«Berta ha abandonado el grupo»: cómo el Whatsapp más tóxico se convirtió en la otra pesadilla de esta pandemia
¿Cómo superar que muchas de las personas que queremos ven el mundo de una manera totalmente contraria a la nuestra?
Seguro que a muchas de las personas que nos están leyendo les resulta familiar la siguiente situación: de pronto un grupo de Whatsapp creado con el objetivo de mantener a la familia unida, saber de nuestros amigos de toda la vida o estar al tanto de lo que ocurre en el colegio de nuestros hijos se ha convertido en una auténtica batalla dialéctica en torno a la actualidad política. Los mensajes de ánimo y gratitud a los sanitarios del principio de la crisis del Covid 19 han ido dejando paso a opiniones a favor o en contra del Gobierno de Pedro Sánchez. Ya no importa el objetivo para el que el g...
Seguro que a muchas de las personas que nos están leyendo les resulta familiar la siguiente situación: de pronto un grupo de Whatsapp creado con el objetivo de mantener a la familia unida, saber de nuestros amigos de toda la vida o estar al tanto de lo que ocurre en el colegio de nuestros hijos se ha convertido en una auténtica batalla dialéctica en torno a la actualidad política. Los mensajes de ánimo y gratitud a los sanitarios del principio de la crisis del Covid 19 han ido dejando paso a opiniones a favor o en contra del Gobierno de Pedro Sánchez. Ya no importa el objetivo para el que el grupo fue creado. Ahora somos todos expertos en pandemias con muchos años de experiencia y politólogos que siempre saben lo que es correcto y lo que no. La tensión empieza a aumentar, los enlaces de diferentes medios de comunicación comienzan a compartirse con rabia, el «en mi humilde opinión» se convierte en un «vamos a ver» y al final pasa lo que todo el mundo teme: alguien ha abandonado el grupo.
La crispación política no solo nos ha separado como sociedad en las últimas semanas, también nos ha provocado disgustos personales. En muchos casos, además, ha contribuido a aumentar la ansiedad en una situación ya de por sí muy difícil para todos. «Me he llevado un buen berrinche al leer las opiniones tan radicales, fuera de contexto y casi siempre basadas en noticias falsas que algunos amigos han compartido en nuestro grupo de colegas. Al principio avisé que no tenía ningún interés en discutir sobre el coronavirus porque entendía que nadie teníamos ni idea y era hablar por hablar. Durante 65 días esquivé todas las polémicas hasta que la cosa se radicalizó mucho y llegó un día que contesté solo a lo que me pareció que no se podía dejar pasar. Me entristeció ver que amigos, a los que respeto y quiero muchísimo, elegían vivir todo desde un lugar en el que solo cabe la indignación y el odio. El día que me pasó me quedé muy triste, pero con el paso del tiempo lo he relativizado», asegura Teresa Sánchez de 43 años.
Matías Andrieu tiene 35 años, vive solo y ha pasado todo el confinamiento aislado en su buhardilla de Malasaña. Aunque había vivido crispación en otros grupos durante la cuarentena el peor momento ha sido una discusión muy fuerte con una buena amiga. «Comenté con ella –con la que he hablado muchas veces de política– mi opinión sobre la actitud de la oposición y comenzó una discusión muy acalorada. Me sentí muy mal y llegué a tener un nudo en el estómago. Al final le dije que no quería seguir hablando con ella de política porque no lo podía soportar. Me quedé triste y a los tres días la llamé con la excusa de pedirle una receta. Creo que no se ha tomado nada bien las cosas que le dije en nuestra discusión y noto la amistad más fría. No pienso que se haya roto para siempre, pero estamos más distanciados. Yo la quiero, no ha sido fácil».
Silvia Ramos es psicóloga clínica y detectó el problema entre sus grupos personales. A los pocos días publicó un post en sus redes sociales con algunos consejos para mantener la calma antes estas situaciones tan desagradables. «Yo siempre pido que tengamos en cuenta que en una situación de crisis las opiniones se vuelven más extremas. Es importante que nos centremos en lo que nos ha unido en esa amistad y no tanto en lo que nos separa. Hay que preguntarse por qué estoy en este grupo y no perder ese objetivo».
Por otro lado, la psicóloga explica que a veces nos vemos en la obligación de contestar a todos los mensajes y eso nos acaba provocando una situación de profundo agobio. «Debemos decidir dónde gastar nuestra energía, elegir muy bien nuestras batallas y ser respetuosos a la hora de dar una opinión. Es imprescindible pensar dos veces antes de mandar ese mensaje y reflexionar sobre si lo que estamos compartiendo puede ofender o hacer daño a alguien del grupo. Si es así hemos perdido por completo el objetivo del mismo. Por último, no hay que dar respuesta a todos los mensajes con los que no estamos de acuerdo, eso es agotador».
En Cataluña, expertos en convivir con la tensión
Si hay un lugar en España en el que se ha sufrido y mucho por la polarización política en los últimos años ese, sin duda, es Cataluña. “Siguiendo la lógica de la nueva normalidad coronavírica, en Cataluña creo que estamos en fase 4 de cómo tratar la política en grupos de Whatsapp. Llevamos tres años de procés y hemos vivido etapas muy crispadas y con mucha ansiedad y estrés: yo he visto a amigas abandonar grupos como quien pega un portazo que resuena en todo el edificio, compañeros de carrera insultarse por el nacionalismo o familiares de otros puntos de España buscando hacer daño con vídeos contra los catalanes. Ahora ya no se habla del tema. Aprendimos a medir las palabras o, simplemente, pasar olímpicamente de los disgustos y hacer algo mucho más efectivo y aglutinador: volver a enviarnos memes ajenos a la política o hablar de temas alejados del Parlament. Estos días, en mis grupos de Whatsapp no se habla de Nuñez de Balboa, alguna broma sobre vídeos virales cae, pero si se comparten, se suelen hacen siempre bajo el mismo enfoque: ¿no os recuerda a algo? ¿no os da como déjà vu?”, explica Berta López, 37 años y trabajadora del sector de la moda.
Por mucho que argumentemos, ofrezcamos datos, fuentes fiables y todo lo imprescindible para tratar de convencer a otro de que llevamos la razón es esencial saber que es muy complicado hacer cambiar de parecer a otra persona. Muchas veces los seres humanos solo escuchamos lo que queremos oír y nadie ni nada es capaz de sacarnos de ahí. Nuestros prejuicios son tan fuertes que ni todo el sentido común del mundo es capaz de derribarlos.
En un artículo titulado No vas a cambiar de opinión y publicado por The New York Times, los investigadores Ben Tappin, Leslie Van Der Leer y
* Algunos de los nombres utilizados en este reportaje son ficticios por respeto a las otras personas que están en los grupos de Whatsapp mencionados y con el objetivo de evitar más conflictos de los ya mencionados.