Técnicas de persuasión
Sin duda nuestros gloriosos políticos menudearán sus intervenciones públicas de aquí a la chicharrina del 23 de julio. Ya han empezado. Resulta conmovedor su afán por camelarnos
Yo que ustedes no me privaría del placer de observar a nuestras figuras políticas desde una perspectiva inhabitual, sobre todo estos días en que la cercanía de las elecciones generales excita en ellas la vena lisonjera. Basta con no tomarlas en serio. A ellas y su gesticulación, sus particularidades fisonómicas, su atuendo, sus palabras. No teman, van preparadas. No las van a sorprender ustedes en pijama ni recién salidas de la ducha. Eso sí, aprovechen la coyuntura, porque después, una vez depositado el voto, los ...
Yo que ustedes no me privaría del placer de observar a nuestras figuras políticas desde una perspectiva inhabitual, sobre todo estos días en que la cercanía de las elecciones generales excita en ellas la vena lisonjera. Basta con no tomarlas en serio. A ellas y su gesticulación, sus particularidades fisonómicas, su atuendo, sus palabras. No teman, van preparadas. No las van a sorprender ustedes en pijama ni recién salidas de la ducha. Eso sí, aprovechen la coyuntura, porque después, una vez depositado el voto, los sufridos ciudadanos perderán la iniciativa del juego.
Sin duda nuestros gloriosos políticos menudearán sus intervenciones públicas de aquí a la chicharrina del 23 de julio. Ya han empezado. Resulta conmovedor su afán por camelarnos. Si apagan ustedes el sonido de sus dispositivos, percibirán con mayor nitidez el exceso de actuación. Ninguno de nuestros políticos dirigirá invectivas contra el pueblo. No le prometerán castigos ni un futuro peor. Es que les va mucho en el empeño. También a sus nalgas, aspirantes a calentar escaño. Ojo, porque ahí radica el quid: en elegir las nalgas adecuadas y, ya de paso, al resto de la persona adherida. Se perecen por agradarnos, se autoelogian sin disimulo y tratan de vendernos su mercancía ideológica, al tiempo que echan por tierra la del rival. Véanlos lanzarse vituperios unos a otros como si fueran tartas de cine mudo. Nosotros defendemos derechos, ellos los pisotean. Nosotros traemos progreso, ellos lo impiden. Amamos la patria, ellos la difaman. Y así un día y otro se arrojarán por vía de proyección o de cotejo, sin el menor rigor científico, el barro de la Historia. Tendremos fascistas, filoterroristas y otros monstruos hasta en la sopa. El caso es mostrar a la competencia bajo una luz desfavorable. Lo bueno es que los políticos nunca mienten. Simplemente nos protegen de la verdad.