El peaje de una foto y el cordón sanitario

Vox busca la fuerza demoledora de una imagen con el PP y el partido de Rivera. Es el precio que exige para entregar la Junta de Andalucía

Los 'números dos' de PP y Vox, Teodoro García Egea y Javier Ortega Smith firman el acuerdo en el marco de las negociaciones sobre la Mesa del Parlamento.VOX

La política tiene un alto componente de teatralización y en ella los símbolos desempeñan asimismo un papel fundamental. Y la negociación del nuevo Gobierno de Andalucía, como es lógico, tiene una importante dosis de ambos elementos. PP, Ciudadanos y Vox saben que no pueden desaprovechar la ocasión que les presta la historia de desalojar al PSOE de la Junta tras 36 años de permanencia ininterrumpida en el poder. Pese a la sobreactuación de los últimos días, renunciar a esta oportunidad tendría, previsiblemente, unas consecuencias que ninguno está dispuesto a asumir en unas nuevas elecciones....

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La política tiene un alto componente de teatralización y en ella los símbolos desempeñan asimismo un papel fundamental. Y la negociación del nuevo Gobierno de Andalucía, como es lógico, tiene una importante dosis de ambos elementos. PP, Ciudadanos y Vox saben que no pueden desaprovechar la ocasión que les presta la historia de desalojar al PSOE de la Junta tras 36 años de permanencia ininterrumpida en el poder. Pese a la sobreactuación de los últimos días, renunciar a esta oportunidad tendría, previsiblemente, unas consecuencias que ninguno está dispuesto a asumir en unas nuevas elecciones.

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Obligados tarde o temprano al acuerdo, el principal escollo es el encaje de Vox en la escenificación del pacto para la investidura del popular Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta. Pero mientras que el PP no ha tenido ningún problema en reconocer al partido de extrema derecha como un actor más del escenario político desde su sorprendente entrada en el Parlamento autónomo en las elecciones del 2 de diciembre, Ciudadanos ha intentado distanciarse desde entonces de una formación que defiende postulados xenófobos, ataca el movimiento feminista y cuestiona la España autonómica. Bien por presiones de sus socios europeos, bien por no espantar a sus votantes más ubicados en el centro, bien por convicciones firmes... lo cierto es que el partido de Rivera ha creído o hecho creer que la alternancia en Andalucía llegaría como fruta madura sin necesidad de mezclarse con Vox.

Los cruces de mensajes entre dirigentes de ambos partidos han sido hasta el momento a través de los medios de comunicación o de las redes sociales —Santiago Abascal llamó recientemente a Albert Rivera “cosmopaleto”—, pero el tiempo apremia y la función teatral de la negociación se aproxima a su fin. Y llega el momento en el que se impone la fuerza de los símbolos. Es en este terreno de juego en el que hay que entender la exigencia del líder de Vox de una reunión con PP y Ciudadanos para negociar su apoyo en Andalucía.

En sus mensajes en Twitter, Abascal no ha puesto condiciones imposibles para propiciar el cambio en la comunidad más poblada de España. De hecho, lo que exige es una cita para que se “escuchen” sus propuestas ante el acuerdo de gobierno ya cerrado por Ciudadanos y PP. Vox sabe mejor que nadie que sus 12 diputados son imprescindibles y busca la fuerza demoledora de una foto con ambas formaciones. Es la forma más rápida de romper el cordón sanitario, de recibir un aval que le dé un sello de legitimidad en el sistema de partidos español, de mostrar su utilidad como palanca de cambio... Y esa foto, con todo lo que implica, es el peaje que reclama a Rivera para entregarle la Junta de Andalucía.

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