«A diferencia de los animales, que llevan inscrito en sus genes qué hacer para seducir, los seres humanos tenemos que aprenderlo»
La colaboración entre Lancôme y el Museo del Louvre, que acaba de llegar a las tiendas en forma de edición limitada, invita a reflexionar sobre la idea en constante evolución de la belleza a través de la historia. La directora de maquillaje de la casa, Lisa Eldridge, y la historiadora Elisabeth Azoulay debaten sobre ello.
“La búsqueda de belleza ha sido siempre una obligación para la humanidad”, señala Elisabeth Azoulay, autora de 100.000 Years of Beauty (Gallimard, 2009), “y digo una obligación, que no una respuesta”. Se refiere la historiadora del arte a la noción abstracta de percibir algo placentero: “A diferencia de los animales, que llevan inscrito en sus genes qué hacer o cómo comportarse para seducir, los seres humanos no lo traemos programado, tenemos que aprenderlo y encontrar la solución. Y esta solución es distinta en cada momento o para cada sociedad”. Por eso el resultado varía, porque “la ...
“La búsqueda de belleza ha sido siempre una obligación para la humanidad”, señala Elisabeth Azoulay, autora de 100.000 Years of Beauty (Gallimard, 2009), “y digo una obligación, que no una respuesta”. Se refiere la historiadora del arte a la noción abstracta de percibir algo placentero: “A diferencia de los animales, que llevan inscrito en sus genes qué hacer o cómo comportarse para seducir, los seres humanos no lo traemos programado, tenemos que aprenderlo y encontrar la solución. Y esta solución es distinta en cada momento o para cada sociedad”. Por eso el resultado varía, porque “la belleza es diversa; hay una pregunta, pero infinitas respuestas”. Para repasar algunas de esas réplicas se puede dar un rápido vistazo a la historia del arte. Y para esto último, nada como una visita al Museo del Louvre.
Los martes el museo más visitado del mundo está inusualmente silencioso. El único día que cierra al público por sus escalinatas solo se oye a algún operario. Un martes de junio, de manera excepcional, también a un grupo reducido (y muy afortunado) de periodistas que recorre las salas para descubrir nueve esculturas escogidas por Azoulay. La selección forma parte de un proyecto de colaboración entre la institución francesa y la firma Lancôme, que busca ofrecer nuevas perspectivas sobre una idea en continuo desarrollo. “Creemos que la belleza es un arte vivo y que la belleza como práctica individual a lo largo de la historia ha sido un vehículo para la autoexpresión y para la singularidad, con códigos en constante evolución”, explica la presidenta de la marca, Françoise Lehmann.
Frente a un medio como la pintura, la escultura permite viajar más atrás en el tiempo, hasta varios siglos antes de nuestra era. Aunque los años han borrado sus colores, son un testimonio con volumen: “Estas esculturas poseen algo que nos interpela hoy. Seguramente porque parte de su belleza reside en tener una historia que contar”, dice Azoulay, “las elegimos por ser únicas. Una imperfección es un misterio y, por tanto, una historia; una habla de fortaleza, otra de victoria…”. Nombres tan célebres como Venus de Milo o Victoria alada de Samotracia, pero también Artemisa de Gabios, Hermafrodito durmiente (de Lorenzo Bernini) o a la estatua del XIX de Étienne Gois sobre la poetisa griega Corinne. “Vivió en una sociedad patriarcal, pero ganó en un concurso de poesía a los más grandes, puede que a Píndaro. Olvidada durante siglos, la rescataron las primeras feministas del siglo XVIII”, recuerda la historiadora. Escribió de ella Madame de Staël y la pintó Élisabeth Vigée Lebrun.
“Estas esculturas poseen algo que nos interpela hoy. Seguramente porque parte de su belleza reside en tener una historia que contar”
Ahora el rostro esculpido de Corinne se plasma en la última paleta de maquillaje sobre la que ha trabajado Lisa Eldridge, directora creativa global de maquillaje de Lancôme: “La fórmula es muy clara, con una base transparente; perlada y cremosa sobre la piel”, revela la maquilladora. Una apuesta multifunción formulada para ser aplicada libremente. “Nada se ha creado para ser usado de una manera concreta: el bronce, por ejemplo, puede ser un bonito iluminador o una sombra; en seco o en húmedo”, añade Eldridge, que confiesa que disfruta entrando en el laboratorio. “Los colores son un reflejo de los que vi paseando una mañana por la galería Richelieu del museo”, dice. También una mañana solitaria y silenciosa, la suya durante la pandemia, con los rayos de sol incidiendo sobre el mármol de las obras. A la paleta se suma una edición del sérum superventas Génifique, inspirado en un bronce de Higía del XVIII y cuatro versiones del labial L’Absolu Rouge para coleccionar. “Es un hito en nuestra historia”, reconocía Lehmann durante la presentación de la alianza, “demuestra que estamos vendiendo mucho más que productos. De alguna manera estamos vendiendo símbolos”.