Elecciones en Andalucía

El Partido Popular aspira a consolidar con un Gobierno en solitario el cambio político iniciado en 2018

El secretario general del PSOE-A y candidato a la Presidencia de la Junta, Juan Espadas, en el inicio de la campaña.Juan de Dios Ortiz (Europa Press)

La campaña electoral en Andalucía llega en un escenario sustancialmente distinto al de las últimas elecciones de 2018: ni Ciudadanos es la fuerza pujante que era entonces ni Vox había crecido como lo ha hecho en la actualidad. El anuncio del adelanto electoral de Juan Manuel Moreno Bonilla tuvo lugar a finales de abril, apenas una semana después de que Alberto Núñez Feijóo asumiese la presidencia del PP por aclamación y tras la defenestración d...

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La campaña electoral en Andalucía llega en un escenario sustancialmente distinto al de las últimas elecciones de 2018: ni Ciudadanos es la fuerza pujante que era entonces ni Vox había crecido como lo ha hecho en la actualidad. El anuncio del adelanto electoral de Juan Manuel Moreno Bonilla tuvo lugar a finales de abril, apenas una semana después de que Alberto Núñez Feijóo asumiese la presidencia del PP por aclamación y tras la defenestración de Pablo Casado. Las elecciones adelantadas por sorpresa en Castilla y León se habían saldado con una victoria insuficiente del PP de Alfonso Fernández Mañueco para gobernar en solitario, pese a la trompetería de algunas encuestas que anunciaban una mayoría casi absoluta, y el resultado fue el primer Gobierno autonómico que integra a la ultraderecha de Vox.

Pese a la consolidación del liderazgo de Moreno Bonilla y el efecto positivo de Feijóo en las expectativas electorales del PP, el riesgo de depender de Vox para formar gobierno es real. El objetivo expresado por Moreno Bonilla desde el mismo momento de convocar las elecciones es lograr un Gobierno en solitario. Incluso anuncia estar dispuesto a ir a nuevas elecciones si se viera obligado a incluir a Vox en su Gobierno. La afirmación demuestra la urgente necesidad de que los populares aclaren su posición sobre gobernar o no con la extrema derecha. Los electores tienen derecho a saber por qué deben creerse que en Castilla y León, sí, y en Andalucía, no, y cuál de las dos opciones es la que vale para un hipotético Gobierno de España. Desde Castilla y León no dejan de sonar las alarmas cada vez que el vicepresidente del Ejecutivo, de Vox, tiene ocasión de ejercer. Las encuestas, tanto del Centro de Estudios Andaluces como las que han publicado el CIS y este periódico, estiman hoy un incremento sustancial del respaldo electoral al PP de Moreno Bonilla, que pasaría de los peores resultados obtenidos hace cuatro años (y la necesidad de gobernar con Ciudadanos y el apoyo externo de Vox) a casi doblarlos de cara al 19 de junio e intentar el Gobierno en solitario, absorbiendo todo el voto de Ciudadanos, que prácticamente desaparecería. En clave interna, los populares se juegan el triunfo del estilo tranquilo y moderado de Moreno Bonilla frente al populismo exaltado y provocador de Díaz Ayuso. Hasta ahora, ella es el capital electoral más potente del partido. Si el líder andaluz obtiene un buen resultado y frena a Vox, los populares dispondrán de una hoja de ruta diferente para enfrentarse a los ultras.

La encuesta publicada el lunes por EL PAÍS deja al PSOE en la misma situación que hace tres años, con un nuevo líder, Juan Espadas, con alto nivel de desconocimiento ciudadano y en proceso de consolidar la renovación de un partido que gobernó 36 años Andalucía. A su izquierda, la candidatura de unidad Por Andalucía (IU, Podemos, Más País), sin Adelante Andalucía, de Teresa Rodríguez, se formó por un acuerdo tardío y atropellado que anticipa el difícil proceso de ese espacio político para armar una candidatura de cara a las generales. El reto de la izquierda es movilizar a un electorado que necesita proyectos de futuro y esperanza en un contexto de mucha incertidumbre y después de los años duros que todos hemos vivido, también los andaluces.

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La campaña empieza hoy. En ella está en juego el Gobierno de Andalucía, la comunidad más poblada de España y con una fuerte personalidad. Los andaluces se merecen una campaña centrada en sus problemas —aunque la bajada del paro en mayo ha sido significativa, sigue siendo la comunidad con más desempleados— y no convertirse en un laboratorio de experimentos electorales.


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