Itsaso Arana: “Estoy aprendiendo a montar pollos cuando toca”
En un verano sin verbenas, la actriz estrena en Francia 'La virgen de agosto' mientras rueda en un Madrid medio vacío una serie sobre la rivalidad entre José Ramón de la Morena y José María García
El año pasado por estas fechas Itsaso Arana (Tafalla, 1985) se transfiguró en La virgen de agosto en el personaje de una treintañera llamada Eva que, para responder a una crisis existencial de caballo, decide quedarse en Madrid caminando místicamente entre verbenas, en un mes en el que la ciudad se vacía. Esta semana, aquella película-tratado entre lo castizo y lo melancólico escrita a medias con su pareja, Jonás Trueba, se estrena en Francia mientras la actriz vuelve a quedarse en una ca...
El año pasado por estas fechas Itsaso Arana (Tafalla, 1985) se transfiguró en La virgen de agosto en el personaje de una treintañera llamada Eva que, para responder a una crisis existencial de caballo, decide quedarse en Madrid caminando místicamente entre verbenas, en un mes en el que la ciudad se vacía. Esta semana, aquella película-tratado entre lo castizo y lo melancólico escrita a medias con su pareja, Jonás Trueba, se estrena en Francia mientras la actriz vuelve a quedarse en una capital más silenciosa que nunca. En esta ocasión para rodar una serie de Movistar +, Los reyes de la noche, inspirada en la histórica rivalidad que protagonizaron las dos principales figuras del periodismo deportivo en España, José Ramón de la Morena y José María García. Nos encontramos para hablar en Las Vistillas, un escenario que le produce sensación de duelo. Este año no habrá verbenas.
PREGUNTA. El confinamiento fue una especie de agosto interminable. ¿Se replanteó muchas cosas en ese tiempo?
RESPUESTA. Aprendí a valorar lo bueno que tengo: me dedico a lo que me gusta, vivo en una casa luminosa con una persona a la que quiero…
P. Ha dicho que hay que volver a poner de moda la bondad. ¿En qué consiste ser buena en los tiempos que corren?
R. En escuchar y no creer que lo sabemos todo. Si hace falta ser más tonto para ser más bueno, a lo mejor hay que ser más tonto.
P. ¿Hay alguna virgen o santo al que le tenga especial devoción aunque sea por superstición?
R. No estoy ni bautizada, así que no tengo ese imaginario religioso. Eso sí, tengo bastante devoción a las estrellas. De hecho estoy tomando clases de astrología. Muchos amigos míos están yendo a brujos y brujas. Les entiendo, necesitamos creer en algo.
“Muchos amigos están yendo a brujos. Necesitamos creer en algo”
P. ¿Cuál es la mejor verbena en la que has estado jamás y por qué?
R. Me está viniendo un flash de una fiesta organizada por Ángel Santos, el director de mi primera película [Las altas presiones], en Cotobade, un pueblito cerca de Pontevedra con todo el cinema gallego mezclado por ahí... ¡La orquesta!, ¡aquello explotó!
P. ¿Cuál es la canción pachanguera que más le gustaba bailar?
R. La ventanita del amor. ¡Es que es buenísima!
P. ¿Y qué canción hay que ponerse para sufrir bonito y llorar en condiciones?
R. Honrar la vida, de Mercedes Sosa. Me conecta con todo.
P. ¿Cuál es el tópico sobre Madrid que más le saca de sus casillas?
R. Hay uno que tristemente se cumple. Cuando yo llegué desde Tafalla y la gente decía “Nos vemos”, como buena navarra esperaba que fuese verdad. No entendía esa falta de palabra de la gente integrada en la vida urbana. Luego se me han ido pegando esas malas costumbres.
P. En la vida real vivió en la casa de la calle Ribera de Curtidores donde vive su personaje de La virgen de agosto. ¿Qué fue la cosa más loca que le pasó en ella?
R. Pues estuve en esa casa en un verano de separación y cuando una se separa tiene la percepción un poco alterada. Vivía en un primero y el Rastro pasaba por debajo. Como era verano, las ventanas estaban siempre abiertas y tenía la sensación de que el murmullo de la gente era el ruido del mar.
P. Pequeño spoiler. En la película hace de ángel de la guarda de alguien que parece estar a punto de tirarse por el viaducto de Segovia. ¿Alguna vez le ha salvado de verdad la vida a alguien?
R. A veces le he salvado la vida a mis hermanas en sus rupturas impidiendo que cogiesen un tren para volver a estar con quien no tenían que estar. También mis hermanas me han salvado la vida a mí.
P. En la serie que rueda ahora interpreta a una estrella de la radio nocturna de los noventa que compite con su pareja, una estrella del periodismo deportivo. ¿Ha aprendido algo que haya podido llevar a su propia relación con Jonás Trueba?
R. El personaje es muy diferente a mí porque es una tipa que muestra su rabia sin ningún complejo. Yo tiendo mucho a contenerme. Estoy aprendiendo a expresar el enfado en el momento en el que siento el enfado y a montar algún pollo que otro cuando toca.
P. ¿Por qué se le suponía menos dignidad a un programa de confesiones nocturnas presentado por una mujer que a uno de fútbol dirigido por un hombre?
R. Las mujeres que trabajaron en ese tipo de programas me han contado que les daba rabia que las tomasen como las elenas francis de los años noventa. También en ese momento las propias mujeres creían que tenían que masculinizarse para triunfar, había una idea de la igualdad mal entendida, pero porque realmente en aquel momento la sensibilidad femenina se consideraba sentimental y se la relegaba a franjas horarias con menos audiencia.
P. Es curioso porque el fútbol es muy sentimental, ¿no?
R. Absolutamente, pero también te diré que había una cierta justicia poética, porque al mismo tiempo los del informativo no tomaban en serio a los periodistas deportivos.
“He estado mucho tiempo con si debo escribir, actuar, quién soy...”
P. ¿Cuál es la discusión sobre cine más interesante que ha tenido con su familia política en la sobremesa?
R. En esta familia política se habla de cosas interesantes todo el tiempo. Yo tengo la sensación de estar asistiendo siempre a una clase magistral de historia del cine. No solo por la familia en sí, sino por la gente que circula por esa casa. Y lo mejor de todo es que nunca me han hecho sentir menos.
P. ¿Cuál es esa película que le da vergüenza admitir que le gusta muchísimo?
R. No me da vergüenza, pero mi peli fetiche es Grease. Recuerdo que cuando iba al videoclub de mi pueblo aún no llegaba ni al mostrador y pagaba cien pesetas una y otra vez para verla. Es fundacional para mí, para bien y para mal.
P. ¿Cuándo lloró por última vez en el cine?
R. Fue en los cines Embajadores que acaban de abrir. Ya solo por la emoción de que abran unos cines de barrio con la que está cayendo me puso sensible, pero vi Dónde estás, Bernadette, de Richard Linklater. El personaje es un artista que cuando deja de crear se vuelve muy tóxico. Yo he estado con este asunto mucho tiempo, de si debo escribir, debo actuar, debo interpretar, quién soy... me movió mucho por dentro.
P. ¿Es futbolera?
R. ¡Para nada! Pero estuve un año entero viendo Punto Pelota para entender el género masculino. Fue mucho antes de esto de la serie, ¡pero fue premonitorio! Creo que estaba yo mal por dentro o mi curiosidad estaba muy despierta, pero el caso es que quería entender cómo es posible que se pudiese hablar tanto tiempo de la nada. Dramatúrgica y narrativamente me parecía una cosa fascinante. Es un poco como los programas del corazón, pero con fútbol.
P. Y con quién se queda, ¿con José Ramón de la Morena o con José María García?
R. [Lo piensa un rato] ¡Con Julia Otero!