¿A quién se le ocurrió empezar lo del amigo invisible?
Pandillas de amigos, compañeros de trabajo o familias; nadie puede escapar. Descubrimos el origen de esta tradición (si es que se puede llegar a él).
Muchos y muchas se ponen su disfraz de Grinch de la Navidad según se van encendiendo las luces de las calles, los villancicos se cuelan en los hilos musicales y el turrón hace su aparición en los estantes del supermercado. Todo es susceptible de convertirse en foco de sus quejas, pero hay una actividad que supera a todas las demás (incluidas cenas familiares y de empresa): el amigo invisible. Misteriosamente provoca un rechazo inmediato -hay series con capítulos especiales sobre dicha actividad como 30 Rock de Tina Fe...
Muchos y muchas se ponen su disfraz de Grinch de la Navidad según se van encendiendo las luces de las calles, los villancicos se cuelan en los hilos musicales y el turrón hace su aparición en los estantes del supermercado. Todo es susceptible de convertirse en foco de sus quejas, pero hay una actividad que supera a todas las demás (incluidas cenas familiares y de empresa): el amigo invisible. Misteriosamente provoca un rechazo inmediato -hay series con capítulos especiales sobre dicha actividad como 30 Rock de Tina Fey– aunque al final la mayoría acaba participando.
El amigo invisible, donde se escoge al azar a quién regalar por un precio normalmente reducido, es una actividad normalizada en tiempos de celebraciones. No obstante, se sabe poco de su origen ¿Fue cosa de los romanos, tan aficionados a inventar? ¿Fue un entretenimiento de los mayas que sobrevivió a su imperio? ¿Jugaban los pastores de Belén al amigo invisible?
Como con otras tantas tradiciones, sus inicios no están claros. El periodista Daniel López Valle comenta que el origen podría ser venezolano en el s. XIX. "Las mujeres no podían tener ‘amigos’ y menos recibir regalos, así que al parecer de ahí nació, pero es imposible comprobarlo”. Su versión coincide bastante con la de Wikipedia, que explica que: “Las damas venezolanas casadas o comprometidas, por aquel entonces, no podían tener amigos, sino compadres, por aquello de los cuestionamientos sociales. De manera que optaron por reunirse un grupo de amigos y amigas para realizar un intercambio de regalos. Esa tradición conservadora se denominaba compadre de papelito o compadre secreto de papelito”.
La versión estadounidense
El mundo anglosajón también juega al intercambio de regalos previo sorteo de papelitos, aunque lo llaman Secret Santa. Para los estadounidenses, su “primer amigo invisible” fue Larry Dean Stewart (murió en 2007), un ciudadano que repartió dinero entre los que más lo necesitaban durante gran parte de su vida.
Según cuenta su historia, los principios de Stewart no fueron especialmente fáciles. Le despidieron de su trabajo en la semana de Navidad en dos ocasiones y pasó serias dificultades económicas. Sin embargo, cuando consiguió convertirse en una persona adinerada gracias al negocio de la televisión por cable y de las llamadas a larga distancia, no se olvidó de la ayuda que le prestaron desconocidos en sus momentos malos ni el efecto que tuvo su propia ayuda en otras personas.
Durante alrededor de dos décadas estuvo repartiendo dinero de manera anónima hasta que, en 2006 después de que le diagnosticaran un cáncer, decidió revelar su nombre. Su tratamiento se había llevado gran parte de su dinero y tuvo la esperanza de que quizás podría inspirar a alguien para que se hiciese cargo de sus labores. Por su parte, él había ido entrenando a un pequeño ejército de “elfos” que le ayudaban en sus acciones. A lo largo de sus años de Secret Santa llegó a repartir 1.300.000 dólares y su historia se recogió en el libro Santa’s Secret: A Story of Hope.
Basándose en la iniciativa de Stewart, muchas personas lo aplicaron como un juego entre amigos (el amigo invisible tal y como lo conocemos) y, a la vez, se crearon numerosas webs que expandieron la iniciativa filantrópica de manera internacional. Por su parte, el millonario llamado Jason Buzi ha puesto en marcha una iniciativa que, remotamente, puede recordar a la labor de Stewart: a través de su cuenta de Twitter @hiddencash lanza pistas (con mensajes y fotos) sobre en qué ciudad y en dónde hay escondido un sobre con dinero. A partir de ahí, la persona más rápida se hará con él ¿Labor filantrópica? Aunque puede que no esté especialmente dirigido a los más necesitados, posiblemente los millonarios no estén dispuestos a meterse en un arbusto del Retiro para encontrar 50 euros. El amigo invisible puede estar en cualquier parte.