Cumplir una promesa por decretazo

La cuestión es si Macron ha dilapidado todo su capital político. Y también si las mociones de censura que se esperan contra su gobierno saldrán adelante

El presidente francés, Emmanuel Macron, en el Ministerio de Asuntos Exteriores en París, este jueves.MICHEL EULER (AFP)

Emmanuel Macron ocupa ya una página importante en la historia de Francia. Ha arrancado una de las tiritas que más duelen en su país: reformar las pensiones. Lo que puede pasarle más factura, sin embargo, es cómo lo ha hecho. Porque el presidente francés, que no contaba con mayoría suficiente en la Asamblea, decidió este jueves lo que para ...

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Emmanuel Macron ocupa ya una página importante en la historia de Francia. Ha arrancado una de las tiritas que más duelen en su país: reformar las pensiones. Lo que puede pasarle más factura, sin embargo, es cómo lo ha hecho. Porque el presidente francés, que no contaba con mayoría suficiente en la Asamblea, decidió este jueves lo que para sus críticos fue inmolarse y avanzar a base de decretazo. Ordenó a su primera ministra, Élisabeth Borne, que activase el artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar una ley sin voto parlamentario. Este procedimiento es perfectamente legítimo y legal, pero era justo lo que nadie, ni los sindicatos ni la oposición ni el propio Macron, querían.

Tras semanas de una actividad política intensísima en el Elíseo, Macron pensó que conseguiría sacar la reforma adelante, pero al final no logró reunir los votos de la oposición conservadora para retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años. Estuvo horas sopesando qué hacer y al final impuso la vía unilateral. Una derrota parlamentaria, según él, habría supuesto “riesgos financieros y económicos demasiado grandes” para Francia. Así que evitó un fracaso en la Asamblea, pero disparándose en el pie. O más bien sacrificando a su primera ministra, que en realidad estaba amortizada desde que asumió su cargo el pasado junio. Ahora Borne tendrá que dimitir o arrastrará a todo su Gobierno.

Lo que le espera al resto del mandato presidencial de Macron, el último, es una calle aún más encendida. La gente está cansada después de dos meses de movilizaciones, pero sigue furiosa: los sondeos oficiales dicen que dos de cada tres franceses rechazan la reforma. Además, el hecho de que se haya aprobado con el polémico decreto para muchos simboliza el fracaso de la política y una profunda crisis institucional. Macron, que vive su momento de popularidad más bajo, el siempre cuestionado por ser altivo y estar desconectado de la calle, ha entrado en la misma fase que sus predecesores Alain Juppé, en 1995, y Nicolas Sarkozy, en 2010, cuando también reformaron las pensiones.

Guste o no, Macron ha cumplido lo que prometió. La cuestión es si ha dilapidado todo su capital político. Y también si las mociones de censura que se esperan contra su Gobierno saldrán adelante. Como dijo en 1991 el entonces primer ministro Michel Rocard, “basta con una reforma de pensiones para hacer estallar varios gobiernos”. @anafuentesf

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