Arreglada, pero informal y de izquierdas: todo sobre la camisa vaquera ligera de Pedro Sánchez

Tiene una enorme carga simbólica y denota profesionalidad sin ser demasiado seria. Analizamos por qué la elección de esta prenda no ha sido casualidad.

Pedro Sánchez en 'El Hormiguero'.Cordon Press (EL HORMIGUERO/CORDONORESS / Cordon Press)

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No puede ser casualidad -nunca debería serlo en comunicación política- que en su periplo televisivo de cara a las elecciones generales del 23J Pedro Sánchez se haya puesto la camisa vaquera. En 2019 ya le dio suerte: más que a sus entonces rivales Albert Rivera (que se puso una de Levi’s para ir a El Hormiguero), Pablo Casado (que llevó otra, bajo una americana abierta, al mismo programa) o Pablo Iglesias (que se remangó una, cuando todos los demás vestían de traje, en el debate de RTVE). No podía ser cuestión de azar, tampoco, teniendo en cuenta la enorme carga simbólica de esta prenda, que nació para el trabajo.

Como tantas otras prendas icónicas (el pantalón vaquero, para empezar), la camisa de tejido vaquero tiene un origen humilde. Se remonta a finales del siglo XIX, al calor del éxito de los pantalones de serge de Nîmes (más tarde conocido como denim) de Levi Strauss. La mezclilla se usó originalmente para confeccionar ropa de trabajo, como monos y chaquetas para mineros y trabajadores ferroviarios, debido a su durabilidad y resistencia al desgaste. La historia de la camisa vaquera está entrelazada con la de la moda y es parte de nuestra herencia cultural gracias a Hollywood y al universo de las estrellas. Steve McQueen, Paul Newman, Marvin Gaye, Bob Marley: basta mirar sus fotos de archivo para deducir que esta prenda respira la personalidad de quien la lleva.

De hecho en la década de 1930 la camisa de mezclilla se hizo popular entre los actores del momento. Era la que usaban los vaqueros en las películas del oeste y se convirtió en un símbolo de la rudeza, la masculinidad y la identidad estadounidense. Durante la década de 1950 la camisa de mezclilla se convirtió en un elemento básico del estilo rockabilly y músicos como Elvis Presley la usaron en el escenario. En las décadas de 1960 y 1970 fueron adoptadas por el movimiento contracultural, convirtiéndose en un símbolo de rebeldía e inconformismo. Bob Dylan con algunos botones sueltos, Bruce Springsteen remangado.

Después han continuado ligadas siempre a la moda y los referentes culturales del momento: por Brad Pitt en los noventa, David Beckham en los primeros años del nuevo siglo, y ambos a día de hoy. Como dijo la edición estadounidense de la revista GQ, la camisa de mezclilla adecuada «no solo da una imagen favorecedora y de seguridad en ti mismo sino que también resuelve prácticamente cualquier dilema relacionado con el guardarropa que se te presente».

Volviendo al gancho de este artículo, la camisa de Pedro Sánchez es algo más que una prenda comodín. El logo es casi imperceptible, pero en su entrevista con Jordi Évole y en El Hormiguero pudimos vislumbrar las letras CHHC bordadas en azul, las dos primeras sobre las dos últimas. En la marca en cuestión, Carolina Herrera, no disponen de información al respecto, aunque en su web se pueden encontrar modelos similares, en una mezcla de algodón y liocel, con una caída y un tono de azul índigo semejantes, bien con cuello abotonado, bien -como la de Sánchez- italiano. Su precio oscila entre los 100 y los 150 euros, ahora en rebajas entre 80 y 120 euros.

¿Tiene el detalle del logotipo poco visible alguna lectura? Preguntamos a Ana Velasco Molpeceres, periodista, profesora universitaria, autora del libro Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos (Libros de la Catarata. 2023) e historiadora especializada en comunicación y moda: “En general, la vinculación de políticos (y más de izquierdas) a marcas no es positiva. De hecho, en España, aunque hay varias cadenas de ropa low cost que podrían solucionar la papeleta, digamos, de escoger una marca que no sea cara… esto también es un tema espinoso porque sobre todo las figuras de Amancio Ortega y Zara son muy criticadas desde la izquierda por temas como el de los impuestos, las donaciones, la supuesta explotación laboral, la contaminación. Creo que lo mejor es que la marca sea invisible, aunque pienso que también podrían apostar, todos los políticos, no solo Sánchez, por marcas alternativas: verdes, sostenibles  confeccionadas en España o por personas en peligro de exclusión o por personas con discapacidad, por ejemplo, porque la moda es muy importante y transmite muchos mensajes. Que se vean esas marcas no es criticable, al contrario, añade al mensaje de los políticos. Otra cosa es, pongamos, que vistan de marcas de lujo”.

Efectivamente, existen camisas vaqueras de lujo. Basta con entrar en los templos de las compras online que son MyTheresa.com o MrPorter para encontrar un diseño muy parecido al de Sánchez, pero muchísimo más caro. La de la marca italiana Brunello Cucinelli con un precio de 590 euros, una sobrecamisa cuajada de logos de Gucci por 2.980 euros o una de Balenciaga en un tono degradado por 795 euros. En el lado más accesible hay modelos similares al del presidente en Pedro del Hierro (89,90 euros en su precio original, en este momento rebajada a 29,99 euros) o hechas con algodón orgánico en Capitán Denim (65 euros, rebajados ahora a 55).

Izda., arriba: Loro Piana (490€); dcha., arriba: Brunello Cucinelli (590€); abajo., izda: Bottega Veneta (950€); dcha., abajo: Gucci (1.200€)@ MyTheresa.com

“La ropa es importantísima en la imagen pública y en la construcción de un relato determinado”, continúa Ana Velasco Molpeceres. “La ropa habla, transmite muchos mensajes y lo hace de forma visual y silenciosa: no hace falta decir nada, hay mensajes que ya están ahí. El traje y corbata es autoridad, el vaquero es algo democrático. Las mujeres, en este sentido, tienen más problemas que los políticos para ‘contentar’ a la audiencia porque tienen más variedad para vestir y eso acrecienta los problemas: ¿faldas, vestidos? ¿Muy arregladas? ¿Cuánto maquillaje? ¿Qué accesorios? No hablemos ya de largo de las faldas o los escotes o incluso si ir en tirantes, cuánto brazo enseñar, etc. Además, a las mujeres se les acusa mucho más de frivolidad que a los varones”, reflexiona esta experta en historia, comunicación y moda.

En su opinión, la camisa vaquera es una opción muy buena: “Se sigue yendo con camisa, no con camiseta, pero transmite cercanía y además favorece mucho. Las camisas que mejor quedan son o blancas o azules. Y, frente a las camisas caqui que tienen un halo militar, son completamente civiles”. La camisa de este tejido, subraya Ana Velasco Molpeceres, “es popular (en buen sentido, en sentido democrático) y es de trabajador. Eso le acerca a los votantes de izquierdas”. En su origen, la camisa vaquera era una prenda de trabajo, estaba vinculada a la clase obrera. Que un político luzca camisa vaquera es una declaración de intenciones: dice, lo primero, que viste como todo el mundo y que es una persona corriente, de la calle, uno más; también transmite un compromiso con el trabajo y los trabajadores y, como no son camisetas, también profesionalización y respeto. La camisa es la prenda de prestigio y formalidad, a diferencia de la camiseta, por lo que el mensaje que transmite es: vengo profesional, pero no de traje y corbata, sino como una persona de la calle, de esas clases medias que siempre se sacan a relucir en las elecciones y que son las que deciden. Obviamente las camisas vaqueras no se llevan con corbata, que sería una vinculación con políticas y propuestas económicas más de derechas”, apunta. Y un importante detalle: “Que Pedro Sánchez lleve una camisa vaquera también le despega de la imagen de presidente, lo que dice Sánchez con ella es que es ‘otro’ Sánchez diferente al de las intervenciones gubernamentales: uno que sale a ganar, a sudar (en la campaña) y obviamente, como con la pana en los setenta, que es uno más, de izquierdas, de su electorado”.

En sus primeras campañas, recuerda Ana Velasco Molpeceres, “fue muy comentado el tema del uniforme de camisa blanca con chaqueta azul y corbata roja, porque siempre iba igual. En 2014 y 2016 hubo muchos reportajes sobre el tema y obviamente ese uniforme, bien solo la camisa, bien esa combinación, le servía para sus propósitos: daba confianza. Que ahora haya cambiado a la camisa vaquera habla de las transformaciones en política en España y en comunicación política, más concretamente, pues ahora quiere remarcar, en un contexto de auge de la derecha, su adscripción a la izquierda. Pedro Sánchez ha apostado por una indumentaria de trabajo (ojo, no de combate o militar, como muchas de las prendas que llevan en Vox y/o Santiago Abascal, que son caquis o arena), democrática, moderna y popular (estas dos últimas características, en sus múltiples lecturas). Es ropa civil. Y la lleva como ropa de trabajo informal: porque está trabajando. La camisa remangada responde también a ese clima mental o moral: está en ello”.

Pedro Sánchez, con camisa vaquera en ‘El Hormiguero’.Cordon Press (EL HORMIGUERO/CORDONORESS / Cordon Press)

Vaquera o cambray: la diferencia

Más allá de su simbología, una de las cosas que llaman la atención de las camisas vaqueras del presidente es su ligereza. La clave está en que probablemente no sea una camisa estrictamente vaquera, sino de cambray. La generalización entre ambas es comprensible, porque a primera vista pueden parecer muy similares. Ambas están hechas de algodón, tienen orígenes de ropa de trabajo y son típicamente azules. La diferencia entre una y otra es que mientras el tejido denim es una sarga (forma unas líneas diagonales), el cambray es un tejido liso. El cambray es liviano y ventilado, (pero no necesariamente fino) y tiene brillo, mientras que el tejido de mezclilla (el vaquero clásico) es más pesado y áspero, y su acabado es mate.

El cambray, además, tiene el peso ideal: es lo suficientemente liviano para ser cómodo y lo suficientemente grueso para que tenga cierta estructura. El corte que permite es elegante como una camisa de vestir, lo que significa que puedes usar esta camisa por dentro de un pantalón opero también llevarla remangada con unos pantalones chinos. En los meses de verano el cambray puede ser una mejor idea porque es más liviano y absorbe mejor la humedad que el denim.

Las medidas de la camisa denim perfecta

Hoy la camisa de mezclilla puede llevar más tejidos que el algodón e incluso tener un punto elástico, pero como bien dijo en una ocasión, el director creativo de la marca de vaqueros Lee Jeans, Michael Kampe, lo que hace que sea verdaderamente favorecedora son varios detalles específicos, como el canesú, la construcción del bolsillo, el ajuste, el acabado y las costuras. Durante los últimos 100 años, esos detalles pueden haber sido modificados por los diseñadores, pero el ajuste y la forma general siguen siendo los mismos.

La gran diferencia entre una camisa sastre y una de mezclilla es que una camisa de mezclilla será un poco más holgada alrededor del cuello y también puede ser un poco más relajada alrededor de los hombros y las mangas. Para que una camisa vaquera siente bien necesita tener un corte estilizado, pero nos tan ajustado como para parecerse a la que usarías en una reunión de negocios.

Si optas por un talle ajustado tu camisa quedará bien debajo de un jersey o metida por los pantalones para crear una silueta más formal, mientras que un corte amplio permite llevarla como sobrecamisa, por encima de una camiseta o de una prenda de punto ligero. Y al igual que sucede con los pantalones vaqueros, el lavado de la camisa vaquera depende de las preferencias personales, pero sí que hay que tener en cuenta que si se trata de un tejido estrictamente «denim», al lavarla es posible que encoja un poco, con lo que es recomendable lavarla con la menos frecuencia posible, idealmente a mano.

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