Con estos trucos acabarás con el pelo graso
Y, de paso, a los mitos que lo rodean: sí se puede lavar a diario pero con champús neutros y sin siliconas.
No. Por mucho que Stuart Vevers y sus modelos de Coach nos vendan que el pelo graso es de lo más cool, tener un cuero cabelludo demasiado seborreico es una condena para quien lo sufre. Por suerte, no suele ser a cadena perpetua y, con algunos cuidados, se puede equilibrar.
¿Es necesario segregar sebo bajo la melena?
Sí. “La producen de forma natural las glándulas sebáceas par...
No. Por mucho que Stuart Vevers y sus modelos de Coach nos vendan que el pelo graso es de lo más cool, tener un cuero cabelludo demasiado seborreico es una condena para quien lo sufre. Por suerte, no suele ser a cadena perpetua y, con algunos cuidados, se puede equilibrar.
¿Es necesario segregar sebo bajo la melena?
Sí. “La producen de forma natural las glándulas sebáceas para lubricar el cuero cabelludo y proteger la cutícula del pelo”, explica Ana Menéndez, especialista capilar de Instituto Médico Dermatológico. Tampoco es tan raro: la piel del resto del cuerpo también produce una fina capa de grasa. Prueba a apoyarte en un cristal. El manchurrón es tu propia grasa.
¿Y por qué a veces es excesiva?
En condiciones normales la producción sebácea es inapreciable desde el exterior. Bueno, en unas cabezas menos que en otras. “Influyen factores genéticos. Tener un cabello más o menos graso es hereditario, como nacer con ojos claros o ser alto”, explica Ángeles Camargo, responsable de formación de Simone Trichology http://es.simonehair.com/. Sin embargo, a veces las glándulas sebáceas se ponen en huelga a la japonesa y fabrican más sebo del deseable. “Sucede en momentos de desequilibrio hormonal, como la pubertad, el embarazo o el período. Las enfermedades o trastornos de la glándula suprarrenal o pituitaria, los testículos o los ovarios, también pueden estimular la producción de sebo”.
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¿Influye la alimentación?
Comer mal es malo para todo. También para la cabellera. “Los alimentos grasos o con excesivos conservantes pueden desencadenar ciertos desarreglos hormonales o nerviosos que estimulen la producción sebacea”, recuerdan Mamen Almela y Giuseppe Sciannimanico, estilistas del salón Green Hair & Beauty. También la falta de vitaminas del tipo B, concretamente, la biotina o vitamina B7. “Controlan el correcto funcionamiento de la piel y del cabello y, si faltan, esos mecanismos se descontrolan”, recuerda Camargo.
¿Y fumar?
Sí, el consumo de tabaco contribuye a que se produzca un exceso de sebo. El alcohol, también.
El estrés o la falta de sueño, ¿lo potencian?
Ambas crean alteraciones en las hormonas que rigen las glándulas sebáceas, las estimulan y, como consecuencia, podemos notar más grasa en el pelo.
¿Conviene exfoliar el cuero cabelludo?
Exfoliar por exfoliar no es la solución. Para Menéndez “solo debe hacerse si el cuero cabelludo así lo requiere. Eso lo determina un especialista capilar previo análisis minucioso”.
La píldora anticonceptiva, ¿produce grasa?
Algunas sí. En ese caso lo mejor es consultar con el ginecólogo la posibilidad de cambiarla por otra.
¿Es para siempre o se trata de una irregularidad transitoria?
Afortunadamente suele ser pasajero y tratable. “Es más habitual en gente joven porque las hormonas andan ‘revueltas’. Con la edad el cabello, igual que la piel, tienden a resecarse y a perder lípidos”, apunta María Arosa, responsable de la perfumería Tu Cuidado.
¿Cómo podemos tratarlo?
Comprar a toda prisa un champú antigrasa en la tienda de la esquina no es la panacea. Lo mejor es acudir a un tricólogo (el dermatólogo especializado en asuntos capilares) para determinar las causas y el grado de hiperactividad de glándulas sebáceas. En muchos casos, el champú solo aliviará los síntomas, pero no curará el problema.
Pero, puestos a lavar el cabello, ¿qué usar?
Champús ligeros, de uso diario, con ph neutro, sin siliconas y con aceites esenciales (que no son aceites como tales sino extractos acuosos de las plantas) capaces de llegar hasta la glándula sebácea”, comenta Nuria Ortiz-Movilla, directora de formación de Phyto. En su fórmula suelen darse cita ingredientes como la hierbabuena, la ortiga o la menta, para equilibrar el cuero cabelludo (Champú Seborregulador de Klorane); la acción bactericida del aceite de eucalipto y el zinc, que reduce la irritación de cuero cabelludo (Spearmint Meadowsweet Scalp Shampoo de John Master Organics, Peppermint Shampoo de Malin+Goetz); arcilla blanca para eliminar el sebo y jazmín para desestresar el cuero cabelludo (Champú para cabello graso de Le Petit Marsellais); la filipéndula ulmaria, ácido salicílico o la madera de Panamá, con propiedades astringentes (Phytopanama de Phyto, Bain Divalent de Kérastase…); o la proteína de soja, que fortalece el folículo piloso e impide que el sebo invada todo el mechón (Phytocedrat de Phyto).
¿Lavándolo menos se reduce la grasa?
No depende del numero de veces que lo lavemos sino del producto usado. “Los que contienen siliconas, por así decirlo, ‘plastifican’ el cabello y el cuero cabelludo. El cabello aparentemente está más suave pero estos químicos impiden que el cuero cabelludo respire”, asegura Ortiz-Movilla.
Al lavar la cabeza, ¿restregar a fondo para desengrasar bien?
Mentalízate, tu cuero cabelludo no es una sartén. “Hay que lavar con suavidad. Si rascamos con fuerza, se elimina la capa hidrolipídica del cuero cabelludo y ya tenemos el efecto rebote: el cuerpo produce más grasa para reemplazar la que hemos quitado.
Y el fatídico día 2, ese después de lavarlo y en el que nos hemos propuesto no catar champú, ¿qué hacemos para que no dé aspecto de semisucio?
Hay dos opciones: hacernos un recogido o una coleta muy tirante con la raya muy marcada, “que además es tendencia esta temporada. La segunda es utilizar un champú en seco (por ejemplo, Hair Refresher de Davines, Champú Seco de Azalea, Instant Fresh de Fructis). Se aplica en la raíz, se deja actuar un minuto y se retira el exceso de producto con un cepillado”, explica la peluquera Lorena Morlote lorena-morlote.com. Este tipo de producto, cuyas ventas no paran de crecer, ofrece otra ventaja: aporta volumen, una cualidad que escasea en los cabellos grasos. Tampoco está de más aplicar sentido común: cuanto más se toca, más se ensucia. “Por eso”, recomienda Camargo, “conviene no cepillar demasiado (así solo logramos distribuir el exceso de sebo por todo el mechón) ni pasar a menudo las manos por el pelo”.