Estas tres son las firmas que explican el furor por la moda australiana

Las nuevas tecnologías permiten que su ubicación en las antípodas ya no represente una barrera. El país exporta creatividad y una mirada sostenible.

Los dejes bohemios de las firmas australianas conquistan al mundo. En la imagen, desde la izda., We are kindred, Zimmermann y Camilla.SIMON UPTON, GEORGES ANTONI, ZIMMERMANN

Aire bohemio y cierta dosis de indulgencia determinan el carácter australiano, que ahora se plasma en diseños para compartir con el mundo. «Aquí siempre ha habido talento, pero nos frenaba nuestra posición geográfica, tan alejada del resto», analiza Nicky Zimmermann, directora creativa de Zimmermann. Desbaratadas las fronteras y acortadas las distancias gracias al poder de la tecnología, Australia defiende su visión propia: pasión por los estampados, impulso viajero y una profunda concienciación del impacto de la moda en el medio. Según la OCDE, su industria textil emplea a 37...

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Aire bohemio y cierta dosis de indulgencia determinan el carácter australiano, que ahora se plasma en diseños para compartir con el mundo. «Aquí siempre ha habido talento, pero nos frenaba nuestra posición geográfica, tan alejada del resto», analiza Nicky Zimmermann, directora creativa de Zimmermann. Desbaratadas las fronteras y acortadas las distancias gracias al poder de la tecnología, Australia defiende su visión propia: pasión por los estampados, impulso viajero y una profunda concienciación del impacto de la moda en el medio. Según la OCDE, su industria textil emplea a 37.000 personas, su semana de la moda cada vez despierta más atención y sus creativos internacionalizan sus propuestas vendiendo en multimarcas de lujo de la talla de Net-a-Porter o Moda Operandi.

Las hermanas Zimmermann conciben cada pieza como un pequeño tesoro cargado de detalles que sorprenden.CORTESÍA DE ZIMMERMANN

Zimmermann

En lugar de optar por una salida más convencional, tras graduarse en diseño en TAFE NSW, Nicky Zimmermann se lanzó a vender sus vivaces vestidos en la calle, en el mercadillo de Paddington en Sidney. Un golpe de suerte y una eficaz cobertura en los medios locales hicieron que la viralización y el impacto de sus singulares creaciones fuera casi inmediato. Solo dos años después, en 1991, abría tienda en la capital, incorporaba a su hermana Simone –responsable de «todas esas cosas prácticas que en realidad también hacen falta para construir un buen negocio»– y ampliaba la oferta con una línea completa de ropa y accesorios en la que no faltaban ni bañadores ni biquinis. Recién estrenada la década de los noventa, las hermanas Zimmermann fueron pioneras en identificar una oportunidad en el segmento del baño, muy alejado por entonces de la moda y las tendencias.

Aquel ingenio, unido al espíritu optimista, detallista y fresco de sus prendas, les sirvió para ganarse el puesto de honor que ahora, casi 30 años después, ocupan en el podio mundial del lujo. «Cada uno tiene su idea de los que es lujoso: para algunos es sencillamente caché, precio o accesibilidad; para mí se trata de algo que es único y especial, algo que no resulta fácil de encontrar», explica Nicky, que se ha beneficiado del poder amplificador de Internet y de la plataforma universal del comercio electrónico (fue una de las primeras en vender por ejemplo en Net-a-Porter). La firma hoy desfila en las semanas de la moda de Nueva York y de Sidney, viste a personalidades tan variopintas como Kendall Jenner, Margot Robbie, Beyoncé, Naomi Watts o Kate Middleton, y está presente en puntos tan exclusivos como los almacenes estadounidenses Saks Fifth Avenue y Bloomingdale’s o el inglés Harrods. Además, Zimmermann presume de tiendas propias en los principales destinos vacacionales del globo: de Saint-Tropez a Melbourne, pasando por Miami o Santa Mónica. ¿La última? La que inauguraba hace solo unas semanas en la isla italiana de Capri.

Frente al triunfo sobre las pasarelas de la funcionalidad o el streetwear, las hermanas Zimmermann no renuncian al hechizo eterno de volantes, puntillas o estampados. «Nuestro credo estético queda reflejado en todas y cada una de nuestras colecciones. La moda tiene que ser divertida y emocionante. Ha de conceder poder a la mujer que la lleva», señalan. Visten a una fémina cosmopolita reuniendo influencias culturales universales que entretejen con múltiples reseñas locales: «La inspiración es algo que está continuamente moviéndose y cambiando, pero a mí siempre me identificará mi formación en Australia: el estilo de vida, las historias… No es intencional, pero es inevitable. Extraigo referencias culturales de las cosas que son más significativas para mí», añade Nicky. El país se ha transformado desde que naciera su marca: «Si pienso en cómo era todo cuando empezamos y lo comparo con el panorama actual, es irreconocible. Creo que hay más apetito que nunca por otros relatos que vengan de destinos no tan usuales». Y las Zimmermann tienen historias más que de sobra para alimentar ese anhelo.

«Me atrae capturar un estilo de vida vibrante y bohemio», dice Franks, que encuentra inspiración en viajes imaginarios a rincones inusuales.GEORGES ANTONI

Camilla

La energía despreocupada de Bondi Beach, icónico destino de surf en pleno Sidney, ha dibujado la identidad de Camilla, firma homónima de Camilla Franks. Los estampados caleidoscópicos y los caftanes son su sello personal: con ellos se inició, casi por casualidad hace 15 años. Trabajando como diseñadora de vestuario para teatro, Franks confeccionó algunas túnicas a mano, para que las actrices pudieran llevarlas en los camerinos entre escena y escena. Aquello gustó y al poco se consolidó en una etiqueta que abarcaba el guardarropa completo. Hoy su nombre vende desde vestidos hasta sandalias o piezas de decoración.

«Quiero despertar el espíritu intrépido que reside en nosotras, todas tenemos derecho a experimentar la libertad y sentir alegría», expone Franks. «Por eso abrazo creativamente todos los ámbitos de la vida, creo que sentirse hermosa sin importar la talla, la edad o la raza es un derecho global». Reivindicaciones que se hacían evidentes sin ir más lejos el pasado mayo, cuando vestía a Halima Aden para la portada de Sports Illustrated. Con caftán de Camilla y hiyab a juego, la modelo se convertía en la primera en posar para la publicación cumpliendo todos los requisitos de la moda modesta.

Sus creaciones buscan provocar euforia y entusiasmo: «Cuando ideo una prenda me imagino algo bello y versátil, que se adapte y siente bien». También concienciación sobre el impacto causado en el proceso. La sostenibilidad empapa todas sus fases: desde la producción de materias primas como la seda o la lana –que respetan flora y fauna–, hasta los derechos laborales de los artesanos, que bordan a mano muchos de los acabados. El consumidor también debe involucrarse para cerrar el círculo: «Nuestro deseo es que cada vestido sobreviva lo suficiente como para ser transmitido de generación en generación», por ello es importante el cuidado. Acompañan cada compra consejos prácticos
tales como usar un aerosol refrescante para productos de seda o buscar tintorerías que reduzcan la huella química.

Las aventuras alrededor del globo, partiendo siempre de Australia, sirven de hilo conductor en We are kindred: «Esta vez tuvimos en mente destinos como Amalfi o San Sebastián».Simon Upton, Ik Aldama

We are kindred

La naturaleza, firmemente alojada en la idiosincrasia australiana, desempeña un papel decisivo en We Are Kindred, que incluso planta un árbol por cada prenda que vende en su web. «Con cinco habrás compensado la emisión de dióxido de carbono necesaria para recorrer 3.000 kilómetros», informan. Sus fundadoras, las hermanas Lizzie y Georgie Renkert, tienen el ojo entrenado para entender los cambios en las motivaciones del cliente: ambas presumían de varias décadas de experiencia en el mundo de la moda antes de fundar su firma en 2013. Lizzie como editora en una revista, Georgie como diseñadora: «El bagaje de Lizzie nos ayudó a comprender cómo funciona el panorama de los medios y cómo se maneja un negocio exitoso; Georgie aportó su manera de interpretar las tendencias», cuentan.

La influencia de su país natal se siente en sus propuestas: «Nos gusta pensar que Australia nos define, que tenemos un estilo marcado, aunque siempre lo mezclemos con otras historias». ¿La última? La pasión por los viajes, eso que llaman wanderlust, y las vacaciones. «En general, la industria local se ha centrado en lo que más gusta y con lo que se asocia a Australia: las colecciones verano y crucero». Un denominador común al que las hermanas Renkert suman su perspectiva hedonista: «Ropa que sea una declaración por sí sola, pero que a la vez permita expresar individualidad».

Lo logran con piezas trabajadas minuciosamente que conjugan las reflexiones de ambas. «Confiamos la una en la otra y solemos ponernos de acuerdo fácilmente». Al fin y al cabo, como defiende el nombre de su marca (en inglés, ‘somos parientes’), todo queda en familia.

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