¿Arte urbano? No, rural

El grafitero Parsec! ha transformado la fisonomía de su pueblo (Castrogonzalo, Zamora) con ayuda de sus amigos. Y no es el único. Nombres del arte callejero español dejan su huella en municipios pequeños.

«Kawai castellano»: un tributo crítico a Murakami.Mirta Rojo

¿Dónde hay que ir si se quiere ver una buena concentración de street art español? Al Raval, a Lavapiés, a Malasaña… y a Castrogonzalo, Zamora. Un pueblo de 519 habitantes, con escuela (todavía) pero sin panadería. El pueblo de Antonio Feliz, alias Parsec!, artista y grafitero que lleva una década transformando el municipio con la bendición de sus vecinos. Como José, camionero en paro que cedió los muros de su finca para que Feliz pintase una representación (de unos 40 metros de largo) de la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma. O Quique, electricista, que hace tres años salió de...

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¿Dónde hay que ir si se quiere ver una buena concentración de street art español? Al Raval, a Lavapiés, a Malasaña… y a Castrogonzalo, Zamora. Un pueblo de 519 habitantes, con escuela (todavía) pero sin panadería. El pueblo de Antonio Feliz, alias Parsec!, artista y grafitero que lleva una década transformando el municipio con la bendición de sus vecinos. Como José, camionero en paro que cedió los muros de su finca para que Feliz pintase una representación (de unos 40 metros de largo) de la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma. O Quique, electricista, que hace tres años salió de su casa a hacer unos recados y al volver por la noche se la encontró cubierta de pollos y gallinas (y un zorro que acecha al doblar la esquina). Bromea con que la suya es ahora una vivienda «ilustre» en el pueblo. Si hasta los de Correos utilizan «la casa de los pollos» como referencia.

A Luis, Concesa y Concepción, que el día que fue a Castrogonzalo echaban la tarde en un banco a la sombra, lo que más les gusta de los dibujos de Antonio, «el de la Toña», es que sean «de un hijo del pueblo». Antes de atacar un muro, el arista, que vive en Madrid y trabaja como profesor pero se desplaza a menudo a su tierra, suele indagar en el bar del pueblo para asegurarse de que no molesta a nadie. No han surgido conflictos. Como mucho, para decidir cuál es el favorito. Una encuesta rápida indica que la cosa está entre una colección de superhéroes imaginarios que hay en la entrada del municipio, y se ha convertido casi en su emblema, y los grafitis de galgos, que hacen un guiño a la tradición cinegética de la zona.

«Kawai castellano»: un tributo crítico a Murakami.

Mirta Rojo

Feliz ha llevado al pueblo a amigos que han dejado su impronta, como los grafiteros Neko o Vota Dier. A finales de agosto, con la ayuda de Guillermo de la Madrid, del blog Escrito en la Pared, Parsec! organizó un safari de unos 30 entusiastas del grafiti (entre artistas y simpatizantes) que durante un par de días acamparon en el pueblo, pintaron y comieron arroz con chorizo zamorano. Así que el frontón de Castrogonzalo, que ya tenía una pared gigante decorada por Parsec! ahora cuenta también con obras de Porfavor, Lázarototem, LE y Alto.

Este es seguramente el municipio español con más murales pintados por metro cuadrado, pero no el único. Almagro (Ciudad Real) y Puerto Lumbreras (Murcia) tienen la huella de sus hijos ilustres, los grafiteros Skount y Eltono. En Moraleja y Miajadas (Extremadura) se pueden ver todavía obras de San, artista que suele exponer en Europa y Estados Unidos. Pintar en los pueblos cobra cada vez más sentido, ahora que los ayuntamientos de ciudades como Madrid o Barcelona han endurecido sus directivas antivandalismo (no sin afán recaudatorio) y algunos grafiteros acumulan multas de hasta 20.000 euros. La única vez que Parsec! se topó con la Guardia Civil en Castrogonzalo, por cierto, el agente le pidió que le pintara el patio de su casa. No iba a ser menos que Quique, el de los pollos.

Antonio Feliz.

Mirta Rojo

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