Algo se mueve

La última encuesta del CIS demuestra que las preferencias políticas están cristalizadas

Carlos Floriano, Maria Dolores de Cospedal, Rafael Hernando, Fernando Martinez Maillo y José Antonio Bermúdez este miércoles en el Congreso.Mariscal (EFE)

Esta semana se hacían públicos los datos de la última encuesta del CIS. Si hay algo que quedaba clarísimo es que sus resultados no arrojaban diferencias significativas respecto de la correlación de fuerzas surgida de las urnas el pasado 26-J. Los movimientos son tan pequeños que caen en el índice de error de la propia encuesta, lo cual implica que tampoco de la ligera subida del PSOE se podrían inferir conc...

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Esta semana se hacían públicos los datos de la última encuesta del CIS. Si hay algo que quedaba clarísimo es que sus resultados no arrojaban diferencias significativas respecto de la correlación de fuerzas surgida de las urnas el pasado 26-J. Los movimientos son tan pequeños que caen en el índice de error de la propia encuesta, lo cual implica que tampoco de la ligera subida del PSOE se podrían inferir conclusiones sustantivas.

Menos aún una tendencia al alza del partido. Todo, por tanto, permanece igual. Las preferencias políticas están cristalizadas. El mensaje es claro y rotundo: es el turno de los partidos políticos. Y, de nuevo, los partidos políticos nos sorprenden.

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El PSOE sigue sin saber reconstruir su terreno de juego político. Le pesa demasiado la sombra de Podemos y piensa que moviendo ficha puede perder parte de su apoyo electoral. Ha confundido escorarse a la izquierda con no hacer nada.

Mientras el PSOE permanece congelado en su posición estática, Rajoy procrastina. Se resiste a tomar decisiones. Su oscuro maquiavelismo le conduce a no enseñar las cartas para no tener que desvelar el juego que verdaderamente lleva. Todas sus declaraciones están atravesadas por la ambivalencia y la lentitud: “No está claro que me presente a la investidura”, “necesitamos una semana para reflexionar las condiciones que nos ha impuesto Ciudadanos”.

Podemos ha pasado del protagonismo efectista a la irrelevancia. Su activo más importante, la ilusión, pierde fuelle. Y en mitad de este desierto surge la iniciativa del partido que constituye nada menos que la cuarta fuerza política del país. La situación está tan profundamente encallada que nos conformamos con el premio de consolación; las condiciones no son muy ambiciosas, regeneración política y poco más. Nada de complementos salariales, derechos sociales o reforma laboral. Pero al menos, decimos exhaustos, algo se mueve.

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No es extraño que el último CIS sí traiga una novedad con respecto a la opinión pública: sube la preocupación por no tener Gobierno, y más de la mitad de la ciudadanía piensa que la situación política está mal o muy mal. A esto se suma que cada vez hay menos expectativas de que mejore. Ni los partidos emergentes ni el clima de repolitización que habíamos vivido durante los dos últimos años han servido para mejorar esas percepciones negativas hacia la política. Nuestros políticos deberían saber que la falta de confianza hacia los representantes se traduce en desconfianza hacia las instituciones y, en último término, hacia todo el sistema político. El mensaje es cristalino: ¡muévanse ya!

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