Garamendi y los pájaros
Twitter vuelve a poner en evidencia por qué las frases más peligrosas suelen empezar por una comparación absurda
No se ha inventado frase más peligrosa en el mundo que la que empieza diciendo: “Es como...”. Las posibilidades de estrellarse y desprestigiar un argumento se disparan porque las comparaciones las carga el diablo. La tuiteca está llena de ejemplos, hay amplia jurisprudencia en la red sobre trending topics no desesados y, sin embargo, por alguna misteriosa razón, los personajes públicos siguen tropezando en la misma piedra.
El nombre del presidente de la CEOE, ...
No se ha inventado frase más peligrosa en el mundo que la que empieza diciendo: “Es como...”. Las posibilidades de estrellarse y desprestigiar un argumento se disparan porque las comparaciones las carga el diablo. La tuiteca está llena de ejemplos, hay amplia jurisprudencia en la red sobre trending topics no desesados y, sin embargo, por alguna misteriosa razón, los personajes públicos siguen tropezando en la misma piedra.
El nombre del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, escaló esta semana a la lista de temas más comentados en Twitter por un “es como”. Preguntado en una entrevista en Antena 3 por las críticas, también dentro de la organización que preside, a su sueldo —casi 400.000 euros al año mientras racanea la subida del SMI—, dijo: “Esto es como cuando hay una violación y dicen que la chica iba en minifalda. Perdón, no. No acepto pulpo como animal de compañía”. Es decir, Garamendi, un privilegiado, se presentaba a sí mismo como una víctima —en este caso de una supuesta campaña para denigrarle— y lo hacía frivolizando con un delito en un momento de gran alarma social por las rebajas y excarcelaciones provocadas por la ley del solo el sí es sí.
Anticipando lo que suele ocurrir en este tipo de casos —el famoso “se sacó de contexto” y el también recurrente “a quien haya podido ofender”— varios tuiteros utilizaron la red social para colgar el vídeo entero de la pregunta y la respuesta de Garamendi, porque las palabras ya nunca se las lleva el viento, y si el orador intenta soplar hacia otro lado, el pajarito de Twitter las trae rápidamente de vuelta en el pico.
Decía @FernandoBarVar: “Visto lo visto, Garamendi es el principal impulsor de la ‘campaña de descrédito’ de la que dice ser víctima”. Abundaba en ello @JonGS: “La cuestión es cómo el jefe de los empresarios, alguien con un sueldo de 400.000 euros, carece de cualquier aptitud comunicativa. ¿O eso no va en el sueldo?”. También fueron ampliamente difundidas en Twitter las declaraciones de un compañero de Garamendi, el presidente de la patronal en Pontevedra, Jorge Cebreiros, quien advirtió de cómo el sueldo de su líder podía afectar a la reputación de todo el colectivo: “Se está produciendo un ataque a los empresarios que no nos sentamos en la mesa del diálogo social a revisar el salario mínimo porque nuestro máximo directivo tiene un salario que a mí no me parece sensible con la realidad y creo que eso puede estar complicándonos la vida a todos”, dijo.
Twitter hizo sus cuentas: “Garamendi cobra 130.000 euros más que el Rey”, apuntó @mikekerln; “Se negó a negociar la subida del SMI a 1.080 euros, 15 euros menos de lo que gana él en un día”, señaló @mmartos113, de Podemos Almería.
No es la primera vez que hay jaleo en Twitter por la fallida metáfora de la minifalda. Hace un año, tras un tormentoso derbi que tuvo que terminar a puerta cerrada tras lanzar un aficionado un palo de plástico desde la grada a un jugador, el entonces entrenador del Sevilla Julen Lopetegui, dijo: “Luego todos nos rajamos las vestiduras cuando sucede algo. No, es que llevaba minifalda cuando la violaron...”.
Otro clásico de las comparaciones catastróficas son los nazis. El año pasado, Elon Musk, ahora dueño de Twitter, comparó en su cuenta en la red social a Hitler con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Un párroco de Albacete declaró que defender el aborto era “lo más parecido a ser un nazi” y recientemente, el obispo José Ignacio Munilla difundió en Twitter un mensaje que aseguraba que el protocolo de Castilla y León —que pretendía coaccionar a mujeres que decidían abortar— era como las imágenes de las cajetillas de tabaco. Qué palabra más peligrosa el “como” átono.