Adictos a las revistas de papel
Aunque parezca que a la sociedad 2.0 ya no se interesa tanto por las publicaciones en formato físico en favor de la inmediatez online, son muchos los que se empeñan en demostrar que ambas opciones no son antagónicas sino complementarias.
Antes de que el semanario Newsweek anunciara que deja de editarse en papel, el precio de su primer número ya se subastaba en internet por más de 4.000 dólares (3.100 euros). Un ejemplar de Playboy de enero de 1955 con la pin-up Betty Page como playmate del mes se ofrece por 4.500 dólares (3.500 euros). Aunque parezca que a la sociedad 2.0 le han dejado de interesar las publicaciones en formato físico en favor de la inmediatez online, son muchos los que se empeñan en demostrar que ambas opciones no son antagónicas sino complementarias. Entre ellos, adictos a las revistas capaces de todo por s...
Antes de que el semanario Newsweek anunciara que deja de editarse en papel, el precio de su primer número ya se subastaba en internet por más de 4.000 dólares (3.100 euros). Un ejemplar de Playboy de enero de 1955 con la pin-up Betty Page como playmate del mes se ofrece por 4.500 dólares (3.500 euros). Aunque parezca que a la sociedad 2.0 le han dejado de interesar las publicaciones en formato físico en favor de la inmediatez online, son muchos los que se empeñan en demostrar que ambas opciones no son antagónicas sino complementarias. Entre ellos, adictos a las revistas capaces de todo por su objeto de culto. Algunos pagan fortunas por sus números favoritos, otros impulsan nuevas vías de distribución e incluso deciden crearlas ellos mismos. Sin salir de España se encuentran joyas como Candy, Apartamento o Yorokobu.
La alta cotización de algunas revistas en Internet va más allá de su valor histórico. Cabeceras mucho menos antiguas que la septuagenaria Newsweek también disparan sus precios para los magazine junkies -los llamados “yonquis de las revistas“-. Aquellos para los que la británica The Face era una religión, o cuanto menos revolucionaria en contenidos y tipografías, valoran un número atrasado de Dazed & Confused con Kate Moss en portada por 200 libras (230 euros).
Si las revistas formaran parte de las grandes artes, Candy o Fanzine 137 serían algunas de sus obras maestras. Son dos publicaciones editadas en España, con una tirada limitada no superior a los 1.500 ejemplares y para la que han colaborado fotógrafos como Mario Testino, o Wolfgang Tilmans. Tras ellas se encuentra Luis Venegas, quien se convirtió en coleccionista antes que en editor.
Él es uno de los que considera que las revistas en papel y las publicadas online no son universos antagónicos. “Tienen muy poco que ver -dice a SModa-. Lo digital tiene una inmediatez a la que lo impreso no puede aspirar. Sin embargo, algunas de las mejores revistas ofrecen un nivel de excelencia en diseño y contenidos que hasta la fecha no tiene contrapartida en el mundo digital“.
Buscar, admirar y conseguir revistas es una obsesión que alimenta sin pudor desde la infancia. Confiesa haber pagado cantidades considerables por ciertas publicaciones y haber comprado algunas varias veces, un ejemplar para hojear y otro para conservar. Con el tiempo encontró un modo de canalizar esa pasión y compartirla con otros. Comenzó a crear sus publicaciones soñadas, al más puro estilo "hazlo tú mismo" y con grandes resultados.
La web coverjunkie.com, una comunidad online de adictos a las revistas, se centra en las portadas. A pesar de su naturaleza digital, ha llegado a crear la “metarevista“, que recopila en sus páginas sus piezas favoritas. En el olimpo particular de coverjunkie.com están los cuatro números de Candy que hasta el momento Luis Venegas ha lanzado al mercado. En algunas de ellas el fotógrafo Terry Richardson inmortaliza a Chloe Sevigny y James Franco, travestidos ante la cámara del estadounidense y avanzando los contenidos del magazine. Esa imágenes han dado la vuelta al mundo y han colaborado a que sus creaciones en papel también coticen al alza en las subastas por internet.
Otro ejemplo que demuestra que el papel y el bit son universos complementarios es el de Kati Krause, periodista alemana que además de impulsar en su día proyectos como la revista Ling ha trabajado para empresas online como Dailymotion o Etsy. Es también responsable junto a Olivier Talbot de Tinta de la Casa, una exposición cuatrimestral que acerca a distintos espacios de Barcelona, Madrid y Berlín cabeceras de todo el mundo. Su propuesta es además la única posibilidad de distribución de algunas de ellas.
“Quizá las revistas en papel hayan perdido su posición como medio de comunicación dominante, pero están encontrando su nuevo espacio. Ahora, más que nunca, tienen una posición definida", nos explicaba Krause durante su asistencia a la Campus Party de Berlín del pasado agosto. La clave, comentaba, es que se está cambiando el concepto de revista. “En torno a ella giran múltiples canales de comunicación. Gravitan blogs, exposiciones, social media, conferencias… Las nuevas revistas crean comunidad y valor de marca a partir de algo físico. Así ocurre con "It`s nice that" o "Apartamento", apuntaba ella. O la también española Yorokobu, añadimos nosotros.
Entre los defensores de este culto a la revista se encuentran nombres ilustres del periodismo y la edición de libros como James Atlas. El estadounidense es crítico literario en el diario The New York Times, donde también ha sido editor de su suplemento literario y de su magazine dominical, y un adicto confeso a las revistas, a las que ha llegado a reivindicar en las páginas del periódico y no solo a las de gran relumbrón intelectual. En uno de sus artículos reconocía que las revistas le robaban muchas horas de lectura. Desde una edición de GQ, que le trasladaba a Madrid por vez primera en su vida a través de un reportaje sobre las mejores rutas para tapear, hasta la sección de cotilleros del Vogue que compra su mujer pasando, en un recorrido de lo más variado, por los reportajes fotográficos de las casas de campo seleccionadas por House & Garden.