Dejan ver la boca y son indispensables para las personas con discapacidad auditiva: por qué el uso de mascarillas transparentes no se ha extendido

Se empañan, falta evidencia sobre su eficacia contra el virus o tienen un precio elevado: estas son algunas de las razones que han impedido la normalización de su uso.

La diseñadora francesa Anissa Mekrabech, con problemas auditivos, posa con la mascarilla que ha diseñado y lleva hasta una ministra.getty

Desde que las mascarillas se han impuesto, se ha generado una barrera visual entre nuestra boca y el resto. El hecho, que puede resultar paradójico para muchos, se ha convertido en un auténtico obstáculo para otros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 5% de la población mundial padece algún tipo de perdida de audición discapacitante. Estas personas dependen en gran medida de la comunicación visual, como la lectura labial o el uso del lenguaje de signos, para establecer un correcto intercambio con los otros. La disponibilidad de estos tapabocas en versión transparente acaba...

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Desde que las mascarillas se han impuesto, se ha generado una barrera visual entre nuestra boca y el resto. El hecho, que puede resultar paradójico para muchos, se ha convertido en un auténtico obstáculo para otros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 5% de la población mundial padece algún tipo de perdida de audición discapacitante. Estas personas dependen en gran medida de la comunicación visual, como la lectura labial o el uso del lenguaje de signos, para establecer un correcto intercambio con los otros. La disponibilidad de estos tapabocas en versión transparente acabaría con esta limitación, que los excluye en una pandemia que cada vez demuestra con más claridad que sí afecta más a unos que a otros. Como ha manifestado ya António Guterres, secretario general de la ONU, «las personas con discapacidad se encuentran entre las más golpeadas por la covid-19». 

A las personas sin problemas auditivos también les reportaría múltiples beneficios. El profesor de neurociencia de la Universidad de Reading (Inglaterra) Bhismadev Chakrabarti lo defiende en Wired así. «Mucha información viene del área bucal en lo referente a, por ejemplo, el asco y la rabia. Puede ser una ligera contracción de los músculos elevadores, que mueven nuestras comisuras, las que reflejan mi estado. Si solo te fijas en mi mirada, podrías no ser capaz de adivinar mis emociones».

Necesitada por al menos un 5% de la población mundial y útil para tantas otras personas, ¿por qué no se ha extendido su uso?

Falta de homologación, el principal escollo

Las fuentes consultadas para este artículo en España (tanto de hospitales como farmacias) prefieren no contestar hasta que se dé un hecho necesario: la homologación de estos productos. Desde las farmacias, la respuesta es unánime: pueden hablar de las mascarillas que venden, pero no de otras a falta de su aprobación por el órgano competente.

Marcos Lechet, sordo desde los cinco años, lleva tiempo luchando por que esto suceda. Se reunió el 3 de septiembre con el ministro de Sanidad Salvador Illa tras acumular más de 80.000 firmas en una petición en Change.org. Diputados del PP, Coalición Canaria o Ciudadanos han sacado el tema a colación en diferentes ocasiones. «No nos olvidamos de ellas. Estamos trabajando para que las que hay disponibles en el mercado puedan ser homologadas”, contestaba Illa a Ana Oramas, portavoz de Coalición Canaria, el 15 de octubre en el Congreso.

La homologación se ha dejado en manos del Ministerio de Consumo, que el 13 de octubre comunicaba una nueva orden para regular los requisitos del etiquetado de las mascarillas, así como la publicidad de las mismas. No se mencionan las mascarillas transparentes, como recuerda Lechet en su Twitter.

Otros países sí que disponen ya de modelos homologados. En Estados Unidos venden Global Office con dos válvulas de respiración que filtran el aire, CleasMask LLC o LEAF. Francia cuenta con ASA Initia, de la diseñadora Anissa Mekrabech. La ministra encargada de personas discapacitadas en las Asamblea Nacional la usa con asiduidad. Stéphane Lenoir, coordinador del Colectivo Handicap en Francia, considera estos modelos un avance, pero «plantea la cuestión de la generalización y del precio». Y es que van desde los 10 a los 40 euros, según la marca.

El vaho, otro problema

Les sucede a muchos con el uso conjunto de gafas y mascarilla. Las lentes se empañan rápidamente al respirar usando ambos complementos. Lo mismo destaca Kelly Dougher, con problemas auditivos desde los cinco años, en su artículo para Allure. «Tienden a empañarse fácilmente», señala.

Las empresas están trabajando en solucionar este inconveniente. Es el caso de AllegraMask MED, una máscara que se fabrica en Alemania e Italia y vende Grupo Marcas PubliExpress en nuestro país. De policarbonato, aseguran integrar un sistema que evita que se empañen o rayen. Además, cumplen con la directiva 93/42/CEE de 1993 para la fabricación de productos sanitarios, al igual que las mascarillas quirúrgicas.

En España, tres jóvenes vascos han creado Weetbe Mask Osaka, avalado por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Según sus creadores, filtran el 98% de las partículas, son reutilizables, customizables y cuentan con un motor de ventilación para facilitar la respiración y quitar la sensación de ahogo. Está, claro, a la espera de homologación.

El uso que han hecho celebridades como Mónica Naranjo de mascarillas transparentes sin respaldo científico ha sido ampliamente criticado en redes sociales. A la espera de modelos aceptados por la comunidad y las autoridades competentes, las personas que deseen que se vea su boca tendrán que conformarse con modelos sin homologar o aquellos aprobados en otros países.

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