La Constitución no recaba consenso ni para conmemorarla

Se buscan acuerdos para reformar el texto, pero la mera propuesta del PP de celebrar el 40 aniversario hace saltar chispas en el Congreso

Carles Campuzano, portavoz del PDeCAT en el Congreso, deposita un clavel en su escaño del Congreso.EFE

El Congreso se plantea reformar la Constitución, según han pactado PP y PSOE, pero es que ni siquiera se pone de acuerdo en si hay que celebrarla. Solo con mentarla han saltado chispas en la Cámara y ha sido patente cómo la cuestión catalana ha tensado de nerviosismo las relaciones entre los partidos. El PP ha elegido el pleno de la tarde del martes para comprobar el efecto de sacar a colación la Carta Magna en este momento tan envenenado, con intención aparentemente inocente: una proposición no de ...

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El Congreso se plantea reformar la Constitución, según han pactado PP y PSOE, pero es que ni siquiera se pone de acuerdo en si hay que celebrarla. Solo con mentarla han saltado chispas en la Cámara y ha sido patente cómo la cuestión catalana ha tensado de nerviosismo las relaciones entre los partidos. El PP ha elegido el pleno de la tarde del martes para comprobar el efecto de sacar a colación la Carta Magna en este momento tan envenenado, con intención aparentemente inocente: una proposición no de ley para impulsar, ya un año antes, la celebración del 6 de diciembre de 2018, cuando se cumplen cuarenta años de la Constitución.

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El expresidente de la Cámara, Jesús Posada, uno de los más veteranos y que podía dar aire solemne a la cosa fue el encargado de presentarla. Lo hizo con tacto, reconociendo casi enseguida sus defectos, “una consecuencia de cómo fue elaborada, con consenso, desde posiciones muy dispares”. Argumentó que el texto representaba a todos, a diferencia de las anteriores, desde 1812, que con ser buenas, dijo, eran solo de la mayoría correspondiente. “El Grupo Popular quiere dar el máximo realce a la efeméride”, anunció con su presencia venerable. Pero la idea de consenso, en teoría también necesario ahora para retocar el texto, hizo agua a la primera de cambio y sacó a la luz mucho rencor y otros aspectos más incómodos.

Los dos primeros que replicaron, diputados de Compromís y PDeCAT, recordaron al PP que en su día la mitad de Alianza Popular, predecesora de la formación, “votó en contra”. El representante del partido catalán, Jordi Xuclà, rechazó cualquier acuerdo para reformar la Constitución, dentro de la comisión impulsada por el PSOE, cuando está "a punto" de activarse el artículo 155 y “con presos políticos”, en referencia al encarcelamiento de los presidentes de ANC y Ómnium Cultura, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. Luego el PNV señaló que en el País Vasco la abstención en el referéndum fue del 55% y solo un 31% votó a favor. Sobre la comisión, su portavoz, Aitor Esteban, ya había advertido horas antes que la aplicación del artículo 155 “echaría todo por tierra”.

La propuesta del PP saldrá adelante con el apoyo de PSOE y Ciudadanos, pero incluso estas dos formaciones aprovecharon para poner pegas y subrayar la necesidad de reformarla. “Era un texto modélico teniendo en cuenta el contexto en el que se vivía (…), pero necesita ser reformado, con una puesta al día de la organización territorial”, afirmó el socialista Gregorio Cámara, que aprovechó para recordar la comisión que pretenden sacar adelante. “El modelo de convivencia está en crisis y da señales de agotamiento, de desafección por la gestión del poder de los dos grandes partidos”, dijo José Manuel Villegas, de Ciudadanos.

Naturalmente Unidos Podemos, que demoniza lo que llama el régimen del 78, tampoco fue tierno. “Mitificar la Constitución es un inmenso error”, aseguró Manuel Monereo, porque fue un periodo “muy duro”, con más de 600 muertos mientras se tramitaba y porque “la Transición nunca estuvo asegurada”, bajo vigilancia militar. “Hubo un pacto entre el sector reformista del franquismo y los constitucionalistas”, afirmó.

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La cuestión catalana acapara en este momento todo debate y así ha ocurrido durante la sesión. Los diputados de ERC y PDeCAT repartieron claveles al final de la jornada para pedir la libertad de Cuixart y Sànchez, y también colocaron carteles de protesta en sus escaños vacíos. Dejaron una de las flores en el asiento de Mariano Rajoy.

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