Del debate a degüello al pacto

Díaz parecía, antes de encenderse el micrófono, condenada a tumbar a Moreno por KO

El segundo y último debate electoral de la campaña andaluza, en TVE y tan encorsetado de partida como el primero en Canal Sur, tampoco parecía destinado a ser un cara a cara real entre los dos modelos encarnados por Susana Díaz y Juan Manuel Moreno, aunque estaba programado como determinante. En los cuarteles del PSOE y del PP se concluyó, tras el duelo del lunes pasado, que el aspirante popular salió del plató en mejores condiciones de las que en...

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El segundo y último debate electoral de la campaña andaluza, en TVE y tan encorsetado de partida como el primero en Canal Sur, tampoco parecía destinado a ser un cara a cara real entre los dos modelos encarnados por Susana Díaz y Juan Manuel Moreno, aunque estaba programado como determinante. En los cuarteles del PSOE y del PP se concluyó, tras el duelo del lunes pasado, que el aspirante popular salió del plató en mejores condiciones de las que entró. En parte porque las expectativas puestas en Díaz, también en ese cuerpo a cuerpo, eran excesivas.

En los mítines y en esta campaña Díaz se enfrenta a su futuro

Díaz parecía entonces, antes de encenderse el micrófono, condenada a arrasar, a tumbar a Moreno por KO, a demostrar que tras 18 meses como heredera natural de un Gobierno con 33 años de poderío y lastre nadie podría dominar la política autonómica como ella. No fue así. Solo fue un debate normal, pero, eso sí, con un aspirante enfrente; en realidad dos, porque Antonio Maíllo, de IU, tampoco se reconoció como su exsocio.

El programa de esta noche fue más rudo, sucio y desagradable. Desde el primer minuto Díaz lanzó a Moreno un aviso que sonó a reprimenda casi institucional en las siguientes interrupciones cuando no compartía la veracidad de un dato o sentía que Andalucía entera estaba siendo increpada: “Cada vez que mienta le voy a interrumpir y corregir”. Cuando los cortes superaron la docena obligó a la moderadora a llamarle la atención, algo que nunca queda bien, aunque aprovechó la ocasión para zaherir a su adversario: “Yo no he ido a un colegio de pago”.

En los debates, en los mítines y en esta campaña, Díaz se enfrenta a su futuro, atada por un lado a la razón oficial de conjurar la inestabilidad política autonómica por la que justificó anticipar las elecciones y, por otro, a las interpretaciones numéricas sobre lo que debe considerarse el 22-M un buen resultado. ¿Solo ganar? ¿Gobernar en minoría con una oposición mayor y más dura? ¿Pactar con Ciudadanos y marcar las cartas para las autonómicas, las municipales, las generales y a Pedro Sánchez?

Rajoy, este lunes en Onda Cero, insinuó lo que planea hacer aunque aún no lo ha comunicado a nadie: dejar que Díaz o Moreno gobiernen en minoría si son los que ganan para fijar tendencia ante los siguientes compromisos con las urnas y aplazar los pactos, los locales y hasta los de Estado con el PSOE, si llega el caso, para después de las generales.

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