¿Cómo se maquilla un desfile en 2024? En Prada hasta los pigmentos son conceptos

Tener que imaginar el maquillaje para el último desfile de Prada no era tarea sencilla: “La inspiración eran los años treinta, pero también los cuarenta y los sesenta. Algo de principios del siglo XX y de mediados del XIX. Una máquina, un alienígena o un cíborg. Pero a la vez tenía que ser moderno, fuerte y con un toq...

Tener que imaginar el maquillaje para el último desfile de Prada no era tarea sencilla: “La inspiración eran los años treinta, pero también los cuarenta y los sesenta. Algo de principios del siglo XX y de mediados del XIX. Una máquina, un alienígena o un cíborg. Pero a la vez tenía que ser moderno, fuerte y con un toque punk”, relata Lynsey Alexander, directora creativa de Prada Beauty, unos minutos después de que se apaguen los focos de la pasarela. En uno de los edificios de la Fondazione Prada a las afuera de Milán, la maquilladora comparte el proceso coordinado junto a los diseñadores Miuccia Prada y Raf Simons: “Colaborar con ellos es una inspiración sin fin. Creo que lo que más me gusta es el elemento de sorpresa, porque puedes pensar que algo va en una dirección y luego lo ponen patas arriba. Todo es posible, así que es liberador y aterrador a la vez”.

En esta ocasión, el resultado de apariencia sencilla oculta muchas horas de trabajo y sutiles intervenciones que hacen que la foto final no evoque ninguna de esas referencias históricas concretas, sino algo nuevo. “Empezamos probando cosas muy rotundas con plateados o negros, pero cuando Guido [Palau, el responsable del pelo de las modelos] creó este peinado tan severo, vimos que había algo mágico y fascinante en un rostro desnudo. No buscábamos que la conclusión hablara de una mujer específica, ni que se apreciara nuestra intervención, tenía que ser atemporal”.

La clave está en las cejas, en las que se suaviza el arco maquillando la parte superior, “casi como si se hubieran aclarado por el sol”. Intervenir este elemento en las modelos le sirve a Alexander para dar un toque inquietante, pero casi imperceptible que completa con una piel cuidada. “Es mi proceso preferido, siempre se lo digo a mi equipo: es la parte más extensa de la cara; da igual que hagas un labio perfecto si la piel se ve mal”. Aquí el sérum (Augmented Skin de Prada Beauty) se extiende al empezar, pero también al final, a toques en los pómulos sobre el fondo de maquillaje: “Es brillante, hidratante y jugoso, así que lo usamos para crear texturas y dimensiones, imprescindibles cuando tenemos un rostro desnudo”. En los labios aplica bálsamo y un nude según la piel de cada modelo: “Sobre todo hemos usado los tonos P159 y B13 [del labial Prada Monochrome Lipcolor Nude]”.

No es un maquillaje natural como se entendería en la calle: “Cualquier persona de a pie agregaría máscara de pestañas y definiría la ceja en vez de difuminarla. Con un maquillaje natural en la vida real, las mujeres buscan favorecer sus rasgos, pero un desfile no funciona así; se trata de maquillar la visión de una historia”. El papel del color sobre las pasarelas ha cambiado desde que Lynsey Alexander cogió las brochas hace más de dos décadas: “En los noventa esperabas a que llegara un gran desfile para inspirarte. O hoy no hace falta, puedes ir a YouTube o TikTok, así que la pasarela ha quedado como un lugar de evasión, un espacio para el surrealismo”.