Vuelco en Irlanda del Norte
La división de los unionistas conduce al Sinn Féin a una victoria electoral por primera vez en 25 años
El lento recuento de votos ha confirmado finalmente una victoria histórica del partido republicano Sinn Féin, durante años considerado el brazo político del IRA, en las elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte. En casi 25 años de Gobiernos autónomos en la región no había sucedido nunca que fuera la formación más votada. El Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin a décadas de violencia, impone como condición ineludible un Gobi...
El lento recuento de votos ha confirmado finalmente una victoria histórica del partido republicano Sinn Féin, durante años considerado el brazo político del IRA, en las elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte. En casi 25 años de Gobiernos autónomos en la región no había sucedido nunca que fuera la formación más votada. El Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin a décadas de violencia, impone como condición ineludible un Gobierno conjunto, que incluya a unionistas y republicanos. Pero es el partido con más apoyo quien obtiene el puesto de ministro principal y en el segundo recae el cargo de viceministro principal. En la práctica, ambos tienen el mismo poder.
A nadie se le oculta, sin embargo, el simbolismo que comporta ocupar la jefatura de Gobierno, que hasta ahora ha recaído siempre en un partido unionista. Jeffrey Donaldson, líder del Partido Democrático Unionista (DUP), ha sufrido un serio castigo en las urnas y ha quedado relegado a una segunda posición. Pero han sido los unionistas quienes se han buscado su propia suerte. Respaldaron primero un Brexit rechazado mayoritariamente por la población norirlandesa y sospecharon enseguida que el Gobierno de Boris Johnson les iba a dejar en la estacada al acordar con la UE un protocolo por el que ese territorio británico permanecía bajo las reglas del mercado interior comunitario. Nada convence al DUP, que exige a Londres la supresión unilateral del protocolo. Pero la excusa del protocolo oculta, en realidad, una crisis de identidad del unionismo. Sus batallas internas, en busca del mensaje más radical, han fragmentado las fuerzas probritánicas. Tres formaciones se han disputado el liderazgo, y el precio pagado ha sido la pérdida de la primera posición en las preferencias del electorado.
El Sinn Féin, por su parte, ha sabido dejar en un segundo plano su doctrina medular, la reunificación de Irlanda, para reforzar un mensaje social de preocupación por la carestía de la vida, la crisis de la vivienda y la necesaria estabilidad política. Ha sumado más apoyos que en los pasados comicios, pero consolida su primer puesto en las elecciones del jueves gracias, sobre todo, a la división de sus históricos rivales.