La movilización del voto migrante en el 4M
Las próximas elecciones en la Comunidad de Madrid se presentan como una excelente oportunidad para demostrar que los vecinos de origen extranjero tienen voz y que su voto será una garantía de que el fascismo no entrará a las instituciones
El próximo 4 de mayo se llevarán a cabo las elecciones anticipadas de la Comunidad de Madrid y, a pesar de que más de medio millón de personas migrantes nacionalizadas que vivimos en esta región podemos votar y definir la inclinación definitiva de la balanza electoral, ningún partido político se dirige a nosotros. A pesar de que representamos el 15% de la población, con más de un millón de personas empadronadas, y de que trabajamos en sectores esenciales como los cuidados, la hostelería, la construcción o el trabajo en el campo, más de la mitad no tiene derecho al voto, lo que incide directamente en el interés que despertamos en los partidos políticos. Si no podemos votar, no existimos para ellos.
No poder votar, aunque seamos ciudadanos que trabajamos, cotizamos, consumimos o pagamos impuestos, es solo uno de los muchos obstáculos que tenemos las personas extranjeras, sobre todo las extracomunitarias, para ejercer una plena ciudadanía en condiciones de igualdad. Nuestros derechos se ven vulnerados desde el momento mismo en que llegamos a España, puesto que, a partir de ahí y hasta cuando logramos obtener el pasaporte español, nuestra relación con la institucionalidad permanece atravesada por la Ley de Extranjería y vigilada por los cuerpos de seguridad como principales interlocutores entre las instituciones y nosotros. No tenemos el mismo acceso que una persona nativa al empleo público, a la salud, a la educación o becas universitarias a pesar de que contemos con permiso de residencia y trabajo avalados por el Estado.
En Poder Migrante, una red de activistas y colectivos que trabajamos por nuestros derechos en España mientras buscamos crear conciencia y movilización contra el racismo, discursos y políticas xenófobas que nos criminalizan, creemos que frente a esta realidad es imprescindible poner en marcha estrategias utilizando los pocos derechos de los que disponemos, y desde ahí incidir en la transformación de nuestras condiciones de vida en este país. Estamos convencidos de que solo seremos escuchados y nuestras reivindicaciones tenidas en cuenta en las agendas políticas si nos atrevemos a participar, a alzar la voz, a denunciar y, por supuesto, a elegir y apoyar a quienes representan nuestras luchas.
Solo seremos escuchados si nos atrevemos a participar, a alzar la voz, a denunciar
Con miras a las elecciones madrileñas, y en coalición con organizaciones aliadas y activistas migrantes y autóctonas, hemos creado la Campaña #VotoMigrante4M que busca movilizar el voto de aquellos que ya cuentan con nacionalidad y, por tanto, pueden participar en estas elecciones. Queremos concienciar a la población migrante sobre la importancia de hacerse partícipes de la política, ya sea a través del sufragio, para quienes tienen derecho a él, o a través de instancias de movilización colectiva a nivel barrial, sectorial o transversal, como es el caso del antirracismo.
La mochila del desencanto político
Ya hemos hablado del por qué los partidos políticos no se dirigen a nosotros en tiempo de elecciones, lo que conlleva a que se haga poco o nada por conseguir que una persona extranjera efectivamente vote y se involucre en la política más institucional, pero otro escollo aparece en la apatía generalizada dentro de las comunidades migrantes hacia la política partidista, las elecciones y la rendición de cuentas de los representantes políticos elegidos.
En una reciente conversación virtual que organizamos en el marco de la Campaña #VotoMigrante4M, en la que tuvimos la oportunidad de escuchar a quienes ya han dado el paso y tienen experiencia en la política española, la exdiputada de la Asamblea de Madrid, Yolanda Villavicencio, de origen colombiano, usó la metáfora de la “mochila del desencanto político” para explicar las causas por las cuales, a su juicio, la población migrante es, en general, reacia a votar: “La gente no se vincula a la participación política. Se integra social y laboralmente, pero no políticamente porque viene con su mochila del desencanto hacia la política y al llegar acá tiene que hacer un largo trasegar hasta poder elegir, con lo cual ese desencanto no se supera, todo lo contrario: todos los obstáculos que les impiden ser ciudadanos de pleno derecho se le suman a su mochila del desencanto hacia la política y eso se refleja en las bajas cifras de participación en las votaciones”.
A esta “mochila” hay que sumarle el racismo que, día sí y día también, le recuerda al migrante que “este no es su país” y que por tanto no tiene por qué, aunque sea su derecho, opinar y participar en las decisiones políticas.
Teniendo en cuenta este contexto, desde la Campaña nos hemos propuesto acercarnos a la comunidad migrante a través de canales virtuales y físicos para animarle a dar el paso de ser parte de los procesos políticos de participación, de sus órganos institucionales y de considerar no solo elegir a otros que representen sus intereses, sino también de ser elegidos. Entre los principales objetivos que nos hemos propuesto están: informar sobre el proceso del voto (requisitos, períodos para inscripción en el registro de votantes, voto por correo, etcétera), dar a conocer las propuestas de los partidos en relación con nosotros y llevar al debate político nuestras necesidades y reivindicaciones. Precisamente este miércoles 28 de abril estuvimos conversando en directo con los candidatos migrantes y racializados de los tres principales partidos de la izquierda: Hana Jalloul, Manuela Bergerot y Serigne Mbaye.
Movilizar el voto migrante para combatir el fascismo
Otra de las consideraciones centrales de la campaña ha sido poner en evidencia la estrategia política y electoralista de la derecha y la extrema derecha de criminalizarnos y pedir votos a cambio de despojarnos de los pocos derechos que tenemos. Sus campañas xenófobas, en las que se nos culpa hasta de los contagios de la pandemia, han traspasado clarísimamente todas las líneas rojas. El último episodio ha sido el cartel racista de VOX, en el metro de Madrid, que criminalizó a los menores migrantes no acompañados, y que despertó una enorme indignación en un gran número de personas y organizaciones de todo el país por la evidente vulneración a los derechos de los niños. A pesar de las protestas masivas en redes sociales y de las acciones judiciales interpuestas por diversos actores institucionales, el cartel seguirá donde está porque un juez denegó la medida cautelar de retirarlo al considerar que “no se da ni peligro por la demora ni apariencia de buen derecho”.
Las campañas xenófobas, en las que se nos culpa hasta de los contagios de la pandemia, han traspasado todas las líneas rojas
No hay un día en que no nos señalen como los causantes de la inseguridad, de la criminalidad, de la falta de empleo y ayudas sociales para los españoles y hasta de la crisis de gobernabilidad que vive el país. Lo más grave de esto es que se habla de nosotros, se nos señala cobardemente y se nos acusa sin posibilidad de que contestemos masivamente en las urnas pues, recordemos, que más del 70% de la población migrante en España, con papeles, no tiene derecho al voto.
Pese a ello, o precisamente debido a ello, no podemos permanecer inmóviles ni indiferentes. Avanzar en derechos para las personas migrantes, entre ellos el voto, requiere empezar a construir un camino en el que nuestra participación política sea garantizada en diferentes niveles de forma constante y duradera. Aunque ese camino sea aún incipiente, las elecciones del próximo 4 de mayo se presentan como una excelente oportunidad para demostrar que tenemos voz y que nuestro voto será una garantía de que el fascismo no entrará a las instituciones.
Sandra Yáñez es comunicadora social y migrante de origen colombiano. Víctor Pool es especialista en migraciones y co-desarrollo, y migrante de origen mexicano. Ambos son miembros de la red Poder Migrante