Imprimir maquillaje (sí, has leído bien) es tan fácil como real
Explosión de color y creatividad son las premisas de las que parte Mink, la impresora 3D que permite convertir cualquier tono imaginable en un labial, sombra de ojos u otro tipo de producto cosmético.
Imagina enamorarte del lápiz de labios que lleva la celebrity de turno en el evento del año y poder hacerte con el mismo tono al instante sin moverte de casa y ahorrándote la fase de investigación, desplazamiento, compra (con su consiguiente desembolso de dinero) y pérdida de tiempo invertido en tamaña empresa. O incluso, revolucionar el mundo del maquillaje diseñando colores inesperados y sorprendentes en un alarde de creatividad. Ya es posible. Crear sombras, labiales o bases de maquillaje e imprimirlas es tan fácil (por complejo que pueda sonar)...
Imagina enamorarte del lápiz de labios que lleva la celebrity de turno en el evento del año y poder hacerte con el mismo tono al instante sin moverte de casa y ahorrándote la fase de investigación, desplazamiento, compra (con su consiguiente desembolso de dinero) y pérdida de tiempo invertido en tamaña empresa. O incluso, revolucionar el mundo del maquillaje diseñando colores inesperados y sorprendentes en un alarde de creatividad. Ya es posible. Crear sombras, labiales o bases de maquillaje e imprimirlas es tan fácil (por complejo que pueda sonar) como real.
La impresión 3D, que está revolucionando el universo de la moda o la industria inmobiliaria, se adentra ahora en el mundo de la cosmética y el maquillaje de la mano de Grace Choi, creadora de Mink. Se trata de una impresora que permite seleccionar cualquier color y convertirlo en maquillaje a golpe de 'print'. Según explicó su creadora en el evento TechCrunch Disrupt 2014, el funcionamiento es sencillo. El primer paso es elegir el color que se quiere materializar en forma de producto cosmético. Para ello, basta con buscar una fotografía en internet o capturarlo en la calle con el teléfono móvil. Después, hay que averiguar cuál es su código hexadecimal usando un programa como Photoshop (incluso Paint) y presionar “imprimir”. ¡Listo! Levante la tapa de la impresora y aplique el producto (la brocha, de momento, es necesario haberla comprado previamente a la vieja usanza).
Según Choi, la impresora usa los mismos ingredientes básicos que utilizan las firmas de maquillaje tanto de baja como de alta gama, por lo que la calidad de estos productos es comparable a la de los que pueden adquirirse en el mercado. La FDA (U.S. Food and Drug Administration) ha aprobado la 'tinta' que usa la impresora y que luego se mezcla con las materias primas necesarias para crear el maquillaje. Así, su creadora pretende democratizar el maquillaje, de modo que los consumidores tengan acceso a cualquier color que deseen a un precio asequible, ya que en su opinión el maquillaje barato ofrece una gama cromática limitada y, en el lado opuesto, las grandes marcas cosméticas cuentan con una oferta variada pero cara. Su invento, explica, logra lo mismo (y más, puesto que se pueden crear colores infinitos) por mucho menos: unos 200 dólares -algo menos de 144 euros- aproximadamente (precio al que suponemos que habría que sumar el de los sustratos necesarios para 'fabricar' el producto). Eso sí, de momento hay que esperar hasta finales del año que viene para hacerse con el invento.
“Mi público objetivo son mujeres entre los 13 y los 21 años -a una edad temprana es menos probable contar con una marca de cabecera- pero planeo hablar con blogueros y personas influyentes en la industria y conseguir que se entusiasmen con el producto”, afirma Choi. Además, explica, su idea se vio impulsada por la poca fidelidad que muchos clientes procesan hacia las marcas de maquillaje (van probando según sus intereses y necesidades) y los actuales deseos de satisfacción inmediata y tendencia 'DIY' (hazlo tú mismo) que imperan en gran parte de los consumidores.
Mink es una impresora capaz de materializar cualquier color en forma de producto de maquillaje.
Mink