A la moda ya no le gusta París
Hedi Slimane diseñará para YSL desde Los Ángeles, y no es el único que huye de la capital francesa.
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Nadie duda que el foco de la industria de la moda sigue estando localizado en París, pero sus estrellas parece que, cada vez más, se están desenamorando de la capital francesa.
El último en reclamar independencia respecto a París es Hedi Slimane, que ha hecho público que no piensa trasladarse allí para diseñar de la división femenina de Yves Saint Laurent, de la que se hizo cargo el pasado marzo, sustituyendo a Stefano Pilati. No sabemos qué pensaría el desaparecido Saint Laurent al respecto (imaginamos que nada bueno), pero Slimane piensa diseñar las colecciones de mujer de la mítica casa desde Los Ángeles, donde reside desde que en 2007 dejó su puesto como creativo de Dior Homme, una división a la que él dio enorme relieve.
La maison mantendrá abierta sus oficinas y su taller de la Avenida George V en París y Slimane se trasladará allí de vez en cuando para hacer fittings, pero la gran parte del trabajo se llevará a cabo en California. ¿Se acabará detectando la influencia angelina en una firma que es prácticamente sinónimo de estilo parisino? No hay más que recordar el funeral de su fundador, que tuvo casi rango de estado en Francia y al que asistió el entonces presidente, Nicolas Sarkozy, y la larga lista de musas francesas de la marca, con Catherine Deneuve a la cabeza.
Pero Slimane, que vive un romance con Los Ángeles –el año pasado se encargó de comisionar una exposición titulada California dreaming. Mitos y leyendas de Los Ángeles en una galería de la capital francesa, con obras de John Baldessari y Ed Ruscha entre otros- no está dispuesto a renunciar a su estilo de vida californiano ni siquiera por uno de los puestos más deseados del mundo de la moda.
El diseñador, francés de origen italiano y tunecino, no es el único insumiso. Para conseguir que Phoebe Philo (la mujer con la que todas las editoras y estilistas tienen un girl crush) dejara su baja voluntaria de maternidad hace unos años y se hiciera cargo de Céline, el grupo LVMH le ofreció un paquete de ventajas envidiable. Entre ellas, asegurarle que podía seguir viviendo en Londres. La casa francesa, que empezaba con la diseñadora en plan tabula rasa (hicieron desaparecer de las tiendas cualquier prenda anterior a Philo), le montó un estudio completo en la Cavendish Square de Londres y trasladó allí a sus empleados.
Otros nombres de la primera línea del lujo llevan una vida de commuters. Peter Dundas, al frente de Pucci, se traslada entre París y Florencia varias veces a la semana. Y Marc Jacobs, que carga con la presión de poner en marcha los desfiles més esperados del año en dos continentes (el de su línea principal, el de Marc by Marc Jacobs y los de la línea femenina de Louis Vuitton, en primavera-verano, otoño-invierno, colección resort y eso que ahora se llama pre-otoño), vive la mitad del año en Nueva York y la otra mitad en París desde los años noventa. Aunque suele decir que recibir la Legión de Honor fue el reconocimiento que más ilusión le hizo, su francofilia tiene un límite en el idioma. Dice que sólo habla en tiempo presente, no se molesta con las conjugaciones y que lo suyo es básicamente “francés de moda”, esa variante específica, similar al “inglés de negocios”.
Volviendo a Slimane, su idea de seguir viviendo en Los Ángeles no es la única decisión heterodoxa que ha tomado. El diseñador ha anunciado que hará un lanzamiento rodeado de secretismo de su dos primeras y esperadísimas colecciones para Yves Saint Laurent, su debut en la moda femenina. Tan sólo los compradores podrán ver las colecciones Primavera/Verano 2013 y Resort 2013, en una presentación cerrada a la prensa. Slimane sigue así el modelo media-fóbico que en los últimos años ha adoptado Tom Ford, que prohíbe a los medios reproducir imágenes de sus prendas hasta que éstas llegan a las tiendas. Y de hecho, no permite la entrada de fotógrafos a sus desfiles secretos (si es que se puede llamar secreto a un evento al que acude Beyoncé, Julianne Moore, Natalia Vodianova…) a excepción del fotógrafo de la casa, Terry Richardson. Ford es especialmente alérgico a los medios digitales.