Botox versus infiltraciones: ¿qué diferencia lo uno de lo otro?
Todo dependerá de la duración del efecto que busquemos y la zona del rostro donde queramos aplicarlo.
Si hace un escueto y rápido sondeo entre sus amigas y conocidas sobre quiénes y cuántas llevan algún tipo de tratamiento inyectable en la cara, la respuesta le sorprenderá. Se lo adelantamos: cuatro de cada diez confirmará haberse sometido a operaciones estéticas, según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Lo más probable es que, de las cuatro, tres lo hayan hecho con las intervenciones más comunes: inyecciones de toxina botulínica o ácido hialurónico, que supusieron, en 2019, el 72% de las 159.429 intervenciones sin cirugía practicadas en España. Lo confirman los datos de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) y los recogidos en este artículo, que demuestran, además, cómo la demanda de este tipo de tratamientos aumentó de manera considerable tras la pandemia y se extiende cada vez más realizándose desde edades mucho más tempranas de lo esperado.
¿Pero cuál es la diferencia entre el botox y los inyectables?
La primera lección y puede que la más reveladora, es que “Botox” es, en realidad, el nombre de una marca y no un tratamiento en sí. Es decir, lo que Kleenex es a pañuelo de papel, Botox es a neuromodulador o toxina botulínica (conocido así por la primera marca que comercializó la sustancia). La segunda, que éstas también estarían incluidas dentro del concepto de infiltraciones, puesto que se realizan mediante inyecciones, y pueden ser tanto de toxina botulínica como de ácido hialurónico, inductores de colágeno, plasma, vitaminas y un extenso etcétera de rellenos. Sin embargo, aunque la terminología pueda dar lugar a error, los diferentes tipos de tratamiento están muy bien identificados y tienen tanto su porqué como su momento.
Toxina botulínica vs. sustancias de relleno
Remitiéndonos a su definición técnica, “la toxina botulínica es un derivado purificado de la bacteria Clostridium botulinum. Actualmente es uno de los activos con más indicaciones en medicina”, explica la Doctora Natalia Jiménez, médico especialista en dermatología clínica y estética del Grupo Pedro Jaén y miembro de GEDET (Grupo de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV). a S Moda. ¿Qué hace? “Paraliza o disminuye la función del músculo sobre el que se aplica. De este forma, se consigue relajar, durante algunos meses, los músculos faciales, previniendo la formación de arrugas y suavizando las existentes hasta ser casi inapreciables”, añade a esta definición la Dra. Isabel Moreno Gallent, presidenta de la AECEP. Aunque se utiliza también para tratar otros problemas como la hiperidrosis o para corregir asimetrías en el rostro, su uso más conocido es el de atenuar las arrugas de expresión en el tercio superior de éste: frente, patas de gallo y entrecejo. ¿Cómo se aplica? “Mediante inyecciones en puntos determinados de la musculatura implicada en la aparición de estas arrugas ligadas a la gestualidad facial”, añade Jiménez. Si se aplica bien, consigue resultados óptimos: “Aplicada por manos expertas, consigue dotar al rostro de un aspecto revitalizado y sin arrugas con resultados 100% naturales. Una de sus mayores ventajas es que no perdura en el tiempo y su efecto dura de cuatro a seis meses”, indica la Dra. Moreno.
En contraposición y como su propio nombre indica, “las sustancias de relleno son materiales que se infiltran en zonas en las que hace falta reposicionar o añadir volumen, normalmente porque se ha perdido con el paso del tiempo, aunque también puede deberse a una asimetría, un defecto o un rasgo poco estético que no está causado por el envejecimiento”, nos cuenta Jiménez. ¿Cómo funcionan? “Se inyectan debajo de la piel o en alguna capa de la misma y producen un volumen nuevo o recuperan un volumen perdido”, explica a S Moda la Dra. García Maroto de Clinique La Prairie Madrid. ¿De qué materiales se trata? “Actualmente, se trabaja con sustancias de relleno biocompatibles para evitar reacciones adversas como alergias o rechazo. Éstas son reabsorbibles, es decir, van desapareciendo progresivamente a lo largo de un tiempo que varía según la sustancia infiltrada. Llegado ese momento, el tratamiento puede repetirse si se desea”, indica Jiménez. “La más utilizada es el ácido hialurónico, que se encuentra en nuestro organismo de forma natural: es una sustancia líquida que forma parte del colágeno que produce nuestro cuerpo y ayuda a mantener la piel tersa e hidratada”, añade Myriam Yébenes, directora del Instituto de Belleza Maribel Yébenes. Desarrolla el tema y desglosa dichos materiales la Dra. Moreno Gallent: “Se pueden clasificar en función de su duración en el tejido; las hay que causan efectos temporales, semipermanentes o permanentes. Y también de acuerdo a su composición: además del ácido hialurónico, que es el más utilizado y se da en diferentes concentraciones, se utiliza colágeno (bovino, porcino y humano), ácido poliláctico, inductores de colágeno (hidroxiapatita de calcio), polimetilmetacrilatos o geles de poliacrilamida, entre otros”.
Diferencia principal: el volumen
Una vez distinguidos ambos tipos de inyectables, lo siguiente es entender cómo actúan sobre la piel y qué efecto produce: «No tienen nada que ver, son complementarios pero su efecto es diferente. La toxina actúa sobre el músculo y lo paraliza. Los materiales de relleno sirven para mejorar el aspecto de la piel y voluminizar zonas deprimidas», explica a S Moda la presidenta de la AECEP. «Fundamentalmente, la diferencia reside en que la toxina botulínica no aporta volumen y los rellenos sí actúan sobre este factor para reponer o compensar cuando hace falta», concluye Natalia Jiménez.
“La toxina botulínica produce un bloqueo de la liberación de acetilcolina, lo que se traduce en una relajación o parálisis muscular temporal” nos cuenta García Maroto. “Así, se aplica sobre el músculo responsable de la aparición de arrugas de expresión y hace que se contraiga con menos fuerza. De esta manera, vamos educando el gesto, la piel no se pliega con tanta fuerza y la arruga no se marca. El efecto de este tratamiento es una cara descansada, un rostro relajado y una mirada más abierta, fresca y juvenil. Si se hace correctamente, este tratamiento no paraliza ni modifica la expresión. Tampoco añade volumen. Simplemente proporciona un efecto buena cara de manera completamente natural”, explica la Dra. Jiménez.
En cambio, “las sustancias de relleno, sí inciden sobre el volumen a través de vías: rellenando la zona de tratamiento y/o induciendo la producción de colágeno para aumentar la densidad de la piel y hacer que sea más turgente y firme. Actúa a modo de esponja o almohadilla y su efecto es el de rellenar arrugas y surcos que no son susceptibles de desaparecer con toxina botulínica porque no están ligados a la mímica”, diferencia Jiménez. «Por su parte, los inductores de colágeno favorecen la producción de esta proteína ligada a la firmeza de la piel por parte del propio organismo, aminorando el descolgamiento y la flacidez de los tejidos asociados al envejecimiento. Podríamos decir que son potenciadores de los mecanismos que hacen que tu piel se llene por sí misma», añade.
«El efecto de ambos es temporal, pero su duración en diferente, el botox puede durar hasta seis meses, frente al ácido hialurónico que dura 12 meses aproximadamente. Los tiempos son estimatorios, ya que depende de cada persona, del tipo de relleno, de la zona, y de cómo cada organismo reabsorba el producto», nos indica Myriam Yébenes. «Además, es importante tener en cuenta que el botox comienza a hacer efecto un par de días después de su aplicación y podemos ver su resultado final pasados unos diez días. El resultado del ácido hialurónico, sin embargo, es inmediato», añade.
Por los efectos explicados anteriormente, la principal indicación de la toxina botulínica en medicina estética es la relajación de las arrugas del tercio superior de la cara; «mientras que los materiales de relleno los usamos para aportar el volumen que se ha perdido en el tercio inferior», aconsejan desde Clinique La Prairie Madrid.
La Dra Natalia Jiménez ayuda a definir las zonas: «La toxina botulínica se emplea sobre todo para tratar las arrugas de expresión del tercio superior del rostro; esto es, frente, patas de gallo y entrecejo. Son arrugas que pueden aparecer incluso en personas jóvenes que fruncen mucho el ceño o entrecierran los ojos constantemente porque son miopes, tienen los ojos claros, sensibilidad a la luz… Confieren un aspecto cansado, triste o envejecido, independientemente de la edad del paciente. También la usamos para reducir el código de barras que aparece en personas que fruncen mucho la boca, tratar el bruxismo o mejorar el tercio inferior del rostro reduciendo la fuerza de la musculatura del cuello que tracciona hacia abajo. En cambio, las sustancias de relleno se aplican para aumentar el grosor de los labios, hacerlos más armónicos cuando hay una clara asimetría entre el volumen del superior con respecto al inferior, atenuar arrugas profundas o cicatrices, reducir los surcos nasogenianos, rellenar ojeras hundidas y las fosas temporales, mejorar el perfil nasal, rejuvenecer el lóbulo de las orejas, marcar la línea mandibular, atenuar la flacidez (en el caso de los inductores de colágeno)… en definitiva, donde haga falta recuperar volumen».
Otras opciones
La ciencia avanza y, aunque ambos tipos de inyectables se llevan la palma entre las intervenciones sin cirugía, existen otros tratamientos que pueden sustituirlos en según qué ocasiones. «Disponemos de una gran cantidad de tratamientos para mejorar la textura, calidad y superficie de la piel; desde mesoterapia con ácido hialurónico y vitaminas, hasta terapia regenerativa con plasma rico en plaquetas, pasando por un amplio abanico de láseres para tratar y difuminar manchas, poros dilatados, arrugas, flacidez, piel apagada…», indica a S Moda Natalia Jiménez. Todas ellas aplicables dependiendo del paciente y tanto en solitario como combinadas.
¿Hay sustitutos? Al botox, de momento, parece que no: «Ninguna otra sustancia tiene el resultado de la toxina botulínica, insustituible», advierte la Dra. Moreno Gallent. Y añade: «Sin embargo, sí que hay una alternativa a los materiales de relleno previamente citados y es la grasa. Personalmente, me parece que es el mejor material que existe, puesto que lo extraemos de la propia paciente y se lo colocamos como un injerto de sus propias células».