El enorme negocio tras la ‘novia de Beirut’: cómo la explosión ha acabado también con el sueño de un futuro epicentro del lujo
Israa Seblani, ‘la novia de Beirut’ que se ha hecho viral al ser sorprendida por la explosión del pasado martes, vestía un traje blanco con profusión de encajes y bordados. Un modelo que encapsula el gusto maximalista y la pasión artesanal que caracteriza a la región que hasta hace unos días tenía planes ambiciosos para su mercado.
Pese a la inestabilidad política, la corrupción o la inmensa deuda externa, la capital de Líbano, Beirut, pujaba por convertirse en uno de los grandes destinos del lujo. Ciudad de contrastes, su mercado de la moda ...
Israa Seblani, ‘la novia de Beirut’ que se ha hecho viral al ser sorprendida por la explosión del pasado martes, vestía un traje blanco con profusión de encajes y bordados. Un modelo que encapsula el gusto maximalista y la pasión artesanal que caracteriza a la región que hasta hace unos días tenía planes ambiciosos para su mercado.
Pese a la inestabilidad política, la corrupción o la inmensa deuda externa, la capital de Líbano, Beirut, pujaba por convertirse en uno de los grandes destinos del lujo. Ciudad de contrastes, su mercado de la moda movía en 2017 1.520 millones de dólares (unos 1.290 millones de euros al cambio actual). Muy lejos de gigantes del Golfo Pérsico como Dubai, que multiplicaba este valor por 10, la cifra estaba cercana a la de Qatar y superaba con creces la de países como Jordania o Marruecos. Pero sobre todo podía presumir de algo que no poseen Emiratos Árabes o Arabia Saudí: ser el centro creativo más importante de la región. “Beirut ha sido durante mucho tiempo el centro creativo de la moda en Oriente Medio. Con una larga relación poscolonial con París, la ciudad tiene una profunda cultura que se asienta en la comunidad. Desde la alta costura y las joyas preciosas, hasta la nueva generación de vanguardia que se mantiene al frente con su activismo”, escribía en Vogue Sarah Mower.
El distrito de moda, Gemmayzeh, reunía frente al puerto tiendas de marcas independientes, joyerías o las sedes de algunas de las casas libanesas con más renombre internacional: Elie Saab o Zuhair Murad. A menos de dos kilómetros de la explosión que el pasado martes destrozaba el corazón de la ciudad dejando al menos 145 víctimas mortales y miles de heridos, los talleres de ambas maisons han quedado arrasados.
Cada día a las seis de la tarde, la sede de Zuhair Murad se vacía con una puntualidad que hizo que el miércoles no tuvieran que lamentar víctimas entre sus trabajadores por unos minutos. La explosión, poco después de las seis, destrozó el edificio de 11 plantas que albergaba su tienda, el taller o las oficinas. “Os informamos de que nuestro equipo, cuyas oficinas se encuentran en el derruido edificio de la sede de Zuhair Murad Beirut, está a salvo. Agradecemos todos los mensajes y la preocupación”, reconocía la firma en un comunicado. El diseñador se desahogaba poco después en Business of Fashion: “Hemos perdido todo, todos mis recuerdos. Construí este edificio piedra a piedra, día a día, noche a noche. Era mi sueño erigir una casa de moda en Beirut, mi ciudad, en Líbano, que es donde he nacido. Pero en un segundo todo se fue y perdí todo. Lloré como un niño”. El archivo de 20 años de la compañía, vestidos de novia ya terminados, trajes de costura a medias o la colección de arte del modisto volaron por los aires junto al inmueble en el que Murad también tenía su residencia.
En el que era uno de los barrios más exclusivos de la ciudad, y a menos de 300 metros de la maison Murad, se encuentra la oficina central de la que quizá sea la marca libanesa más internacional: Elie Saab. Experto en vestir princesas (de sangre o corazón) el diseñador y empresario ha revelado que su firma seguirá adelante tras cerrar la sede durante el mes de agosto para reparar los daños: “Todo el mundo está en shock con lo que ha pasado, pero es más por el país que por el daño material. Esto es un verdadero desastre”, explicaba una portavoz en WWD. Otras compañías más pequeñas han tenido que lamentar pérdidas irreparables: Maison Rabih Kayrouz publicaba en Instagram imágenes de la debacle en el atelier al que se había mudado el año pasado, para celebrar los 20 años de la empresa. También a dos kilómetros del epicentro, en el barrio de Geitawi, la enseña sostenible Roni Helou perdía todo su taller “El equipo y yo estamos a salvo, pero el atelier está destruido”, anunciaba el diseñador. La zapatera Andrea Wazen compartía en Instagram un vídeo mostrando su tienda en ruinas. El colectivo Creative Space Beirut era más crítico: “Estamos agradecidos de estar vivos. Estamos a salvo. En pedazos, pero seguros. Y sufriendo por este golpe a nuestra ciudad, por aquellos que perdieron sus vidas, sus seres queridos, sus hogares y medios de vida. Y llenos de rabia porque una vez más tendremos que reconstruir con nuestras manos lo que han destruido los que deberían protegernos”, escribían.
La catástrofe, unida a los estragos del coronavirus, supondrá la ruina para muchos jóvenes creativos de este territorio que siempre ha sabido cómo sobreponerse a los peores reveses.