X, un arma de destrucción masiva
El futuro de Twitter es una incógnita, pero mientras dure es el vivero perfecto de la extrema derecha disfrazada de “paz, orden y seguridad”
Twitter, ahora X, es un arma de destrucción masiva. Lo avisa sin tapujos Sílvia Orriols, la alcaldesa de Aliança Catalana que dirige con mano de hierro el pequeño municipio de Ripoll (Girona). Sobre todo, contra el migrante que se adueña de los lujos de la calle como si fueran de su propiedad. Del suelo, de los bancos... ¡Hasta de la hierba! Al último que localizó el Ayuntamiento, lo llevaron a la policía, ...
Twitter, ahora X, es un arma de destrucción masiva. Lo avisa sin tapujos Sílvia Orriols, la alcaldesa de Aliança Catalana que dirige con mano de hierro el pequeño municipio de Ripoll (Girona). Sobre todo, contra el migrante que se adueña de los lujos de la calle como si fueran de su propiedad. Del suelo, de los bancos... ¡Hasta de la hierba! Al último que localizó el Ayuntamiento, lo llevaron a la policía, no sin antes tuitear una fotografía suya durmiendo al raso. Incluso gozaba de una sábana con la que taparse.
Orriols ha hecho de Twitter el mejor altavoz de su campaña ultranacionalista y xenófoba. Con 40.000 seguidores y mucho olfato para el retuit, cualquier soflama se postula a trending topic. “Deberíais acotar bien el significado de extrema derecha porque si lo continuáis banalizando y rebajando así, llegará un momento que el 85% de los catalanes seremos sospechosos de pertenecer a la extrema derecha”, escribe, junto al hashtag #salvemcatalunya. La arenga cosecha más de 1.000 retuits, 3.000 likes y 80.000 reproducciones. Se echa en falta en las respuestas la Rima XXI, del mítico poeta sevillano, que casi sale sola. Pero quizá Bécquer ya no se aprende de memoria en las escuelas.
Como ella, Xavier García Albiol empeña muchas energías en la red social. Desde que es el alcalde del PP con mayoría absoluta de Badalona, su cuenta se ha convertido en el boletín de las últimas novedades policiales de la ciudad. Un detenido en busca y captura, una casa de okupas desalojada, oposiciones para 46 nuevos agentes, un detenido por robar una moto, una actuación contra mercadillos ilegales de comida, un altavoz requisado a unas personas “con la música a tope” en la playa… Los periodistas de sucesos tenemos cada día más competencia desleal, con los políticos haciéndonos el trabajo sucio, y cosechando los miles de likes y retuits por los que corremos, desnortados.
Ya ni siquiera necesitamos pensar en temas de más calado. “En toda una década de 1960 a 1969, menos asesinados que en 2013-2014. Paz, orden y seguridad”, tuitea (¿cómo se le llama ahora? ¿Equisea?) Jorge Buxadé, miembro con galones del sanedrín de Vox. Lo acompaña de una estadística extraída de un artículo de El Español de 2020, sobre un estudio de la criminóloga Antonia Linde que refleja el precio de la igualdad en las muertes violentas. “Saquen ustedes sus consecuencias”, escribe Buxadé, sin citar a la investigadora, que en el artículo de El Español contextualiza las cifras. “Los índices de muertes más bajos durante estos años se explican seguramente por las restricciones de la libertad que sufren los ciudadanos”, manifiesta.
“Pero no les llames franquistas. Ni ultras. Ni fascistas. Ni extrema derecha”, responde el usuario Pedro Honrubia al tuit del vicepresidente de Acción Política de Vox, que acumula 300.000 visualizaciones. Buxadé fue candidato de La Falange al Parlamento catalán en 1995, al Congreso en 1996. Abjuró de ello después en El Mundo, y aseguró que jamás había militado en el partido. Pero tampoco se arrepintió mucho, según la trayectoria de la mano derecha de Abascal que repasa el periodista de EL PAÍS Miguel González. Buxadé definió en su blog a José Antonio Primo de Rivera y a Ernesto Giménez Caballero, uno de los ideólogos del fascismo en España, como “dos almas superiores”.
Nunca pudo rebautizarse mejor una red social: el futuro de X es una incógnita. Pero mientras dure es el vivero perfecto de la extrema derecha, disfrazada de “paz, orden y seguridad”. Los últimos tuits son solo una recopilación de apenas dos semanas de lo que allí se cuece. “Twitter no es ninguna burbuja, es nuestra arma de destrucción masiva”, ha advertido Orriols. Tómenla en serio.