Achero Mañas, 10 años después

El cineasta presenta en el festival de Málaga 'Un mundo normal', una comedia sobre la integridad personal y artística con la que vuelve al cine tras una década sin dirigir ficción

Achero Mañas, en el hotel AC Malaga Palacio, durante el festival de Málaga.Garcia-Santos (El Pais)

Han sido 10 años. “Yo ya no tenía muy claro si iba a volver a dirigir cine”, recuerda Achero Mañas (Madrid, 53 años). El director de El Bola (2000), Noviembre (2003) y Todo lo que tú quieres (2010), y antes que eso actor conocido, se borraba como realizador de ficción. “No sabía si me merecía la pena encarar otro rodaje... Me planteaba muchos aspectos de lo cansino que es el cine, cuando me encontraba cómodo con la posibilidad de escribir novela o ensayo, y con la tranquilidad económica de que me llaman ...

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Han sido 10 años. “Yo ya no tenía muy claro si iba a volver a dirigir cine”, recuerda Achero Mañas (Madrid, 53 años). El director de El Bola (2000), Noviembre (2003) y Todo lo que tú quieres (2010), y antes que eso actor conocido, se borraba como realizador de ficción. “No sabía si me merecía la pena encarar otro rodaje... Me planteaba muchos aspectos de lo cansino que es el cine, cuando me encontraba cómodo con la posibilidad de escribir novela o ensayo, y con la tranquilidad económica de que me llaman para dirigir publicidad”, explica con cara de cansado, tras haber conducido desde su casa hasta Málaga, con su familia como acompañante. ”Pensaba que ese esfuerzo del cine es mejor que lo hagan los jóvenes”, ríe.

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En realidad, buscaba una historia que llegara, que le llenara. “Todas mis películas han sido muy personales, pero menos autobiográficas de lo que la gente cree”. En Un mundo normal, que llegará a las salas el 11 de septiembre tras concursar ayer en el festival de Málaga, la pregunta es pertinente porque el protagonista, Ernesto (Ernesto Alterio), es un cineasta en crisis, un creador en pleno proceso de divorcio, que no quiere dirigir series de televisión, y que reconstruye su relación con su hija (Gala Amyach) cuando huye con el cadáver de su madre, que pidió como último deseo ser enterrada en el mar. “Obviamente, mi madre sigue vive”, cuenta el aludido.

Pero Gala Amyach es su hija real. “Cierto, pero tengo una gran relación con ella; me preocupaba lo contrario, que el rodaje nos afectase”, confiesa. Y luego está el asunto de la integridad artística. “Ernesto lucha como yo lo hago. No tanto en lo que dice como en lo que piensa. Yo no tengo nada en contra de las series, que curiosamente es el único producto audiovisual que habla de la clase media”, explica el director, y reflexiona sobre lo general antes de llegar a lo particular: “Las ayudas estatales al cine han industrializado el sector, y deberíamos de sentarnos todos los integrantes en una mesa de diálogo a reflexionar sobre lo que estamos haciendo y el legado que dejaremos. Yo nunca he hecho una película sin tener firmado que el montaje final fuera el mío, un detalle que se está perdiendo en este reino de las plataformas y de las televisiones privadas”.

A todo lo anterior, Mañas suma que el guion arrancó de diversos hechos familiares. “Como en el filme, mi madre tiró la tele por la ventana, y nos ha pedido que la sepultemos en el mar, nada de entierro ni incineración. Desde ahí viajo a la ficción”. Su familia es tan artística como la de Un mundo normal. “Es singular, aunque considero que todas las familias poseen sus propias idiosincrasias. Yo he vivido con un padre dramaturgo y una madre actriz, y aquel ambiente me ha servido para la atmósfera de la película. ¿Sabes qué es lo más universal del ser humano? Pues no tanto sus elementos comunes como que todos tenemos singularidades”. Lo que le llama a la pandemia: “Nos hemos empapado todos de la covid -y creo que la experiencia común que nos lleva a la solidaridad es buena- y ahora estamos como locos con volver a nuestras cosas”.

A la película le atraviesa un rayo cómico, un requiebro berlanguiano con su toma el ataúd y corre por España como nunca ha habido en el cine de Mañas. “La petición de mi madre y la pérdida de un ser muy querido me dan la vuelta. Escribo como catarsis; desde ahí nace la decisión de rodar una película”. Y aunque en estos años se han cruzado en su camino otros filmes, solo este le ha empujado “a llegar hasta el final, y cuidado, nunca me he separado del cine, porque no dejé de escribir guiones”. Dice Mañas que le he dado muchas vueltas a este asunto: “Si fuera solo yo, me hubiera preocupado por mi responsabilidad ese parón. Y no digo que la tenga, pero mira todos los grandes autores que no están dirigiendo”.

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