Cuidado con la ropa de cama: por qué debes usar el pijama solo para dormir y lavar almohadas cada tres días
Millones de microorganismos se quedan a vivir en las sábanas, y aunque no hay que alarmarse, varios expertos nos ayudan a establecer hábitos de higiene con nuestra ropa de cama.
Quédate en casa. Es la frase más repetida en la última semana, desde que se decretó el estado de alarma a consecuencia de la crisis por el coronavirus. Millones de personas en todo el mundo hemos pasado de la noche a la mañana a un aislamiento domiciliario y la tentación de vivir en pijama o de no salir de la cama es una realidad contra la que advierten los expertos: ahora más que nunca es fundamental mantener la higiene personal. ...
Quédate en casa. Es la frase más repetida en la última semana, desde que se decretó el estado de alarma a consecuencia de la crisis por el coronavirus. Millones de personas en todo el mundo hemos pasado de la noche a la mañana a un aislamiento domiciliario y la tentación de vivir en pijama o de no salir de la cama es una realidad contra la que advierten los expertos: ahora más que nunca es fundamental mantener la higiene personal. Ni podemos dejar de ducharnos, ni deberíamos descuidar la limpieza de la ropa de cama. La rutina de limpiar las sábanas y el pijama, además, es un hábito que aúna lo psicológico con lo microbiano: proporciona un equilibrio necesario de autocuidado y orden que no solo ayuda a mantener la mente centrada sino también a prevenir contagios. La recomendación unánime de los expertos: hacerlo, sin excusa, una vez por semana.
La Academia Estadounidense de Dermatología (ADD) sitúa entre 30.000 y 40.000 células de la piel que los humanos desechamos todos los días. “Es difícil de cuantificar, pero es muy probable que perdamos decenas de miles de células epiteliales a diario. Además, estas células propias de descamación van acompañadas de cientos de miles, por no decir, millones de microbios”, precisa Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología y director del departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco.
“Nuestra piel se está continuamente renovando y durante la noche perdemos células epiteliales, pelos y con ellos, bacterias, hongos y otros microbios. Lo ideal es lavar las sábanas por lo menos una vez cada semana”, insiste Quindós. Salvo que sudemos en exceso por algún motivo, no parecen necesarios los lavados más frecuentes. “Sin embargo, prolongar su uso más de una semana incrementa la presencia de restos celulares y de microbios”, advierte. No parece, tampoco, muy buena idea pasar todo el día con el mismo pijama con el que hemos dormido. “Sobre todo, porque -en el caso del pijama- incrementamos el tiempo de contacto con objetos y superficies de nuestra casa que pueden estar contaminadas con microbios patógenos”, advierte Quindós. “El pijama hay que lavarlo con la misma frecuencia que las sábanas o, incluso, dos veces a la semana”, recomienda este experto.
Lo que ocurre mientras dormimos
Si al despertarnos pusiéramos un microscopio muy potente sobre la almohada, “observaríamos cientos o, tal vez, miles de microbios distintos que forman parte de la microbiota de nuestra cabeza, cara y boca”, apunta este experto. Sin embargo, tranquiliza: “la mayoría son inocuos”. ¿Y en nuestro pijama? “Células de la piel, pelos, algún resto de polvo, alguna levadura, enorme proporción de bacterias, del orden de miles o de millones”, nos explica Maite Muniesa Pérez, profesora de Microbiología y miembro del departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
Sin embargo, “no pasa nada, la gran mayoría no nos van a hacer ningún daño porque no son patógenas para nosotros. En otros casos, nuestro sistema inmunológico nos protege bien”, tranquiliza. “Siempre las vamos a encontrar, las llevamos encima. El cuerpo humano tiene más células bacterianas que células propias. Además de bacterias, hay virus, levaduras, etc.”
“La piel es un órgano que va dejando células y descamación de la parte superficial de la epidermis, del mismo modo que también dejamos cabellos. La mayoría (de microorganismos) forman parte de la flora microbiana propia de la piel y son beneficiosos: contribuyen al equilibrio y salud de nuestra piel”, añade esta experta.
Según esta experta la frecuencia de lavado debería estar siempre condicionada a si nos duchamos por la mañana o por la noche, lo mucho o poco que sudemos, de si en la casa hay mascotas o si en la cama duerme también un niño… “La ropa de cama no va a ser estéril en ningún caso, pero obviamente, a mayor frecuencia de lavado, menor acúmulo de microorganismos”, concluye.
Invitados no deseados
Lo que evitamos con un lavado semanal es que cama y ropa se conviertan en un criadero de invitados no deseados. Las sábanas pueden servir de nido para todos ellos “porque pueden contaminarse con microbios y ácaros de la piel y de los aparatos genital, urinario y digestivo. Los microbios, sobre todo enterobacterias, como Escherichia coli, del aparato digestivo pueden causar infecciones, como las urinarias (cistitis). Un hongo, habitualmente inofensivo en el intestino, como Candida, en muchas personas puede causar infecciones de la boca o la vagina, entre otras. Los ácaros del polvo (Dermatophagoides) pueden ser una gran molestia para las personas alérgicas”, precisa Quindós.
Entre los microbios más preocupantes, nos explica, “estarían aquellos que pueden causar problemas de resistencias a los antibióticos, como los Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina SARM o MRSA, que pueden encontrase en las fosas nasales de algunas personas. Los estafilococos pueden causar desde leves infecciones cutáneas hasta graves infecciones de los huesos (osteomielitis) o multiorgánicas (bacteriemia). Algunos estreptococos de la boca, que con la saliva manchan la almohada, pueden ser causa de infecciones. También algunos hongos, presentes en la cara o el cuero cabelludo, como Malassezia, Microsporum o Trichophyton, pueden ocasionar lesiones cutáneas y del cuero cabelludo: dermatitis seborreica, tiñas, etc.”
Sin embargo, en opinión de Muniesa, “si somos personas sanas, es poco probable que haya bacterias que vayan a afectar a nuestra piel que provengan de nuestras propias sábanas. Otra cosa sería que fueran bacterias de otra persona, donde habría algo más de riesgo de que algunas de esas pudieran causarnos alguna infección leve. Pero eso sucedería si en una misma cama duermen muchas personas distintas, como en un hotel, por ejemplo. Por eso en los hoteles se cambian las sábanas tan a menudo y siempre entre huéspedes”.
“Sin duda, es una cuestión acumulativa: a mayor frecuencia de lavado, menor número de microorganismos y de alérgenos y de ácaros”, dice Muniesa. Sin embargo, explica, hay que encontrar equilibrios razonables entre la higiene adecuada y el uso eco responsable de agua y detergentes.
Así, quien esté cambiando sus sábanas o su pijama una vez al mes puede tener un problema, pero los expertos están de acuerdo en que lavar la ropa de cama a diario ni va a mejorar nuestra salud ni tampoco nuestra piel. En otras palabras: no es necesario. La ADD coincide en la recomendación del lavado semanal pero añade un matiz: sugiere cambiar las fundas de las almohadas dos o tres veces por semana.
Lo que ocurre entre la almohada y el cuero cabelludo si dormimos con el pelo mojado “es un asunto controvertido. La humedad va a facilitar el crecimiento microbiano, pero no es fácil establecer una relación directa con un posible aumento de las infecciones del cuero cabelludo”, reconoce Quindós.
Si, además de dormir, comemos, trabajamos con el ordenador y el móvil, o hacemos sitio a la mascota, incrementaremos la contaminación microbiana de la ropa de cama. “Aunque esto no tiene por qué implicar un aumento de las infecciones. Todo va a depender de los microbios contaminantes, y de la higiene de las personas y los animales”, precisa Quindós. “Las consecuencias pueden ir desde ninguna hasta infecciones leves de la piel, la boca, a situaciones más incómodas, como las cistitis, o que sean el origen de enfermedades infecciosas más graves. Va a depender del estado de salud de la persona y del microbio concreto. Cada uno de nosotros somos un mundo microbiano muy diferente”, añade.
Los restos de comida y las mascotas favorecerán, sin duda, el crecimiento de microorganismos. “Ahora, ¿es algo perjudicial para nuestra salud? No necesariamente. Nos afectará a la salud cuando haya un organismo patógeno y nuestro sistema inmunológico no pueda defenderse, o no inmediatamente, entonces podemos enfermar. Como digo, eso pasa relativamente poco, por suerte. Y en muchos caso es por ingestión de alimentos, agua, o persona a persona que nos ponemos enfermos, no por una ropa de cama que no se haya lavado en unos días”, modera Muniesa.
Teniendo en cuenta la cantidad de residuos que dejamos a lo largo de la noche, ¿sería mejor ducharnos antes de ir a la cama? “Sí, podría ser recomendable para disminuir la carga microbiana pero también puede ser excesivo para nuestra piel. Si nos damos una ducha por la mañana y utilizamos jabón o gel y champú, una segunda ducha por la noche debería ser sin estos componentes porque van a alterar las condiciones de la piel y su microbiota. En este tema hay bastante controversia porque un lavado excesivo puede alterar la microbiota cutánea y facilitar que nos colonicen microbios patógenos”, explica Quindós.
¿Cómo lavar BIEN las sábanas y pijama?
Conocida la frecuencia del lavado, los expertos precisan que también es importante el cómo. “Las bacterias tienen un amplio rango de temperaturas a las que se desarrollan. Nuestras bacterias crecen mejor entre 30 y 40 °C, son lo que llamamos bacterias mesófilas, a las que les gustan las temperaturas cálidas. Algo parecido podemos decir de los hongos y protozoos que viven en nosotros”, nos cuenta Quindós. Así, para lavar la ropa de cama, “la forma adecuada es realizar un lavado a una temperatura superior a 40 °C. Esta podría ser de 60 °C o más si hemos padecido en los días previos alguna enfermedad infecciosa”, precisa.
Podemos quedarnos completamente tranquilos con un ciclo de lavado normal de lavadora. “La temperatura, por supuesto, contribuye a una mejor higiene de la ropa”, coincide Muniesa. Pero para lavar la ropa “es suficiente con agua y jabón. El jabón dependerá del gusto y sensibilidad de cada cual, algunos detergentes desinfectantes no se deberían usar en la ropa de alguien con piel muy sensible, por ejemplo”.
Sin embargo, añade, “hay que diferenciar entre lavar y desinfectar. Los detergentes, a menos que especifiquen lo contrario, lavan, eliminan microorganismos por arrastre y en muchos casos inactivarán una buena parte de los mismos, pero no desinfectan en su totalidad. Para ello hay que usar productos específicos que eliminen microorganismos, hoy en día los hay disponibles en el mercado”.
¿Deberíamos lavar la ropa de cama nueva?
Lavar las sábanas o el pijama nuevos antes de estrenarlos “es recomendable por dos motivos: la presencia de conservantes de los tejidos que pueden ser irritantes para nuestra piel y la potencial contaminación microbiana que hayan sufrido durante su manipulación antes de nuestra compra”, dice Quindós.
“Desde un punto de vista microbiológico, parecen menos agresivos los tejidos de algodón, lino o seda que las mezclas sintéticas. Probablemente, porque sudamos más y sufrimos un número mayor de pequeños roces con las mezclas sintéticas, lo que puede propiciar un ambiente más favorable para que los microbios patógenos causen infecciones en la piel”, concluye.
Sin embargo, en los últimos tiempos se están desarrollando “tejidos sintéticos con propiedades antibacterianas y se propone su uso incluso para la ropa de hospital o para eliminar el olor de la ropa causada por las bacterias que crecen en el sudor de la piel. Es un campo muy prometedor”, avanza Muniesa.