Anatomía de un perfume: la fragancia que revoluciona los sentidos gota a gota
A Drop d’Issey es el nuevo perfume de la firma Issey Miyake, una propuesta alegre y floral que nos sumerge en los misterios de la naturaleza a través un rompedora combinación de aromas naturales y notas de lilas reinventadas
Cuando intentamos describir un aroma siempre nos faltan adjetivos. «El olor es el sentido mudo, el que no tiene palabras», escribe Diane Ackerman en Una historia natural de los sentidos. «Detonan suavemente en nuestra memoria como minas, ocultos bajo la hierba de muchos años y experiencias. Pero basta tropezar con un cable invisible del olor, y los recuerdos explotan al instante», apunta. Los aromas son memoria y emoción. Como aquella famosa magdalena de Proust con la que una tarde triste y tonta se convierte en un cálido viaje a la infancia. Aparecen de forma inesperada, y en cuestión de segundos, de una combinación fortuita de notas, evocan un nuevo universo.
Esta escapada emocional es la que propone Issey Miyake con su nuevo perfume, A Drop d’Issey, una fragancia alegre y floral que nos sumerge en la naturaleza, invitándonos a desconectar un rato de la realidad –tan hiperconectada y, contradictoriamente, tan limitada– para cambiar de perspectiva y vivir una aventura memorable. Tras casi treinta años del icónico L’Eau d’Issey, la firma ha creado este bucólico refugio en el que, partiendo de la poética del agua, juguetea con los códigos de la percepción. Reinventa lo tangible, recreando personalmente los aromas a lilas; y materializa lo sensorial, capturando en un evocador frasco todos los misterios de la vegetación. Un viaje olfativo, gota a gota.
Una gota de misterio
Issey Miyake siempre ha creado desde lo desconocido. «En esta misión, la naturaleza es mi única guía: una ráfaga helada despierta una sensación; un viento gélido, una intuición; el crujir de un témpano, una emoción», defiende el creador. En el caso de A Drop d’Issey, el detonante ha sido una gota de agua, símbolo de lo minúsculo y al mismo tiempo, de lo esencial. Una gota que se mueve y se deforma, que a veces actúa como lupa, y otras, como espejo.
Según los antropólogos, nuestro sentido del olfato se desarrolló al comienzo de la evolución, cuando vivíamos entre mares y océanos. Quizá por eso, un olor necesita de una base acuosa para revelarse. Esa gota minúscula sobre la que Issey Miyake ha creado un imaginario alegre y poético, tiñéndolo de violetas y malvas, para formar una fragancia optimista y fresca. Con un delicado corazón de lilas, potenciado por la dulzura de la leche de almendra y la flor de azahar, este perfume es una travesía por un misterioso jardín, que arranca con una estimulante salida de rosas de Damasco y culmina en un memorable ramillete de madera de cedro, vainilla y almizcle.
Una gota de poesía
Si el olor es el sentido mudo, también lo es la flor principal de este perfume. Las lilas poseen una fragancia característica, pero la conservan celosamente. Tan solo una reproducción puede evocar su aroma de forma consistente. Como una alquimista moderna, la perfumista Ane Ayo se encargó de reproducir su olor en el laboratorio: analizándola bajo lupa para desvelar todas sus sutiles notas. ¿La finalidad? «Revelar lo que es invisible a simple vista, y trabajar el perfume en detalle, como para ocultar sorpresas en el corazón de la fragancia», responde Ayo. Y el resultado no podría ser más poético. A Drop d’Issey propone una paradoja entre lo real y lo inventado, un juego de ilusiones a base de aromas naturales y otros recreados sintéticamente.
Una gota de compromiso
Desde finales del siglo XIX, los perfumistas han ampliado su paleta aromática con componentes sintéticos que capturan las esencias de la Tierra, reproduciéndola aromáticamente de forma respetuosa, sin destruirla. A Drop d’Issey abre un nuevo capítulo hacia la sostenibilidad, tanto de la firma como del sector. «Durante el desarrollo del perfume, he utilizado EcoScent CompassTM, un herramienta que permite evaluar mis fórmulas de acuerdo con tres criterios –propiedades verdes, impacto medioambiental e impacto social– y, así, ofrecer la mejor solución en términos de ecorresponsabilidad para cada creación», apunta la perfumista Ane Ayo.
Los ingredientes naturales también han sido seleccionados responsablemente bajo ese prisma. La flor de azahar y la rosa damanesca proceden de un programa ético entre Firmenich y los productores, con el objetivo de mejorar sus condiciones de trabajo durante la recolección; mientras que el cedro se obtiene por recuperación de la corteza, procedente de la industria del mueble, a través de una de las cadenas de suministro para las maderas aromáticas más sostenibles. La forma que tiene la firma Issey Miyake de agradecerle a la naturaleza su inspiración, emancipándose de ella en la medida posible y reduciendo su huella de carbono.
Una gota de vanguardia
La naturaleza siempre ha dado forma a la arquitectura de la firma: los plisados, las líneas, los tejidos… El diseñador neoyorquino Todd Bracher ha sido esta vez el encargado de materializar esta comunión. Perfectamente redondo y transparente, el icónico frasco de A Drop d’Issey reimagina las formas del agua para captar su sentido poético. Una gota de agua en una sola pieza que captura su condición de lupa y espejo. El frasco, disponible en tres tamaños (30, 50 y 90 ml), emplea la cantidad exacta de vidrio, sin excesos, y cuenta con un 5% de vidrio reciclado PCR. Una oda a la naturaleza en todos sus sentidos.