Alemania se agrieta

La ruptura de la coalición de gobierno pone fin a contradicciones programáticas insostenibles

El canciller alemán Olaf Scholz abandona el palacio de Bellevue en Berlín, tras una reunión con el presidente federal Frank-Walter Steinmeier.Annegret Hilse (REUTERS)

La ruptura de la coalición de gobierno entre socialdemócratas, ecologistas y liberales abre un periodo de inestabilidad en Alemania, pero puede permitir a la primera economía de Europa salir de la parálisis en un momento lleno de incertidumbre tras el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos. Las contradicciones programáticas insostenibles y los desafíos repetidos de su socio menor llevaron el miércoles al canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, a destituir a su ministro de Finanzas, el líder liberal Christian Lindner. Se abre ahora un proceso que llevará a la celebración de elecciones anticipadas, posiblemente el próximo marzo. Es discutible que Alemania pueda permitirse tan larga espera, y hay opciones para que los comicios se celebren antes, pero en todo caso estos deberían servir para arrojar una nueva mayoría y una nueva coalición más coherente y sólida que la actual, y con mayor capacidad para responder a los desafíos económicos y globales.

La actual coalición semáforo —el nombre que recibe por el color rojo, verde y amarillo de sus integrantes— ha sido un experimento que, si bien esperanzador al inicio, ha resultado fallido. Las contradicciones entre un partido como el SPD de Scholz, que ponía el acento en las políticas sociales, y otro como el FDP de Lindner, que defendía recortes sociales, nunca fueron fáciles de resolver. Scholz, al frente del tripartido desde diciembre de 2021, afrontaba además la imposible tarea de sustituir a Angela Merkel al fin de sus 16 años en la cancillería.

La invasión rusa de Ucrania en 2022 trastocó todos los planes y obligó a un giro que implicó disparar el gasto militar y renunciar al gas ruso. Durante estos años, se han agrietado, o directamente derrumbado, los pilares en los que se había sostenido el bienestar alemán en las décadas anteriores: la energía barata procedente de Rusia, las exportaciones a China y el paraguas militar estadounidense. Los dos años de recesión, la crisis de la poderosa industria alemana y una sucesión de derrotas en elecciones regionales han acelerado la implosión de la coalición.

El Gobierno llevaba meses bloqueado por sus querellas ideológicas, sin capacidad para encontrar respuestas a una recesión que acentúa los temores al declive alemán. Alemania está económicamente estancada y políticamente coja. Y esto sucede mientras Francia, el otro motor de la construcción europea, vive una situación similar. Ambos países, que deberían encarnar la Europa democrática y liberal en un momento en el que estos valores se ven amenazados por Trump o por el ascenso de fuerzas populistas y de extrema derecha, están ausentes. La ruptura de la coalición alemana entraña el riesgo de reforzar a la extrema derecha en el Parlamento, pero también es una oportunidad. Alemania necesita un Gobierno estable, con una mayoría parlamentaria sólida y la influencia que se espera de este país en Europa y en el mundo.

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