Bardella lava más blanco

El presidente de Reagrupamiento Nacional representa cómo pueden ayudar las redes a edulcorar opciones políticas radicales

El presidente de Reagrupamiento Nacional, Jordan Bardella, vota este domingo en un colegio electoral de Garches, a las afueras de París (Francia).Aurelien Morissard (AP)

En Andalucía dirían que no le falta un perejil. Jordan Bardella, de 28 años y flamante líder de la extrema derecha francesa, es alto, esbelto, de sonrisa inmaculada y estilismos impecables. Se maneja con una dicción trabajada y un tono de voz algo engolado. Es ocurrente, reactivo en el debate político y se ha trabajado una pícara caída de ojos que tiene encandiladas a miles de jóvenes. Gracias a una poderosa e inteligente estrategia en TikTok, Bardella ha conseguido que su condición de político aparezca como accesoria ante una parte del electorado joven. Es un influencer más. “No me interesa su belleza, sino su carisma. Es amable y gracioso, no parece un político”, comenta Cassandra, de 17 años en un reportaje que la cadena francoalemana Arte ha dedicado recientemente a analizar el tirón de la extrema derecha entre los jóvenes franceses.

El deslumbrante reino de Bardella en las redes, con 1.700.000 seguidores solo en TikTok y casi un millón en Instagram, constituye el último ejemplo de cuánto pueden ayudar las redes sociales a edulcorar el ideario más impresentable de una opción política radical, a camuflar su pasado, sus incoherencias y sus debilidades detrás de una marca personal bien trabajada. Sucedió algo similar en 2022 en Filipinas, donde Ferdinand Bongbong Marcos, hijo del dictador del mismo nombre, se alzó con la presidencia del país tras conseguir borrar de la memoria popular los excesos de la brutal dictadura de sus padres con la ayuda de una masiva y costosa maquinaria de desinformación ejecutada desde las redes sociales.

En el paisaje francés, Bardella encarna todo lo que la extrema derecha necesitaba para impulsar definitivamente el proceso de normalización de su partido y hacerlo llegar a todos los sectores de la sociedad. Con él quedan enterrados los orígenes de un partido como el Frente Nacional, impulsado, entre otros, por antiguos combatientes nazis, al igual que los exabruptos de su presidente fundador, Jean-Marie Le Pen, para quienes los campos de exterminio fueron “un detalle de la historia”. Olvidadas quedan también, para siempre, las reflexiones antisemitas, racistas, homófobas y negacionistas del cambio climático de un buen puñado de candidatos ultras incorporados a las listas del partido para las elecciones legislativas francesas.

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De las proezas del joven Bardella como maestro de la narrativa adaptada y de la distorsión de su relato personal y de su partido, rebautizado como Reagrupamiento Nacional, habla el periodista Pierre Stéphane Fort en su libro El gran sustituto. El lado escondido de Jordan Bardella (Editorial Broché). A partir de decenas de testimonios de antiguos amigos, compañeros y responsables políticos, Fort precisa el retrato de un Bardella intuitivo, poliédrico y lleno de claroscuros. Sin estudios superiores ni experiencia profesional fuera de la política, el joven cautiva al clan Le Pen, verdadero núcleo orgánico del partido, y se aleja de todo aquello que no le ayuda a ascender. Bardella se abre una cuenta falsa de X (Twitter), aunque él lo niega, y se ejercita en la ridiculización del oponente político.

Mientras sus canales oficiales dibujan a un hombre cálido y espontáneo, sus colaboradores le llaman “cyborg” dada la obsesión que muestra por el control de su imagen y de la carga de profundidad de sus mensajes públicos. Bardella realza en su discurso aquello que los franceses necesitan escuchar. Promete llevar a otro nivel la cruzada por la mejora del poder adquisitivo en un país cuya brecha social no deja de crecer. Las redes premian sus solemnes promesas sobre el establecimiento del orden y la autoridad, aunque no baje demasiado a la letra pequeña. Bardella promete que ninguna francesa debe temer por la pervivencia del derecho al aborto, inscrito en la Constitución. Eso sí, en 2021 votó en contra de la resolución con la que el Parlamento Europeo condenó la penalización del derecho al aborto en Polonia.

Esto es Bardella, el resultado de un juego de espejos entre cuyos reflejos parecen haber encontrado acomodo millones de franceses descontentos.

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