Alvarno: «Con Karl solo había una opción, la palabra ‘no’ no existía»
Los diseñadores de la firma, Arnaud Maillard y Álvaro Castejón, trabajaron codo con codo en París con Lagerfeld. Frente a su ‘personaje’ serio, lo recuerdan como un jefe atento, divertido y detallista.
El francés Arnaud Maillard y el navarro Álvaro Castejón, creadores de Alvarno, se conocieron trabajando para Karl Lagerfeld en París. Maillard colaboró 15 años con el diseñador alemán, y Castejón también trabajó con él en Fendi. En 2010 desfilaron por primera vez con su firma propia y han obtenido el premio L’Oréal a la mejor colección de la MBFW Madrid en tres ocasiones en 2014 y 2015. Recuerdan para S Moda cómo fue para ellos conocer a Lagerfeld y explican la huella que ha dejado en sus vidas forjarse junto al káiser....
El francés Arnaud Maillard y el navarro Álvaro Castejón, creadores de Alvarno, se conocieron trabajando para Karl Lagerfeld en París. Maillard colaboró 15 años con el diseñador alemán, y Castejón también trabajó con él en Fendi. En 2010 desfilaron por primera vez con su firma propia y han obtenido el premio L’Oréal a la mejor colección de la MBFW Madrid en tres ocasiones en 2014 y 2015. Recuerdan para S Moda cómo fue para ellos conocer a Lagerfeld y explican la huella que ha dejado en sus vidas forjarse junto al káiser.
Arnaud Maillard
Siempre supe que iba a trabajar con Karl Lagerfeld, sí o sí. Se lo dije a mis padres al verlo en un programa en la televisión, yo tendría 15 o 16 años. Cuando ganó el Dedal de Oro llamé a su oficina diciendo que era de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne para que aceptaran tener una cita conmigo. Fui con mi book y me dijeron que si quería podía empezar a trabajar el lunes siguiente. No me lo podía creer. Tenía 19 años cuando empecé a colaborar con él, y ayudaba en todos los departamentos: prensa, licencias, taller, comercial… Comencé haciendo prácticas y allí seguí, durante 15 años.
Recuerdo que le iba a comprar su Coca-Cola Light. No paraba de beberla. Bajaba de la oficina en los Campos Elíseos a comprar 10, 12, 15… Karl era una persona atenta al detalle para todo. Mandaba flores siempre después del desfile, tenía detalles en los cumpleaños. Y un sexto sentido: te miraba y sabía si estabas cansado, si no estabas bien. Cuando pasaba algo en la empresa él lo notaba por tu tono de voz. Una vez tuve gripe cuando preparábamos una colección y me mandó un abrigo negro de cashmere de Dior con una nota que decía: «Cuídate, todavía quedan siete días y hace mucho frío en París».
Mandaba flores siempre después del desfile, tenía detalles en los cumpleaños
Le gustaba estar rodeado por un equipo joven, preguntaba, quería saber. Porque siempre se adaptó a su época, hizo una moda real. Chanel vivió la época de Coco y luego no tuvo un diseñador que dejara huella hasta que llegó Karl. Además, controló cuatro grandes casas a la vez: Chloé, Lagerfeld, Chanel y Fendi; ningún diseñador ha conseguido eso. Yo lo he aprendido todo de él: a ser capaz de hacer tres cosas a la vez, a ser exigente conmigo mismo y con el equipo, a pasar de una cosa a otra al segundo. Fue un máster que no tiene precio. Porque era una persona muy, muy exigente. Para Karl solo había una opción, para él la palabra ‘no’ no existía. Decía eso siempre: «Conmigo solo hay una opción, no dos». Pero pedía las cosas de manera educada y con sentido del humor.
Porque tenía ese personaje serio, con gafas y camisa blanca, que veía todo el mundo. Pero en realidad era abierto y divertido. Cuando empezó Gran Hermano en Francia estaba enganchado, cada día hablábamos de eso. Y de cualquier tema, no solo de moda. Yo he llorado de risa hablando por teléfono con él.
Álvaro Castejón
Llegué a Lagerfeld Gallery cuando la firma llevaba un año desfilando, y seguí allí durante nueve años más, y un año en Fendi. Todo de su mano. Recuerdo bien la primera vez que vi a Karl Lagerfeld: yo acababa de terminar de trabajar en McQueen, donde había pasado año y medio, y estaba en plena búsqueda para encontrar un nuevo proyecto. Visité una librería en París a la que Lagerfeld iba mucho, y me crucé con él allí. Para mí fue como ver a un genio. Porque genialidad es la palabra para describir a Karl Lagerfeld. Su cultura era inmensa, compraba muchos libros, creo que tenía una colección de unos 500.000.
En 2001 empecé a trabajar con él. Cuando esto ocurría, pasabas a formar parte de su pequeña familia de gente muy cercana. La exigencia era total, pero también vivías un aprendizaje diario casi sin darte cuenta. Cada frase que decía era irónica, genial. Era divertido estar trabajando a su lado.
Cada frase que decía era irónica, genial. Era divertido estar trabajando a su lado
Era una persona muy cercana con su gente. Si quitabas la coraza que tenía de protección el personaje, encontrabas a alguien que tenía detalles continuos, en las vacaciones, en Navidad… Y con todo el equipo, no solo con su mano derecha. A mí me parecía alucinante que alguien que se movía a ese nivel recordara cosas. Una vez vino mi madre al desfile y la conoció. Luego siempre me preguntaba por ella, y un día me dio un regalo para que se lo llevara.
Aprendí mucho con él: a hacer varias cosas a la vez y que todo fluya. Él dibujaba, hacía fotos, lo gestionaba todo… Y eso se va impregnando poco a poco en ti. Fue algo que notamos cuando empezamos con Alvarno. Él nos dio el sello de la constancia, del trabajo, de esa dualidad de hacer varias cosas a la vez, no tener miedo, aprender de todo y seguir adelante pase lo que pase, con las antenas y lo ojos bien abiertos para ver lo que vendrá.