“Ojalá me dejen quedarme”

Los residentes británicos en España se debaten tras el ‘Brexit’ entre regresar a su país y solicitar la nacionalidad

David y Margaret Wicks, de pie, con Lorrie y Suzanne, pensionistas británicos residentes en Llíber.Vídeo: MANUEL R. SALA | EPV

Son las diez de la mañana y, aunque Llíber es la tercera localidad española con más residentes extranjeros, no se ve a ninguno por la calle. Viven en chalés diseminados por este municipio del interior de la provincia de Alicante, son pensionistas en su mayoría y la madrugada del pasado 24 de junio su estancia en España se volvió incierta ...

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Son las diez de la mañana y, aunque Llíber es la tercera localidad española con más residentes extranjeros, no se ve a ninguno por la calle. Viven en chalés diseminados por este municipio del interior de la provincia de Alicante, son pensionistas en su mayoría y la madrugada del pasado 24 de junio su estancia en España se volvió incierta tras el choque del Brexit. Desde que Reino Unido decidió en referéndum salir de la UE los ahorros y pensiones de estos vecinos valen menos (por la devaluación de la libra), comprar una casa en España les sale más caro y su derecho al voto en las elecciones municipales está en el aire. Unos 300.000 británicos residen en España, según las cifras oficiales, y un tercio vive en la Comunidad Valenciana. Muchos de ellos no ocultan su preocupación.

“La mayoría dice que se irá de aquí dentro de una caja”, apunta Dora mientras despacha medicamentos en la única farmacia de Llíber. De los 1.100 habitantes del pueblo, 700 son extranjeros y la colonia británica es mayoritaria. Esta población en plena comarca de la Marina Alta es especial para los extranjeros, subraya convencido Toni Moran, agricultor y eventual encargado de dar las citas telefónicas en el consultorio de la Seguridad Social. “No hace mucho frío ni mucho calor, está a unos 20 minutos de las playas de Calpe, Benidorm, Moraira y Xàbia, y los terrenos en Llíber no son tan caros como en primera línea de playa”, enumera.

Cada vez hay más carteles de casas en venta en la costa de Alicante, la preferida por los británicos (aunque ya los había antes del Brexit).Muchos son mayores, de 75 u 80 años, y aspiran a volver a Inglaterra porque no quieren estar solos, han enviudado y su familia vive en las islas.

Suzanne McAllister, concejal popular de Residentes Europeos y Sanidad en Llíber, lo tiene claro: “Si es preciso, solicitaré la nacionalidad española, aunque la mayoría prefiere la doble nacionalidad”.

Mentiras

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Esta británica de Leicester se indigna con los partidarios del Brexit. “En la campaña del referéndum se dijeron muchas mentiras. El efecto inmediato ha sido la caída del valor de la libra y, a pesar de todo, muchos siguen afirmando que es algo temporal, que la libra recuperará su valor en pocos meses. Pero no tenemos una bola de cristal”.

Los británicos que viven repartidos por la UE perderán su derecho a votar en las municipales cuando se consume el Brexit. “En la Comunidad Valenciana, Murcia y Alicante hay muchos Ayuntamientos con concejales británicos. Hay que hacer algo”, sugiere McAllister.

El proceso se presume largo. David Wicks, otro pensionista inglés de 71 años, tampoco se atreve a anticipar cambios. Es uno de los residentes británicos que cobran una pensión española; su prestación de la Seguridad Social no corre peligro. “Pase lo que pase, España es mi casa. Ojalá el Gobierno español me deje quedarme, hasta que muera”, dice. Wicks señala que el sentimiento xenófobo ha crecido en los últimos años en Reino Unido, pero recuerda que el sistema de salud británico depende de muchos trabajadores extranjeros y cree que, si ellos tienen que irse, colapsará.

Lorrie Harkness, de 67 años, se nacionalizará española si las cosas se ponen difíciles y exige que el proceso de salida se haga lo antes posible. El Tratado de la UE fija que un país dispone de dos años prorrogables para negociar su salida. “No podemos esperar y esperar”, protesta Harkness, que no confía en que Reino Unido mantenga la sanidad recíproca ni la actualización de su pensión. “Estoy muy preocupada”, admite. Para ella, Londres pudo hace años de mejorar el control de la inmigración y no lo hizo. Ahora, opina, es tarde. “La gente va a Gran Bretaña porque tiene ayudas que no existen en otros lugares. Todo el mundo quiere vivir allí. Es lógico”, concluye.

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