Anatomía de Twitter

Twitter, de la melé a la magia

La Red es una refriega constante, pero también se puede buscar algo concreto. Hasta un testigo para resolver un posible crimen

Agentes de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza durante la búsqueda de una persona desaparecida el fin de semana en Karrantza.Ertzaintza

Hay quien entra en Twitter y escribe lo primero que se le ocurre, a lo loco, sin llevar el calzado adecuado ni despedirse de la familia, y se ve envuelto en un tumulto del que tarda varios días en salir y lleno de arañazos. Le puede pasar a cualquiera, incluso a los tuiteros más expertos. A Íñigo Errejón, por ejemplo. El diputado de Más País puso el martes un tuit que decía: “La hija de Amancio Ortega sustituirá a su padre al frente de Inditex. La meritocracia son los padres, literalmente”. Y adjuntaba un titular de prensa recién salido del horno que anunciaba: “Última hora: Marta Ortega susti...

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Hay quien entra en Twitter y escribe lo primero que se le ocurre, a lo loco, sin llevar el calzado adecuado ni despedirse de la familia, y se ve envuelto en un tumulto del que tarda varios días en salir y lleno de arañazos. Le puede pasar a cualquiera, incluso a los tuiteros más expertos. A Íñigo Errejón, por ejemplo. El diputado de Más País puso el martes un tuit que decía: “La hija de Amancio Ortega sustituirá a su padre al frente de Inditex. La meritocracia son los padres, literalmente”. Y adjuntaba un titular de prensa recién salido del horno que anunciaba: “Última hora: Marta Ortega sustituirá a Pablo Isla como presidenta de Inditex”.

Los más bromistas del lugar, que siempre están a la que saltan, le respondieron al estilo del economista David Lacalle: “¿Pablo Isla —al que sustituye— es su padre? No te vi aplaudir el nombramiento de Isla por méritos…”. Otros, sin embargo, dejaron pasar la broma —con lo difícil que es eso en un país en el que se han perdido amigos por no renunciar a un buen golpe— y fueron a lo mollar directamente: ¿qué es meritocracia? Un propio que se esconde bajo el nombre de Mahou Soy-Yo le contestó: “Yo soy panadero como mi padre y mi abuelo, hemos ido heredando el negocio familiar que nos va bastante bien, ampliando en otras localidades y nos da dinero. ¿Qué teníamos que haber hecho, cerrar las panaderías, venderlas, poner a otro a dirigirlas? No entiendo”.

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Hay todavía un tercer sector tuitero —el más purista— que no se detiene en zarandajas y va a degüello contra Errejón sacando a colación titulares de prensa en los que se atribuye al diputado haber enchufado a su padre o al profesor que le dio una beca. El caso es que, solo unas horas después de escribirlo, el diputado ya había cosechado más de 4.000 “me gusta”, casi 3.000 retuits y, lo que es más asombroso para un lego como el que suscribe, más de 6.500 comentarios. Si se tiene en cuenta que muchos de esos comentarios reúnen a su vez otros comentarios —de apoyo, de rechazo o de insultos— que crean su propia red subalterna de enganches y subenganches, insultos y subinsultos, la pregunta está clara: ¿se puede trabajar y tuitear a la vez? Habrá que hacer una encuesta cualquier día de estos.

Luego están, todo hay que decirlo, los que no entran en Twitter buscando la melé, sino algo concreto. Los motivos son de lo más diversos. Si uno quiere reconciliarse de alguna manera con esta red social con frecuencia tan canalla, no hay más que teclear la etiqueta #twitterhaztumagia y leer las peticiones del personal. Flavia Ym busca una moto robada en Gran Canaria. Swett Nurse pide ayuda para encontrar una jirafa de peluche que su cachorro perdió en la calle Velázquez y ahora “está muy triste y no para de llorar”. Olinda Dos Santos busca un cromo en el que sale su padre, recientemente fallecido, con la vestimenta del Cádiz CF, donde jugó entre 1978 y 1984. También hay quien advierte de que faltan donaciones de sangre en Sevilla, y otros buscan una prótesis para Farith, que tiene 22 años y perdió una pierna en un accidente de tráfico.

Si yo tuviera que apelar a la magia de Twitter, pediría un testigo. Alguien que supiera qué pasó la madrugada del sábado al domingo en el centro de Karrantza (Bizkaia), cuando al parecer varias personas sacaron de un bar a un joven nicaragüense llamado Misael Centeno diciendo que lo iban a tirar al río. No se sabe si lo tiraron o no; lo que sí se sabe es que nadie dio la voz de alarma ni avisó a su familia. La Guardia Civil encontró su cadáver el martes, flotando en el río, ya en Cantabria. Haz tu magia, Twitter, busca un testigo y llama a la Guardia Civil o a la Ertzaintza, y cuéntales quién o quiénes tiraron al río a Misael.

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