué, arrepentirse de los hechos, ofrecer explicaciones coherentes que partan de la reflexión y no de la excusa y, por último, ofrecer una voluntad y un plan de reparación: “Si no hay nada de esto se trata de un perdón manipulativo”.
¿Por qué la fórmula de la no disculpa prolifera en declaraciones, comunicados y feeds de personajes públicos? “El contagio de patrones comunicativos a través de las redes sociales es altísimo”, apunta la doctora Victoria Escandell Vidal, “pero creo que hay también razones legales ,y no solo de moda, tras la enorme proliferación de estas falsas disculpas: la aceptación de responsabilidad conlleva la autoinculpación y el reconocimiento abierto del error, y esto, para muchos personajes públicos, puede no resultar en absoluto conveniente”. La psicóloga Violeta Alcocer es de la misma opinión: “Al ir todo muy rápido, el proceso de pedir perdón está acelerado y se convierte en una impostura porque no existe tiempo para reflexionar ni procesar, ni para quien pide perdón ni para el ofendido”.
El arte de la no disculpa
“Pido disculpas si alguien se ha sentido ofendido” es, con toda probabilidad, la más extendida de las falsas disculpas: “Las fórmulas condicionales ponen en duda la misma ofensa, presentando el efecto como una mera posibilidad especulativa, pero sin mostrarlo como algo real”, explica la doctora Escandell. Sin embargo, no es la única: la utilización de la voz pasiva en frases como “se han cometido errores” o “se está trabajando en buscar soluciones” que deja sin señalar a quien tiene la culpa y, por tanto, la responsabilidad, es tan común en política que ha sido parodiada incluso en Los Simpson, después de haber sido utilizada por los Presidentes de los Estados Unidos Richard Nixon, Ronald Reagan o Bill Clinton.
“Otra estrategia es la de borrar a la persona ofendida por medio de expresiones generalizadoras e hipotéticas”, explica la doctora Escandell, poniendo como ejemplo la frase “a quienes se hayan podido sentir molestos, les digo que lo siento”. Por último, como señala la doctora Escandell, la elección de perspectiva es importante: es la diferencia entre “siento haberte hecho daño” y “siento que te duela”.
Guía para disculparse correctamente
“Para que una disculpa sea efectiva, debe ser sincera”, explica el psiquiatra estadounidense Aaron Lazare en su libro dedicado a este tema, ‘On Apology’. Además, debe contar con cuatro elementos imprescindibles: reconocimiento de la ofensa (es decir, asumir la responsabilidad), explicación de lo sucedido (y, aquí, según el psiquiatra, lo más importante es explicarse sin excusarse), expresión del arrepentimiento y, por último, ofrecimiento de compensación, como prometer no cometer el mismo error en el futuro.