José Miguel Pérez García, el intelectual que asumió su compromiso civil
El político fue secretario general del PSOE en Canarias y vicepresidente de la comunidad entre 2011 y 2015
Con el impulso de la elección de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del PSOE (2000) ―en un histórico 35º Congreso Federal―, fueron muchos los/as profesionales e intelectuales desde un compromiso civil con la vida pública que aceptaron sus candidaturas a las elecciones municipales y autonómicas de 2003. Evocando aquel momento, la incorporación de José Miguel Pérez García ―–Las Palmas, 67 años, fallecido el lunes tras una enfermedad que enfrentó con su lucidez, paciencia y rigor de siempre― nos enorgullece a quienes apoyamos, entonces, y en lo sucesivo, sus campañas y emprendimientos bajo nuestras siglas comunes. Un recorrido intenso, que le llevaría a la presidencia del Cabildo de Gran Canaria (2007-2011), y, habiéndome sucedido en 2011 en la secretaría general del PSOE canario, a la vicepresidencia del Gobierno de Canarias (2011-2015), desde la que regresó a su tarea universitaria, con la serena bonhomía que probó en toda circunstancia.
José Miguel dio el paso desde una trayectoria vital de fidelidad a valores de hondo contenido social y de servicio público. No son pocos quienes llegaron al PSOE desde movimientos cristianos próximos al movimiento obrero, pero José Miguel bruñó además su entera biografía desde la autoexigencia de la formación en disciplinas históricas y en el vertido de sus enseñanzas en la acción política. Su vocación por el estudio le llevó a alcanzar la cátedra de Historia Contemporánea en la ULPGC. En su docencia e investigación rindió tributo a Manuel Tuñón de Lara, maestro de historiadores y emblema de una visión impregnada de grandeza y compasión ante ese terrible capítulo del siglo XX de España que fue la dictadura franquista, tras la Guerra Civil que acabó con la II República, y la posterior transición ―tan recorrida de esperanzas como de miedos cruzados― hacia la democracia y la Constitución. José Miguel dedicó ―antes, durante y después de su tránsito institucional― sus mejores energías a explicar este periodo y sus vicisitudes; especialmente en Canarias, desde cuya Comandancia arrancó Franco la sublevación que devino en brutal baño de sangre.
Compartimos ambos desde siempre la pasión por Juan Negrín. Eminente catedrático de fisiología, formado en Kiel y en Leipzig, descollante por haber desempeñado la presidencia del Consejo de Ministros de la República en guerra (desde mayo de 1937) y haber acuñado el lema “resistir es vencer”, Negrín intuyó que en la inminente II Guerra Mundial latía una opción de rescatarla del desastre ante el empuje del fascismo, solo que, como es sabido, la conflagración europea llegó seis meses tarde de la derrota amarga de la República española. Los últimos esfuerzos de José Miguel los concentró en ordenar el impresionante legado documental y bibliográfico de la Fundación Juan Negrín, frente a su domicilio en Vegueta (LPGC). Bajo el liderazgo de Zapatero, trabajé codo con codo con José Miguel para que Negrín, expulsado del Partido en un turbulento Congreso en el exilio (México, 1946), junto a decenas de compañeros que le habían acompañado, fuese solemnemente reintegrado en el PSOE y rehabilitada su memoria y su hoja de servicios. Conservaré siempre ese recuerdo emotivo al echar de menos a José Miguel, con la gratitud que merecen tantas personas de bien que han dado lo mejor de sí mismas para enriquecer esa hilera de vidas entregadas a remover injusticias y mejorar el espacio público sobre la que escribió Fernando de los Ríos. La familia socialista le rinde tributo de afecto y reconocimiento.