El egoísmo infeliz

Los talibanes europeos degradan a largo plazo la convivencia y dejan hueca por dentro la misma democracia que utilizan para extender sus consignas de odio

Santiago Abascal y Marine Le Pen, en el mitin de Vox en Vistalegre, en mayo.A. Pérez Meca (Europa Press)

Las relaciones entre el egoísmo y el sentido democrático cobran hoy un protagonismo paradójico en el panorama político. Con voluntad cívica, uno tiene que hacer verdaderos esfuerzos para no celebrar los beneficios que los progresistas españoles recibimos de las barbaridades de la extrema derecha. Resulta necesario pensar en un futuro social más largo para no aplaudir con entusiasmo los insultos y los espectáculos totalitarios que asumen como norma de vida. Los que no queremos que gobierne la derecha, porque somos partidarios de los servicios públicos, el trabajo decente, las pensiones dignas y...

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Las relaciones entre el egoísmo y el sentido democrático cobran hoy un protagonismo paradójico en el panorama político. Con voluntad cívica, uno tiene que hacer verdaderos esfuerzos para no celebrar los beneficios que los progresistas españoles recibimos de las barbaridades de la extrema derecha. Resulta necesario pensar en un futuro social más largo para no aplaudir con entusiasmo los insultos y los espectáculos totalitarios que asumen como norma de vida. Los que no queremos que gobierne la derecha, porque somos partidarios de los servicios públicos, el trabajo decente, las pensiones dignas y la igualdad social, hemos tenido una gran ayuda en los talibanes vestidos de niños bien que militan en Vox.

Cada vez que ejercen la censura contra un poeta, cuando le restan importancia a la violencia machista o exaltan las viejas glorias de la dictadura, ponen en vergüenza a la derecha democrática que ha caído en la tentación de pactar con ellos. La derecha democrática querría dedicarse a convertir en negocio la sanidad pública o a impedir que las grandes fortunas paguen impuestos justos, pero sin necesidad de desfilar como falangistas ante las banderas del totalitarismo renovado. Le interesa poco escenificar los vínculos entre el neoliberalismo y los caudillos que quieren acabar con la democracia social.

A la extrema derecha le debemos que, en medio de la confusión política actual, una parte de la población española se resista a votar al PP. Las conspiraciones mediáticas dan menos resultados de lo que se esperaba por el miedo que provocan los excesos de Vox. Dios se lo pague, porque yo no puedo. Mi egoísmo de hoy no puede olvidarse de la España o la Europa de mañana. Los talibanes europeos degradan a largo plazo la convivencia, dejan hueca por dentro la misma democracia que utilizan para extender sus consignas de odio. Así que mi egoísmo de hoy es infeliz cuando piensa en el mañana.

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