La esclavitud de tener una manicura siempre perfecta
Resulta evidente que hoy el tema de la manicura es un poderoso generador de interés. Sin embargo todos estaremos de acuerdo en que hay cosas mucho más importantes que podemos hacer con todo ese tiempo y dinero que exige una manicura perfecta. Entonces, ¿por qué hay tantas personas que deciden emplearlos en una actividad que no sirve “para nada”?
Para que se mantenga perfecta la manicura clásica hay que retocarla cada cinco o siete días. Si se trata de esmalte semipermanente o gel, hay que dedicar aproximadamente 45 minutos en el salón de belleza al aplicarlo, y otros 20 para eliminarlo correctamente en un salón unas tres semanas después. Si queremos que el color nos dure más y mejor, los profesionales de las uñas recomiendan exfoliaciones regulares, y para mantener las cutículas y los padrastros a raya hay que hidratarlos con algún aceite específico, de aguacate o melocotón, por ejemplo. Una dieta baja en biotina también puede manifes...
Para que se mantenga perfecta la manicura clásica hay que retocarla cada cinco o siete días. Si se trata de esmalte semipermanente o gel, hay que dedicar aproximadamente 45 minutos en el salón de belleza al aplicarlo, y otros 20 para eliminarlo correctamente en un salón unas tres semanas después. Si queremos que el color nos dure más y mejor, los profesionales de las uñas recomiendan exfoliaciones regulares, y para mantener las cutículas y los padrastros a raya hay que hidratarlos con algún aceite específico, de aguacate o melocotón, por ejemplo. Una dieta baja en biotina también puede manifestarse en uñas quebradizas, por lo que algunos manicuristas recomiendan cuidar la alimentación para mantener unas manos impecables.
Se mire como se mire, llevar las uñas bonitas es un tanto agotador y exige una importante cantidad de tiempo, dinero, mantenimiento y atención. Que se lo pregunten a Kylie Jenner, que en una ocasión contó que puede dedicar cinco horas diarias al cuidado de sus uñas y que en un principio aborrecía hacerse la manicura: su madre, fanática de las uñas perfectas, le obligaba a hacérselas desde que tenía seis o siete años. Ahora, dice, le encanta el ritual, y aunque ha lanzado alguna pequeña colección de esmaltes esta división es la única que falta en su marca cosmética.
El problema de hacerse una manicura tras otra
Al contrario de lo que se pueda pensar, las uñas no necesitan “respirar” entre manicuras, básicamente porque no funcionan así. Las uñas no necesitan acceso superficial al aire porque obtienen el oxígeno y los nutrientes que necesitan de la sangre. Eso sí, una pausa entre una manicura y otra es una recomendación habitual para poder hidratarlas en ese período, lo que ayuda a que no se rompan.
Hay cinco signos principales de que tus uñas necesitan un descanso: la aparición de granulación de queratina (zonas ásperas y blancas en la superficie de la uña), descamación, grietas, decoloración y cutículas deshidratadas. Estos daños pueden aparecer por el uso prolongado del esmalte de uñas, pero también si la preparación a la manicura es inadecuada o si esta se quita incorrectamente. Las limas eléctricas y los pulidores muy abrasivos pueden raspar la superficie de la uña y desalojar los onicocitos (células de la uña) superficiales, lo que lleva a la descamación, la partición e irregularidades generales como el adelgazamiento de la uña. En la marca de esmaltes essie aconsejan que llegada esa situación sí es necesario un parón: “Sin duda, si tus uñas después de quitar esmalte permanente están en mal estado —como el que nos ocupa—, lo mejor es que las dejes desnudas, las trates y, una vez que se mejoren, las vuelvas a esmaltar. Rita Remark, Global Lead Educator de essie, lo explica perfecto: “Yo recomiendo tratamientos porque nuestras uñas no siempre tienen la fuerza para curarse a sí mismas”. Ahora bien, si tus manos están en buenas condiciones, no hay ninguna necesidad de parón”.
En los últimos años, además, ha habido varias alertas sobre los peligros de la manicura permanente. En 2019 la Academia Española de Dermatología y Venerealogía (AEDV) alertaba de la aplicación doméstica de este tipo de esmaltes por demartitis alérgica de contacto (que puede provocar debilidad, deshidratación, rotura o sensibilidad en la uña) causada por los acrilatos, una sustancia presente en las lacas permanentes. La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), a través del departamento de cosmetovigilancia, pidió a la Comisión Europea restringir la venta de esmalte de uñas permanentes y semipermanentes a profesionales de la estética. El último titular alarmante se daba hace tan solo unos meses, advirtiendo de posibles riesgos para la piel del uso de lámparas de manicura. Aunque los estudios sobre sus efectos aún no son concluyentes, sí que existen investigaciones recientes —como esta publicada por Nature— que apuntan a mutaciones en el ADN de las células expuestas y un mayor estrés oxidativo. Por ello, la recomendación de los profesionales, tal como explica la Doctora Lorea Bagazgoitia en una entrada de su blog, es proteger la piel de las manos, al igual que hacemos con la del rostro y el resto del cuerpo cuando nos exponemos a los rayos del sol. “Es más común de lo que crees notar las uñas débiles tras manicura permanente”, dicen en el fabricante de esmaltes essie, pero también aseguran que todos los expertos coinciden en que una manicura con esmalte permanente, si se hace con los productos y con el método adecuado, para nada tendría que dañar tus uñas.
Para recuperar las uñas después de la manicura permanente, desde la marca dan un par de recomendaciones recomendaciones: la primera es no arrancar nunca la manicura permanente cuando empieza a levantarse (“Haciendo esto estás dañando seriamente la superficie del lecho ungueal. Es decir, que a la vez que estás arrancándote el color, lo mismo también te estás llevando alguna capa de tus uñas por el camino. Por tanto, siempre, siempre, acude a tu salón para retirarte el esmalte y a productos específicos que te ayuden a fortalecer e hidratar las uñas después de manicura permanente”) y, la segunda, tratar la uña con un aceite hidratante específico que nutra las uñas y la zona de alrededor, como Apricot Cuticle Oil, algo muy importante para que crezcan sanas, y –por otra parte– invertir en un fortalecedor, como el endurecedor Hard to resist, “para que ganen dureza y que te haga olvidarte de las uñas débiles después de esmalte permanente”. Una vez que regresen a su estado de forma habitual, ya podrás replantearte el volver a llamar a la puerta de la manicura permanente, siguiendo muy de cerca tus manos, por supuesto.
Qué hacer para mantener las uñas siempre cuidadas
Bastien González es apodado como Mr. Happy Feet por las celebridades que reclaman sus servicios (Jessica Alba, por ejemplo) y por su filosofía de trabajo. Este virtuoso de las uñas (cuyo equipo de 50 personas ha llegado a hacer 60.000 pedicuras en un solo año entre los 50 salones que tiene en el mundos desde Hong Kong a Taipei) asegura que muchas mujeres abusan de la laca de uñas para ocultar imperfecciones, que la mejor manicura para las uñas es la que nunca se ha hecho y que hay que hacerse una pedicura cada seis semanas. Pues González también afirma que las uñas habría que cuidarlas como la piel: maquilladas de día, limpias de noche. Vamos, que no es muy partidario de los esmaltados permanentes.
La American Academy of Dermatology (AAD), el grupo de dermatología más grande, influyente y representativo de los Estados Unidos, es más directo en el por qué y advierte de que las manicuras en gel pueden causar fragilidad, descamación y agrietamiento de las uñas, y su uso repetido puede aumentar el riesgo de cáncer de piel y envejecimiento prematuro de la piel de las manos. Según esta asociación, para mantener las uñas sanas antes, durante y después de las manicuras con gel, los dermatólogos recomiendan los siguientes consejos:
1. Sé proactiva con tu manicurista. Pregunta si las herramientas están esterilizadas y mira a su alrededor para asegurarte de que está limpiando y desinfectando las herramientas después de cada cliente. Además, nunca dejes que tu manicurista te empuje o corte la cutícula, ya que esto podría provocar inflamación e infección.
2. Considera el esmalte de uñas tradicional en lugar del esmalte de gel. Esto es especialmente importante si experimentas problemas recurrentes en las uñas o eres alérgico a la acetona, ya que se requiere acetona para eliminar el esmalte de gel.
3. Usa protector solar. Antes de hacerse una manicura en gel, aplica un protector solar de amplio espectro y resistente al agua con un FPS de 30 o más en sus manos para prevenir el cáncer de piel y el envejecimiento prematuro de la piel. Esto ayudará a proteger su piel de la radiación ultravioleta utilizada para sellar el esmalte de uñas de gel a la uña. Otra opción es ponerte guantes oscuros y opacos con las yemas de los dedos cortados antes de aplicar el esmalte de uñas.
4. No escojas esmalte de uñas de gel. Cuando el color empiece a despegarse, no quites el esmalte ni uses otras herramientas para quitarlo. En su lugar, pide una cita con su manicurista para que te retiren el esmaltado.
5. Cuando te quiten el esmalte de uñas, empapa solamente las yemas de los dedos en la acetona, en lugar la mano completa o los dedos, para proteger la piel. Otra opción es usar bolas de algodón para quitar el esmalte, remojarlas en acetona y aplicarlas en las uñas, envolviendo pequeños trozos de papel de aluminio alrededor de las yemas de los dedos. Esto asegurará que solo tus uñas entren en contacto con la acetona. Después de unos 15 minutos, el esmalte de uñas debería salir de inmediato.
Para cuidar las uñas entre manicuras de gel, los dermatólogos de la AAD recomiendan lo siguiente:
1. Tómate unas vacaciones de esmalte de uñas. Trata de no usar esmalte de uñas durante una o dos semanas, o más. Esto dará tiempo a tus uñas para repararse.
2. Rehidrata tus uñas. Entre los esmaltes, aplica un producto hidratante, como la vaselina, en las uñas y las cutículas varias veces al día. Esto minimizará la fragilidad y ayudará a evitar que las uñas se astillen. Como en muchas cosas, la moderación es la clave cuando se trata de manicuras en gel. Considera hacerte una manicura en gel solo para ocasiones especiales, y consulta a un dermatólogo certificado si notas algún cambio inusual en tus uñas o ante un problema persistente.
¿Por qué dedicamos tanto esfuerzo a las uñas?
Resulta evidente que hoy el tema de la manicura es un poderoso generador de interés: solo desde que comenzó 2023 las principales revistas de moda y belleza publicadas en España llevan más de 20 artículos en sus páginas web destacando una nueva tendencia. Cada una. Es evidente que en la era de Internet, la manicura es un tema ganador en tráfico. Sin embargo todos estaremos de acuerdo en que hay cosas mucho más importantes que podemos hacer con todo ese tiempo y dinero que exige una manicura perfecta. Entonces, ¿por qué hay tantas personas que deciden emplearlos en una actividad que no sirve “para nada”?
Para hacernos una idea de la importancia de la manicura en muchas personas, especialmente mujeres, es necesario echar la vista atrás. El arte de embellecer las uñas se remonta milenios: allá por el año 5.000 a.C en el Antiguo Egipto ya se aplicaban oro y henna, algo que Nefertiti y Cleopatra siguieron haciendo siglos después. Casi al mismo tiempo, las mujeres indias se teñían las uñas con henna, mientras que los antiguos hombres babilónicos usaban kohl para realzarlas como una pintura de guerra. Lo más parecido al esmalte de uñas actual fue un ungüento inventado en China en el año 3.000 a.C: las mujeres empapaban sus uñas en una combinación de claras de huevo, gelatina, cera de abejas y tintes de pétalos de flores como orquídeas y rosas, decoradas con piedras semipreciosas y con diseños que podían alcanzar los 15 centímetros, un claro indicador de riqueza y estatus social, porque nadie puede trabajar el campo con unas uñas tan largas. También los miembros de la dinastía Ming llevaban larguísimas uñas carmesí.
Es evidente que el ritual de embellecer las uñas ha evolucionado al mismo tiempo que los cambios sociales a lo largo de la historia. A principios del siglo XX, en los años 20, la maquilladora francesa Michelle Menard inventó un esmalte de uñas brillante con pintura para coches y en 1932 Revlon lanzó lo que ahora conocemos como esmalte y abrió la manicura a las masas. Sin embargo, la manicura francesa clásica fue un invento de un estadounidense, Jeff Pink, presidente de Orly Nails, en 1975, y pronto se convirtió en la predilecta de los círculos sociales de élite de wasps. El boom por la manicura alcanzó un nuevo hito cuando en 1995 Uma Thurman llevó un tono rojo oscuro en Pulp Fiction: era el color Rouge Noir de Chanel, que se agotó en su primer día de lanzamiento y creó una lista de espera de un año. Ese preciso color ha seguido siendo el producto más vendido de Chanel durante décadas.
Una investigación realizada a fines de la década de 1970 mostró que el atractivo era una ventaja constante para los hombres en el lugar de trabajo, pero era una ventaja para las mujeres solo cuando buscaban un puesto no gerencial.
Más recientemente, otra investigación elaborada por dos sociólogos (de la Universidad de Chicago y la Universidad de California en Irvine) sobre por qué tantas mujeres tienen que pasar tanto tiempo preparándose, en el que se engloba el ritual de pintar las uñas, sugiere que las mujeres tienen buenas razones para gastar tanto tiempo y dinero en su apariencia: si no lo hacen, corren el riesgo de perder una cantidad sustancial de dinero. La investigación concluye que las personas atractivas tendían a ganar salarios más altos, pero además, que el arreglo personal, donde se englobaría la manicura, es lo que representa casi todas las diferencias salariales para mujeres de diversos atractivos. Para los hombres, el arreglo personal no hizo tanta diferencia. Así que la belleza, especialmente para las mujeres, es más un comportamiento: «algo que haces» en lugar de «algo que eres».
La clave sigue siendo por qué estas prácticas suelen ser más importantes para las mujeres que para los hombres. Naomi Wolf, activista feminista y autora de El Mito de la Belleza, argumenta que los estándares de belleza poco realistas que se alientan a las mujeres a seguir son en última instancia una forma de controlar y restringir el comportamiento de las mujeres.