Análisis

Hasta que el debate los separe

Le han escuchado decir a Alfredo Pérez Rubalcaba, en su condición de químico, que el agua y el éter son materias inmiscibles, al igual que lo son las sustancias orgánicas e inorgánicas. No se pueden mezclar. El líder socialista utiliza todos los símiles que es capaz de esgrimir para argumentar la imposibilidad de una gran coalición entre PP y PSOE. El debate no ha amainado porque los partidos políticos distintos al PP y al PSOE se encargan de atizar las brasas cada vez que empiezan a extinguirse.
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Le han escuchado decir a Alfredo Pérez Rubalcaba, en su condición de químico, que el agua y el éter son materias inmiscibles, al igual que lo son las sustancias orgánicas e inorgánicas. No se pueden mezclar. El líder socialista utiliza todos los símiles que es capaz de esgrimir para argumentar la imposibilidad de una gran coalición entre PP y PSOE. El debate no ha amainado porque los partidos políticos distintos al PP y al PSOE se encargan de atizar las brasas cada vez que empiezan a extinguirse.

No es solo, por tanto, que Felipe González lo pusiera sobre el tapete en un supuesto de necesidad que acontezca en el país o que otros personajes de la vida pública lo esgriman. Una pléyade de fuerzas políticas, por la izquierda y por la derecha, repiten por todos los rincones donde alcanzan a llegar que esa coalición está en ciernes.

El PP no rebate de frente el argumento, que propician UPyD, Ciudadanos y Vox, con quienes se disputa parte de su electorado en los dos primeros casos y todo con el último. Su llamada es a no dispersar el voto porque eso llevaría al PSOE a la victoria.

El daño, sin embargo, es mayor para el PSOE, según se detecta en los cuarteles generales de Izquierda Plural y de las fuerzas pequeñas que van a por el electorado de la izquierda, como Primavera Europea (Equo) y Podemos. No ha ayudado a la causa de desterrar la especie de que puede haber una fórmula alemana en España el carácter “institucional” que Rubalcaba dio ayer a su pregunta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Nada de agresividad, sino constatar las diferencias de criterios sobre qué hay que pedir a Europa para salir de la crisis. La respuesta de Rajoy fue la herencia socialista, en pura línea de la campaña electoral del PP, aunque con tono correcto, nada mitinero. En ese momento, Rubalcaba constató que se había equivocado al suponer que el duelo por el asesinato de Isabel Carrasco imbuiría todas las intervenciones.

La baza para disolver la bola de que puede haber un acuerdo entre socialistas y populares la juega hoy el PSOE en el debate televisivo entre los candidatos electorales Miguel Arias Cañete, del PP, y Elena Valenciano, del PSOE. Los estrategas socialistas buscan que el cara a cara ayude a demostrar que no hay posibilidad de compartir un proyecto de gobierno. El debate debe separarlos drásticamente y dejar sin credibilidad proclamas como la de “ese fantasma que recorre Europa es la gran coalición”. Autor, Cayo Lara, líder de IU

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