Anatomía (y oda) de la ‘ex’ pirada

La serie revelación de la temporada se llama ‘Crazy ex girlfriend’ y llega dispuesta a humanizar y empatizar con el arquetipo más maltratado de la cultura pop.

CW

Quién no ha fisgoneado una madrugada insomne las redes sociales de algún ex o ha urdido alarmantes tratados de psicología al descifrar un simple emoticono. Que levante la mano quien no haya rechazado cobrar 500.000 dólares al año en el mejor bufete de abogados en Nueva York para marcharse a un pueblo de extrarradio en California (y sin playa, ojo), sólo porque 10 minutos antes, en un encuentro fortuito por la calle, el tío con el que perdiste la virginidad en el campamento de verano y del que no sabías nada desde hace 10 años te dice que se muda allí.

Oh, eso no le ...

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Quién no ha fisgoneado una madrugada insomne las redes sociales de algún ex o ha urdido alarmantes tratados de psicología al descifrar un simple emoticono. Que levante la mano quien no haya rechazado cobrar 500.000 dólares al año en el mejor bufete de abogados en Nueva York para marcharse a un pueblo de extrarradio en California (y sin playa, ojo), sólo porque 10 minutos antes, en un encuentro fortuito por la calle, el tío con el que perdiste la virginidad en el campamento de verano y del que no sabías nada desde hace 10 años te dice que se muda allí.

Oh, eso no le pasa a todo el mundo.

Eso es lo que le pasa a Rebecca Bunch, treinteañera graduada en Harvard y Yale (y con dominio del mandarín), que vive en un apartamento de Manhattan con cristaleras gigantes pero sin alma y cuyo deporte favorito es eludir las incesantes llamadas de una madre pasivo-agresiva. Ella, workaholic de las que viste aburridos trajes de chaqueta, no tiene vida propia desde que afrontó su etapa adulta. Una tía listísima (y muy sola) que no sabe cuándo fue "el último momento de su vida en el que fue feliz" (algo que no deja de recordarle el copy de un anuncio cutre de margarina que ve en todas partes) hasta que se encuentra por la calle con Josh. Josh, el desflorador, el tío con el que compartió un verano adolescente, con el que tropieza cuando está a punto de ascender laboralmente y el que le hace volver a sentir "calidez en su corazón" mientras unas voces celestiales cantan I'm in love (estoy enamorada). Con esta premisa empieza Crazy Ex Girlfriend, la serie revelación del otoño en EEUU, un show desternillante dispuesto a dinamitar el arquetipo de la "ex pirada" que tanto ha castigado la cultura pop.

Para los que ya están enarcando la ceja ante el tufillo sexista que despierta la etiqueta (y título) de la 'exnovia pirada', un poco de calma. Ni la serie se llama 'mi exnovia pirada' (aquí no hay un hombre protagonista a lo Charlie Sheen en Dos Hombres y medio en plan "mirad a la vecina que me tiré, que está para que la encierren"), ni quiere ridiculizar hasta el extremo el arquetipo. No, la voluntad del show es la de empatizar con ese estado de locura transitoria que, quien más y quien menos, ha experimentado alguna vez en su existencia.

"Esto va de cómo una persona abraza la locura y cómo el ideal del amor ciego y la felicidad se apoderan de tu mente". Así defiende su serie Rachel Bloom –creadora, guionista y protagonista del show–, una artista cómica que había despuntado en YouTube con sus parodias musicales (impagable el videoclip de Fuck me, Ray Bradbury o la balada pop Pictures of your dick), que llamó la atención de la guionista de El diablo viste de Prada, Aline Brosh McKenna. Juntas capitanean una serie musical que ha seducido a la crítica y que toma la avanzadilla en esa nueva hornada de mujeres que están devolviendo el brío perdido a la rom com, aquí más centrada en ensalzar la sisterhood (Rebecca tejerá una amistad delirante con su nueva compañera de trabajo) que en la caza del príncipe azul. Y sí, el show que emite el canal CW  es musical e implica tragarse canciones, pero son tan desternillantes que seducirán hasta los alérgicos al género. Echen un vistazo si no a cómo se cachondea de lo asquerosamente doloroso (hay sangre anal incluida) que es prepararse para una primera cita:

Crazy ex girlfriend aterriza para ensalzar a la ex chiflada. Esa que tanto juego ha dado en la historia de la literatura, del cine y de las melodías pop con locas, piradas y majaretas estelares:

Alex Forrest ('Atracción Fatal')

Nudo en la garganta para todo aquel que vislumbra que su canita al aire puede acabar con un conejito hirviendo y una bañera ensangrentada. Muchos vieron en el filme de Adrian Lyne una dura crítica a la corriente feminista de los 80. La película era una yuxtaposición evidente de la dulce madre y esposa sensata (Anne Archer) frente a la mujer trabajadora de éxito y soltera (Glenn Close). ¿La triste moraleja? Las tías que van de liberales son unas locas del copón que intentarán atraparte a toda costa.

Glenn Close como ex pirada indiscutible en ‘Atracción Fatal’.

Cordon Press

Bertha Mason ('Jane Eyre')

(Va un spoilerazo pero, a ver, que estamos hablando de un clásico de 1847) La primera mujer de Mr. Rochester en la novela de Charlotte Brontë, la loca del ático suicida, el impedimento que atormenta el futuro marital de Jane Eyre, es el ejemplo clásico de la literatura occidental. Mason es el fantasma, la mujer violenta, la mancha de expediente, la traba a la felicidad entre los protagonistas. Todo lo que separa a Jane de su futuro perfecto. Hasta que no desaperece del mapa no hay alivio y triunfo del amor. La escritora Kate Mosse rescataba recientemente en The Guardian a Ancho mar de los sargazos, la precuela de Jane Eyre que ideó al escritora dominicana Jean Rhys a mediados de los 60, en la que se humanizaba a Mason. Aquí no era la otra, la secundaria que aterroriza Thornfield, sino que daba la voz protagonista a una mujer atrapada por una sociedad patriarcal y profundamente racista, infeliz en su matrimonio y obligada a trasladarse a Inglaterra. Como para no enloquecer un poquito.

Bertha Mason, la ex encerrada y escondida de ‘Jane Eyre’ (aquí en la película de 1981 interpretada por Jean Marsh)..

Taylor Swift (Blank Space)

Decía Pitchfork que 2014 había sido el año de la crazy ex girlfriend en el universo pop femenino. Que Taylor Swift, con su videoclip de loca de los peines a la que le importa todo un pimiento, era el epítome de un año en el que otras cantantes habían tirado por los mismos derroteros (Iggy Azalea, FKA Twigs, Sharon Van Etten, Likke Ly). Swift, erigida como icono pop contemporáneo de la ex incómoda pero reinante, presumía públicamente de su etiqueta de 'crazy bitch'. Nancy Jo Sales se lo recordó en su entrevista en Vanity Fair cuando destacó que los tabloides la comparaban con Glenn Close en Atracción Fatal por, supuestamente, comprarse casas cerca de sus ligues para acosarlos. "La gente dice eso sí, que aparentemente me compro una casa cerca de cada tío que me gusta. Parece que me va eso. Si me gustas, supuestamente me adueñaré de todo el mercado inmobiliario para volverte loco y que me dejes. Como si tuviese sentido, como si fuese algo que fuese a hacer".

Ahora puede presumir de que ya tenía mansión en Beverly Hills mucho antes que el último de su lista se comprase la suya y se forra cantando eso de "tengo una extensa lista de ex novios que te dirán que estoy chalada". La revancha de la ex pirada se sirve cantando (e ingresando 285 millones al año).

Taylor Swift, la reina del género en versión pop.

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