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Ha llegado la hora de que el ‘low cost’ deje de clonar estos accesorios

Los mocasines de Gucci, el bolso Falabella de Stella McCartney o los botines de tachuelas de Chloé han contado con versiones para todos los gustos.

Los botines Susanna de Chloé son uno de los modelos más míticos de la marca. Nacieron en 2008, pero sus tachuelas, tan famosas como reconocibles, triunfaron en los primeros blogs y cuentas de Instagram de moda inspirando numerosos clones. Años después siguen apareciendo nuevas versiones: Zara ha incluido este par en su colección para este invierno. Puede que ya se hayan convertido en un modelo icónico, pero ya se han hecho suficientes interpretaciones.
Reconocerán el bolso Falabella de Stella McCartney por la cadena que recorre su silueta y hace las veces de correa. Una ocurrencia que la diseñadora presentó en 2010, justo a principios de la década, y que en pleno 2019 sigue presente en numerosas marcas low cost.
Las zapatillas virales de 2018, las Triple S de Balenciaga, se agotaron incansablemente durante todo el año a pesar de superar los 700 euros. Las grandes cadenas pronto empezaron a lanzar sucedáneos asequibles y las versiones han ido proliferando sin cesar. Ya tenemos demasiadas. ¿Un ejemplo bastante conseguido? Estas de Pull & Bear para este otoño-invierno, que incluso mantienen los mismos colores.
No es el clon más repetido de la década, pero quizá es porque no le ha dado tiempo. La aparición del prendedor con logo de Gucci en el street style suscitó gran furor por el accesorio y varias marcas han lanzado accesorios similares por una ínfima parte de su precio: el original supera los 300 y este, de Sfera, cuesta tres euros. Pero, claro, no es lo mismo si no lleva el logo de Gucci. Razón suficiente para parar de versionarlo antes de que se convierta en las nuevas horquillas de perlas.
Otro modelo de la maison francesa es también fuente de inspiración inagotable para la moda rápida. La desaparecida cadena low cost Blanco vendió en su día opciones de todos los colores y ahora Sfera vuelve a probar suerte con la enésima interpretación. Acolchado solo hay uno y es momento de dejar de intentarlo.
Los bolsos de perlas monopolizaron el invierno de 2017 y continúan sobreviviendo dentro del universo de las microtendencias 'instagrameables'. La marca británica Shrimps está detrás del modelo primigenio, pero los últimos meses no hay marca que se resista a comercializar el suyo. Bershka (en la imagen) es una de las últimas en probar suerte con las perlas blancas.
Otras tachuelas hiperfamosas son las de Valentino. Los Rockstud revolucionaron la moda en 2011 y, desafiando la volatilidad actual de las tendencias, no han perdido popularidad. Tanto la versión stiletto, como la bailarina plana o la sandalia de tacón siguen siendo un éxito de ventas (tanto las originales como las imitaciones). Asos sigue teniendo opciones tan idénticas como esta.
Otro bolso que ha despertado el interés general de los consumidores y las marcas high street es el Dionysus de Gucci. En portales como Amazon abundan las réplicas.
De cuando en cuando, Zara y compañía vuelve a versionar el clásico de los clásicos: los zapatos joya (los Hangisi) de Manolo Blahnik a los que tantas alegrías le dio el cameo en Sexo en Nueva York.
Si hubiera que elegir la mochila de la década probablemente las de la marca Fjällräven Kånken encabezarían la lista. De ahí que también hayan cosechado una buena ristra de modelos que comparten silueta y hasta un logo parecido. Las originales rondan los 60 euros, un precio bastante asumible como para seguir empeñados en hacer réplicas.