Guía para elegir de una vez por todas el eyeliner perfecto

Porque la distancia entre una mirada perfecta y el desastre más absoluto es muy corta, proporcionamos algunos trucos para comprar y aplicar la raya del ojo ideal.

Muchas nos pasamos toda la vida intentando dibujar un trazo perfecto en los ojos. Consuela saber que el problema viene de lejos: en Mesopotamia las mujeres dibujaban una línea negra alrededor del contorno del ojo para remarcarlo. Y en Egipto, 10.000 años antes de Cristo, utilizaban el khôl, un mejunje bactericida de color negruzco, hecho con hollín y antimonio, para repeler las moscas y evitar infecciones, pero también para embellecerse y resaltar la mirada. Se usaba generosamente y se conservaba en unas pequeñas vasijas, que incluso se h...

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Muchas nos pasamos toda la vida intentando dibujar un trazo perfecto en los ojos. Consuela saber que el problema viene de lejos: en Mesopotamia las mujeres dibujaban una línea negra alrededor del contorno del ojo para remarcarlo. Y en Egipto, 10.000 años antes de Cristo, utilizaban el khôl, un mejunje bactericida de color negruzco, hecho con hollín y antimonio, para repeler las moscas y evitar infecciones, pero también para embellecerse y resaltar la mirada. Se usaba generosamente y se conservaba en unas pequeñas vasijas, que incluso se han encontrado como parte del ajuar funerario.

Pero no fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando se adentró con fuerza en la civilización occidental, donde llegó para quedarse, y desde entonces no ha dejado de marcar tendencia cada temporada. En los dorados años 20 las mujeres realzaban su belleza con un fino trazo negro con el que tapaban la línea de las pestañas postizas. En los 50, triunfó la estética de las pin ups, que daban protagonismo a sus facciones con unos labios rojísimos y una línea gruesa de eye-liner terminada en un ligero rabillo, una moda recuperada recientemente por Dita Von Teese o Katy Perry. En la década siguiente, se mantuvo el grosor y se bordeó también  la parte inferior del ojo, y los excesos de los 80 abrieron la puerta incluso a los hombres; David Bowie fue su inspirador y máximo exponente. En los 90 llegó la moda del ojo ahumado y hoy todo vale; el estilo lo marca uno mismo.

Vale, pero ¿cómo me lo pongo?

Cualquiera que se haya puesto manos a la obra, sabe que la distancia entre una mirada perfecta y el desastre más absoluto es muy corta; en tres segundos se puede arruinar todo el esfuerzo invertido en el maquillaje. Porque perfilar el ojo es una de las fases más críticas, especialmente para las manos menos avezadas. Por eso es importante, antes que nada, hacer un análisis de nuestra fisonomía para saber qué trazo es el más favorecedor y conocer nuestras limitaciones artísticas, en función de las cuales es conveniente elegir uno u otro formato.

Ha de aplicarse en el exterior y a ras de las pestañas, después del fondo de maquillaje, el corrector y las sombras e iluminadores, y antes de la máscara. Dependiendo del grosor, el punto desde el que parte el trazo y dónde termina se conseguirá un efecto diferente: agrandar o achicar el ojo, rasgarlo, almendrarlo o producir la ilusión óptica de separar o juntar los ojos.

Uno de los mayores especialistas en España, Gato, el maquillador oficial de Maybelline, nos da algunos consejos para sacarnos el máximo partido. Lo primero es saber qué tipo de ojos tienes:

Juntos: Si están muy próximos entre sí, hay que aplicar el eyeliner prolongando su terminación hacia la sien para alargarlos.

Caídos: Son aquellos en los que el lagrimal está situado en una posición más alta que el rabillo del ojo. El dibujo debe trazarse desde el punto más alto del ojo (generalmente, la parte central) hacia fuera para elevarlos.

Rasgados: Son los que trazando una línea desde el lagrimal al rabillo del ojo, éste último está más alto. En este tipo de ojos, hay que seguir la línea natural de las pestañas, delineando desde el lagrimal hasta el final de las pestañas con el mismo grosor.

Almendrados: Son los más proporcionados, pues el lagrimal y el rabillo están a la misma altura. El grosor de la línea debe ir de menos a más. Se tiene que delinear desde el lagrimal e ir alargando y ensanchando el trazo hasta llegar al extremo, elevándolo un poco.

¿Cómo escoger el adecuado?

El mercado ofrece múltiples variedades, y entre tanta maraña, no es fácil decidirse por el que más conviene. Dependiendo de la pericia de cada cual y del resultado que se quiera conseguir, conviene optar por una u otra fórmula:

1. Lápiz de madera y automático: es el eye-liner más consumido, por su facilidad de aplicación y comodidad. Otra de sus ventajas es que se presenta en una amplísima gama de tonos. Además, admite rectificaciones, lo que es de gran utilidad para las más torpes. De todos modos, aunque no se tenga un buen pulso, es relativamente sencillo dibujar un trazo continuado. Dependiendo de la dureza de la mina, el color será más intenso; cuanto más duro, más tenue y a la inversa. Si es muy graso, con el paso de las horas suele emborronarse, por lo que hay que retocarse cada cierto tiempo, si no se quiere dar la sensación de haber pasado una noche de juerga.

Una de sus declinaciones es el khôl, un perfilador suave para marcar el interior del ojo sin irritarlo, que también se puede encontrar en polvo, y que en algunos casos incorporan una esponjita para difuminar el color. Su mayor problema es la estabilidad, pues al aplicarse en la parte interna desaparece fácilmente o se corre cuando se lagrimea.

Exaggerate Auto Waterproof EyeDefiner, de Rimmel. Un lápiz automático disponible en cinco colores, que permanece inalterable durante mucho tiempo.

2. En gel: De dificultad intermedia. Se aplica con un pincel de cerdas duras y cortas para dibujar una línea gruesa, y con muy pocas cerdas para hacer un trazo fino. Ofrece un efecto muy natural si se aplica bien y es una fórmula limpia; a cambio, no resulta práctica para llevar en el bolso.

EyeStudio Gel Eyeliner, de Maybelline. Su fórmula de larga duración está libre de agua y aceite y tiene un 10% de pigmentos que los tradicionales lápices. También admite hacer con él la línea interior del ojo.


Eyerliner Effet Faux Cils Shocking, de YSL ofrece un resultado de gran densidad y facilita un trazo preciso.

3. Rotulador: Es una fórmula líquida, cuya principal ventaja es que se consigue un trazo muy acentuado y definido, y que permanece durante mucho tiempo, pero exige tener cierto control. Es importantísimo agitar el envase antes de usarlo para evitar sorpresas y controlar perfectamente la presión sobre la parte posterior o el giro que debe hacerse en el mecanismo para hacer fluir la tinta que se requiere del interior hacia el pincel. Lo peor es que las correcciones no son fáciles y obligan a repasar la línea y, por tanto, hacerla más grueso.

Fine Eyeliner, de Shiseido. Es fácil de usar y consigue una perfecta definición de la mirada al tiempo que permite una amplia variedad de acabados.


Feline Blacks Eyeliner, de HELENA RUBINSTEIN. Edición limitada que lleva incorporado un aplicador biselado para una aplicación sencilla. Pigmentos ultranegros para una mirada felina.

4. Líquido: Casi para profesionales. Se consigue una línea muy precisa, pero se ha de estar muy habituado a este cosmético para controlar la cantidad de pigmento que se coge del frasco y que se deposita encima de los párpados para hacer un dibujo simétrico en los dos ojos. Al igual que en el anterior, lo más difícil es corregir. En contrapartida, es muy duradero y no se desplaza el color.

Eye-liner Noir Ebene, de Guerlain. Uno de los best-seller del mercado. El diseño de su pincel ultrafino y la largura del alargado mango minimizan los errores al máximo.

5. Pegatinas: Lo más reciente en salir al mercado y con lo que, por ahora, sólo se ha atrevido una firma. Dior ha presentado este revolucionario eyeliner en la Vogue’s Fashion Night Out celebrada hace unos días; se trata de una plantilla adhesiva que se coloca en los párpados y que ha sido concebida por los maquilladores de la firma francesa para su último desfile de moda. Las ventajas de este peculiar postizo son que se pueden utilizar distintas modalidades (más o menos llamativos, según las circunstancias y las preferencias de cada cual) y en varias ocasiones, y sobre todo, que no hay que temer al “efecto payaso”. Además se adaptan a la forma de cualquier ojo.

Dior Velvet Eyes. Cuatro pares de eyeliners adhesivos reproducen los trazados más emblemáticos de los desfiles Dior: del más sencillo al más sofisticado.

Trucos para no fallar:

1. Elegir un espejo grande (preferiblemente de pared para tener las dos manos libres) y elevar la barbilla todo lo posible.

2. Mantener el párpado móvil ligeramente cerrado y levantar la ceja con un dedo para estirar la piel y facilitar el dibujo.

3. Situar el lápiz o el pincel al ras de las pestañas superiores, dibujar unos pequeños puntitos en el párpado superior y después unirlos entre sí.

4. Para conseguir una mirada deslumbrante, finalizar aplicando un poco de eyeliner blanco o iluminador en el extremo exterior del lagrimal.

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