Análisis

La carambola de la salida honorable

Hay ocasiones en que las soluciones se buscan y otras en las que salen de carambola. Poco antes de empezar el pleno en el que se iba a debatir la dimisión de Carlos Dívar como presidente del Supremo y del Poder Judicial, los cinco vocales integrantes de la Asociación Profesional de la Magistratura acudieron a visitarle a su despacho para explicarle que su situación era insostenible, que estaba perjudicando a la carrera judicial y a la credibilidad del propio Consejo y que ya no le iba...

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Hay ocasiones en que las soluciones se buscan y otras en las que salen de carambola. Poco antes de empezar el pleno en el que se iba a debatir la dimisión de Carlos Dívar como presidente del Supremo y del Poder Judicial, los cinco vocales integrantes de la Asociación Profesional de la Magistratura acudieron a visitarle a su despacho para explicarle que su situación era insostenible, que estaba perjudicando a la carrera judicial y a la credibilidad del propio Consejo y que ya no le iban a respaldar.

Dívar supo así de primera mano que el respaldo ofrecido desde el Ministerio de Justicia y el Partido Popular, apoyado por editoriales de algún periódico que aseguraba que no había ninguna razón para que dimitiera, no iba a resistir los dos meses más de plazo que le habían prometido que se mantendría en el cargo.

Sin embargo, los jueces conservadores se oponían frontalmente a que la dimisión de Dívar, como consecuencia de haber cargado a los presupuestos de la institución los gastos de viajes de 32 fines de semana aparentemente privados, se produjera durante un pleno convocado por los vocales progresistas encabezados por Margarita Robles y por el vocal denunciante José Manuel Gómez Benítez.

Nada menos que 14 vocales se oponían a que Robles y Gómez Benítez cantaran victoria, por considerar que ellos eran parte del conflicto que habían provocado y no podían convertirse en la solución del mismo.

Con esa premisa como punto de partida, el vocal Manuel Torres Vela, asociado a la moderada Francisco de Vitoria, expuso varias ideas que se resumían en lo siguiente: Dívar debía abandonar la presidencia porque su situación y el deterioro del Consejo y del Supremo por esta causa es máximo. Por tanto, se le ofrecía la salida honorable de que presida los actos del bicentenario del Supremo y que el jueves, en el pleno ya convocado, presente su dimisión.

Torres Vela advirtió de que cualquier maniobra por parte de Dívar para evitar cesar daría lugar a una votación de remoción que contaría con amplísima mayoría. Robles no ganaba y, de carambola, el todavía presidente podía planificar su salida elegante.

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Dívar suele citar al poeta y novelista mexicano Amado Nervo: “La mayor parte de los fracasos nos viene por querer adelantar la hora de los éxitos”.

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