Cena de empresa sin tibios
Feijóo renunció a la moderación y pronunció palabras subversivas: “Feliz Navidad”, arriesgándolo todo y retando a “Felices fiestas”
No hay mejor escenario que una cena de Navidad para atacar a los tibios, como ha hecho Ayuso en el ágape del PP. En una cena de empresa o te retratas o te retratan. Buena parte del mérito de Ayuso no procede de las cosas que dice sino dónde y cuándo las dice. Su pequeña...
No hay mejor escenario que una cena de Navidad para atacar a los tibios, como ha hecho Ayuso en el ágape del PP. En una cena de empresa o te retratas o te retratan. Buena parte del mérito de Ayuso no procede de las cosas que dice sino dónde y cuándo las dice. Su pequeña guerra personal contra los tibios la empezó junto al templo egipcio de Debod, recinto sagrado que no admite sutilezas, y la ha continuado en una cena de Navidad, lugar histórico de excesos. Fue allí, por ejemplo, donde Feijóo renunció a la moderación y pronunció palabras subversivas: “Feliz Navidad”, arriesgándolo todo y retando a “Felices fiestas”, histórica expresión diabólica y hegemónica. Ayuso reclama dureza en las formas y en el fondo, ir de frente sin torcer el cuello, y Feijóo recoge el guante como buenamente puede: “Feliz Navidad”. Feijóo matiza que “la moderación y la tibieza no son lo mismo” y que él no ha sido tibio nunca. Le ha comprado el marco a Ayuso una vez más sin pensarlo mucho; sin pensar, desde luego, en el lenguaje y en la relación que Ayuso mantiene con él. Llamar tibio a un adversario político se ha convertido en una manera eficaz y tramposa de descalificación. Ser tibio no es ser cobarde ni traidor, sino negarse a estar totalmente a favor o en contra de algo. Nunca se quiere a nadie del todo: nunca se odia a nadie del todo. No hay en la RAE un juicio moral, solamente una descripción de indefinición. Sin embargo, el término se utiliza a la fresca como si la política sólo admitiera dos posturas legítimas: el enfrentamiento frontal o la ruidosa rendición. La confusión no es inocente. Se iguala moderación con tibieza para presentar la prudencia como debilidad y la estridencia como virtud. Pero la moderación no es ausencia de posición, sino una elección que huye de los extremos sin renunciar a las ideas. La sinuosidad estratégica del PSOE (no se diría que por convicciones que se han saltado una y otra vez) les ha dado aliados -y mantis religiosas-; al PP, la soledad y Vox, que es estar solo dos veces.